Andr¨¦ Hazes, el cantante del pueblo
Venerado en vida por sus compatriotas como el "cantante del pueblo", la muerte ha proporcionado al artista holand¨¦s Andr¨¦ Hazes, int¨¦rprete de baladas sentimentales, uno de los momentos de gloria m¨¢s estremecedores del mundo del espect¨¢culo.
Fallecido de un paro cardiaco a los 53 a?os y sepultado ayer en la intimidad, la v¨ªspera del entierro su ata¨²d fue exhibido en el Arena de Amsterdam, el estadio del equipo de f¨²tbol Ajax, ante cerca de 50.000 espectadores. Otros cinco millones vieron en directo por televisi¨®n su ¨²ltima aparici¨®n.
Fue como un concierto tradicional, con m¨²sicos locales y alg¨²n parlamento de los notables de la urbe, como el alcalde, Job Cohen, pero con el principal invitado de cuerpo presente. Su viuda, sus dos hijos, el resto de sus familiares y los arrebatados fans, que cantaron, bebieron cerveza y lloraron mucho, le rindieron as¨ª un homenaje al h¨¦roe local. Al hijo de familia humilde y numerosa nacido en uno de los barrios m¨¢s populares de la capital holandesa, que se sub¨ªa de peque?o a una caja para cantar y poder comprarle un regalo a su madre. Un artista precoz descubierto tambi¨¦n muy temprano, que convirti¨® literalmente su vida en una sentida melod¨ªa con algunos gramos de poes¨ªa sencilla muy del gusto popular.
Enfermo de diabetes, con dos divorcios a cuestas y en su tercer matrimonio, Hazes llevaba alg¨²n tiempo sin cantar por problemas de o¨ªdo. Sus melod¨ªas, por el contrario, forman parte de la memoria colectiva holandesa hasta extremos inusitados para un hombre que apenas abandon¨® Amsterdam y era poco conocido en el extranjero.
Asiduo de los caf¨¦s con orquestina de la plaza de Rembrandt, en el coraz¨®n de la capital, se hizo famoso de golpe en 1976 con la canci¨®n Navidad solitaria. Un aperitivo de lo que vendr¨ªa luego en cuesti¨®n de letras. Hace fr¨ªo sin ti, Un poco enamorado y No digas m¨¢s son otros t¨ªtulos de una carrera marcada por la entrega total a la profesi¨®n, problemas con la bebida y el tumulto de su vida privada.
En 1999, cuando su fama flaqueaba, un equipo de televisi¨®n le film¨® durante un a?o para uno de esos documentales realistas que siguen al sujeto y a los suyos a todas horas. A pesar de sus recelos iniciales, el trabajo fue un ¨¦xito y se llev¨® el premio Joris Ivens al mejor programa de su clase. Hace tres a?os, el Ayuntamiento de Amsterdam le nombr¨® hijo predilecto y ahora piensa erigir una estatua en su memoria. En 2003, cuando cumpli¨® un cuarto de siglo en la escena, el disco del jubileo se agot¨® en las tiendas y el p¨²blico abarrot¨® los dos conciertos conmemorativos a pesar de la lluvia.
La noche del lunes, sus seguidores encendieron velas y sollozaron sin rubor al tararear una tonada hecha famosa por Frank Sinatra bajo el t¨ªtulo My Way. Lo que son¨® en el Arena de Amsterdam fue la adaptaci¨®n al holand¨¦s hecha por el Andr¨¦ Hazes y que titul¨®, tambi¨¦n a su manera, Siempre estar¨¦ solo.-
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