Septiembre
Es probable que lo recuerden. En mayo pasado, John Ashcroft, responsable norteamericano de Justicia, y Robert Mueller, director de la CIA, hicieron p¨²blico una predicci¨®n. ?Era una profec¨ªa cierta o una profec¨ªa falsa? Seg¨²n nos recordaba Jos¨¦ Manuel Calvo, en este peri¨®dico, ambos "advirtieron de que Al Qaeda ha preparado un atentado contra EE UU para tratar de alterar las elecciones del 2 de noviembre y anunciaron 'esfuerzos extraordinarios' para proteger pr¨®ximas citas como la inauguraci¨®n en Washington del monumento a los ca¨ªdos en la Segunda Guerra Mundial, la reuni¨®n del Grupo de los Ocho en Georgia, del 8 al 10 de junio, la fiesta nacional de EE UU el 4 de julio y las convenciones de Boston y Nueva York", previstas para el verano. El corresponsal precisaba: "La Casa Blanca asegur¨® que el Gobierno no exagera con fines electorales". Esas citas, ya cumplidas, son propias de la pol¨ªtica local norteamericana, pero son tambi¨¦n hechos que a valencianos, espa?oles o europeos nos afectan. Han pasado, como digo, y no parece haber ocurrido nada grave en territorio estadounidense. ?A qu¨¦ debemos atribuirlo?
Si la declaraci¨®n primaveral de Ashcroft y Mueller era una profec¨ªa cierta, la circunstancia de hacerla p¨²blica entonces tal vez haya modificado la conducta de los protagonistas activos o pasivos del hecho anunciado, es decir, tal vez haya alterado el comportamiento de los potenciales terroristas, justamente por saberse vigilados, al igual que quiz¨¢ haya cambiado el sentimiento o la actitud de los electores, conscientes de antemano de lo que se avecina. Si, por el contrario, es una profec¨ªa falsa, entonces no ser¨ªa raro que se cumpliera: vale decir, al proclamarse un hecho del que no se tienen pruebas, Ashcroft y Mueller habr¨ªan inducido a los actores pasivos a pasar a la acci¨®n resolviendo acomodar efectivamente su proceder a lo que de ellos se espera, tanto los eventuales asesinos como los desconcertados votantes.
Cuando escrib¨ªa lo anterior me he acordado de Robert K. Merton, en concreto de un ensayo suyo titulado La profec¨ªa que se cumple a s¨ª misma. Lo podemos leer en su libro Teor¨ªa y estructura social. ?A qu¨¦ se refer¨ªa? Abreviando, Merton hablaba de la profec¨ªa que se cumple por el hecho de proclamarse y de la profec¨ªa que se niega al hacerse p¨²blica. La primera es "una definici¨®n falsa de la situaci¨®n que genera una conducta nueva tal que hace verdadera la concepci¨®n originalmente falsa"; la segunda es "una definici¨®n cierta de la situaci¨®n que origina una nueva conducta que falsea el concepto originalmente cierto". Cuando Merton estableci¨® esta tipolog¨ªa pensaba en actores racionales, en sujetos de la acci¨®n que examinan las predicciones y efect¨²an un c¨¢lculo. ?Son sujetos racionales los terroristas y los electores, dotados de l¨®gica instrumental, capaces de evaluar los costes de sus acciones en funci¨®n de sus preferencias? Precisemos: no digo que los objetivos de los primeros sean racionales, digo, por el contrario, que por lo que parece es la suya una racionalidad instrumental cuando de causar el m¨¢ximo da?o se trata. Por tanto, el anuncio de Ashcroft y Mueller podr¨ªa verse como una irresponsabilidad al inducir a los enemigos a realizar lo que, quiz¨¢, no ten¨ªan a¨²n previsto o decidido, y al condicionar a los votantes con un hecho no sucedido y cuyas pruebas probables no pueden mostrar.
Imaginemos, en cualquier caso, que no hubiera atentado alguno de aqu¨ª a las elecciones americanas y que, por tanto, respir¨¢ramos con un cierto alivio los estadounidenses y los europeos confusos. Entonces..., ?a qu¨¦ cabr¨ªa atribuirlo? ?A que, al saberse sorprendidos, los terroristas habr¨ªan dejado de cometer lo que ten¨ªan previsto? Entonces, la profec¨ªa de Ashcroft y Mueller ser¨ªa correcta pero esa "definici¨®n cierta de la situaci¨®n", al originar "una nueva conducta que falsea el concepto originalmente cierto", se incumplir¨ªa. Si, por el contrario, la falta de atentados se debiera a que la profec¨ªa era incorrecta, entonces la "definici¨®n falsa de la situaci¨®n" generar¨ªa en los votantes "una conducta nueva tal que har¨ªa verdadera la concepci¨®n originalmente falsa", es decir, los electores atribuir¨ªan err¨®neamente al celo policial de Ashcroft y Mueller la ausencia de ataques. Hay un viejo teorema sociol¨®gico, una formulaci¨®n c¨¦lebre que el propio Robert K. Merton denomin¨® teorema de Thomas y que reza as¨ª: "Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias". ?Por qu¨¦ raz¨®n? Porque los individuos "responden no s¨®lo a los rasgos objetivos de una situaci¨®n, sino tambi¨¦n, y a veces, primordialmente, al sentido que la situaci¨®n tiene para ellos. Y as¨ª que han atribuido alg¨²n sentido a la situaci¨®n, su conducta consiguiente y algunas de las consecuencias de esa conducta, son determinadas por el sentido atribuido". O, en otros t¨¦rminos, lo que enuncia este teorema es que no s¨®lo es verdad lo que es verdad objetivamente, con las pruebas que fundamentan el enunciado, sino tambi¨¦n lo que la gente define o le definen como tal, siempre que lo admita, al menos en el sentido de que aquello en lo que acaba creyendo produce consecuencias sociales, con independencia de que sea falso o no.
Dice Magnus Ranstorp en El nuevo terrorismo islamista (editado por Fernando Reinares y Antonio Elorza) que "en muchos sentidos, somos nuestro peor enemigo en la medida en que los medios y los periodistas discuten sobre la vulnerabilidad de nuestras infraestructuras ante la opini¨®n p¨²blica. Esto genera nuevas ideas, nueva inspiraci¨®n, nuevos m¨¦todos de agresi¨®n. El terrorismo en la era de la informaci¨®n, de esta manera, se vuelve una profec¨ªa autocumplida m¨¢s tarde o m¨¢s temprano. No es ya una cuesti¨®n de si, sino de cu¨¢ndo...". En fin, pido excusas por incomodarles el inicio de curso con este asunto aciago, un asunto que poco tiene que ver con la disputa menor y vocinglera de Eduardo Zaplana y Francisco Camps, pero el terror que me provoca septiembre me ofusca: ya no es abril el mes m¨¢s cruel, como anotara T. S. Eliot al inicio de La tierra bald¨ªa, sino septiembre, este septiembre inacabable, infausto, amargo, doloroso, en el que, ustedes me perdonar¨¢n, todo es posible.
Justo Serna es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Valencia.
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