Dictadores
Me sorprende que te escandalices a estas alturas del temor y del solapado respeto que a¨²n inspiran los viejos dictadores, a determinados togados. Disfrutan de cuantos privilegios y miramientos les concede la ley, y eso te parece bien, si se administraran con la misma equidad a quienes est¨¢n bajo sospecha de cometer actos de terrorismo que cr¨ªmenes contra la humanidad. El principio de inocencia es responsable y respetable, en una democracia, en tanto no se demuestre lo contrario. Se requieren pruebas. Pero, ?no depender¨¢ la validez de esas pruebas de ciertos conceptos vinculados a la antropolog¨ªa hermen¨¦utica, de determinadas condiciones sociales y econ¨®micas del presunto culpable, de la subjetividad que emerge involuntariamente, de las influencias de su poder, aunque haya caducado? Est¨¢s quemado, amigo, y andas ahora tratando de poner alg¨²n argumento bals¨¢mico a tus dudas. Dudas razonables, porque te preguntas qu¨¦ suceder¨ªa si un tipo acusado de dejar un artefacto letal, en una plaza p¨²blica, le dijera al magistrado: "Mire usted, no pod¨ªa andarme con contemplaciones, ten¨ªa prisa, llegaba tarde a la empresa que dirijo y dej¨¦ aquel explosivo donde me pill¨® m¨¢s a mano. He de dar ejemplo de puntualidad a mis trabajadores y conozco mis obligaciones". Tanto sarcasmo te hubiera sonado a descaro, a confesi¨®n entreverada de cinismo y desaf¨ªo, lo mismo que al magistrado, quien lo hubiera trincado preventivamente, y m¨¢s trat¨¢ndose de un supuesto terrorista. Sin embargo, a Pinochet, no. Seg¨²n la edici¨®n electr¨®nica del diario El Mercurio, Pinochet se ha proclamado inocente respecto al secuestro y asesinato de 19 personas en el marco de la siniestra Operaci¨®n C¨®ndor y ha dicho que "no pod¨ªa preocuparse de cosas chicas porque era el presidente de la Rep¨²blica". Una respuesta que ya es en s¨ª un delito y una condena. No se pueden despreciar los derechos y la vida de 19 ciudadanos como si fueran "cosas chicas". Criminal de hecho y de palabra, que se ha retirado impunemente, al lujo de su residencia, relami¨¦ndose su hocico de carro?ero. Cu¨¢nto teatro le echan y qu¨¦ de sin coraje.
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