Blair trata de pasar p¨¢gina sin pedir disculpas por respaldar la guerra
M¨¢s tristeza que euforia en un congreso que lanza a los laboristas hacia un tercer mandato
Tony Blair intent¨® ayer cerrar p¨¢gina sobre la crisis de Irak sin disculparse por la guerra. En un discurso deliberadamente plano, sin la ret¨®rica y la pasi¨®n de otras veces, el primer ministro brit¨¢nico dedic¨® a la pol¨ªtica exterior apenas 3 de las 15 p¨¢ginas de su discurso ante las bases de su partido y el resto a exponer su visi¨®n del programa electoral que deber¨ªa llevar al laborismo a su tercer mandato en el Gobierno. Pero los acontecimientos en Irak, donde un brit¨¢nico est¨¢ a¨²n secuestrado y ayer murieron dos soldados, han cargado todo el congreso de sombr¨ªa tristeza.
Nadie dir¨ªa, a juzgar por el ambiente que se respira en Brighton, que los laboristas se encuentran a las puertas de una tercera victoria consecutiva que constituir¨ªa un hito hist¨®rico en la pol¨ªtica brit¨¢nica. El ambiente es triste entre los delegados y la aparici¨®n ayer de Blair, cuidadosamente orquestada, no consigui¨® romper esa imagen. El primer ministro cosech¨® aplausos y su liderazgo no parece en cuesti¨®n, pero falt¨® el calor y entusiasmo de otros a?os.
Hace 12 meses Irak era ya un asunto que divid¨ªa al Partido Laborista y tambi¨¦n el enfrentamiento personal entre Blair y su ministro del Tesoro, Gordon Brown. Pero ambos supieron entonces galvanizar al congreso y transmitir una sensaci¨®n de euforia y un optimismo que tamizaban las diferencias.
Esta vez ha sido distinto, quiz¨¢ porque hay un brit¨¢nico secuestrado en Irak que puede perder la vida en cualquier momento, quiz¨¢ porque el debate interno sobre la guerra est¨¢ ya agotado y ha dejado a todos extenuados. "No puede haber alegr¨ªa con los problemas que estamos viviendo en Irak", admiti¨® en privado lord Falconer, ministro de Justicia y amigo personal de Blair de toda la vida. Pero a su juicio, el primer ministro hab¨ªa pronunciado "un gran discurso, muy importante".
Blair llevaba ya consumidos dos tercios de su intervenci¨®n cuando se refiri¨® por primera vez a Irak. Y lo hizo con suavidad en las formas pero desaf¨ªo en el fondo. Admiti¨® que "las evidencias contra Sadam Husein (...) han resultado err¨®neas", pero enfatiz¨® que esas evidencias "hab¨ªan sido aceptadas por toda la comunidad internacional". Y, sobre todo, se reafirm¨® en su decisi¨®n de ir a la guerra y en su determinaci¨®n de no pedir disculpas por ello. "El problema es que puedo disculparme por esa informaci¨®n que result¨® ser equivocada, pero no puedo, al menos sinceramente, disculparme por haber depuesto a Sadam Husein. El mundo es un lugar mejor con Sadam Husein en prisi¨®n y no en el poder", dijo.
Pero la sustancia de su intervenci¨®n fue la pr¨®xima contienda electoral y la puesta en escena no ten¨ªa m¨¢s objetivo que el de proyectarle como candidato y subrayar sus logros al frente del Gobierno. El escenario dispuso al p¨²blico formando un c¨ªrculo en torno a Blair, arrop¨¢ndole, y la larga pausa esc¨¦nica desde que se anunci¨® su entrada hasta que realmente entr¨®, aderezada con m¨²sica y una inacabable presentaci¨®n de sus logros en una pantalla gigante, consigui¨® el deseado efecto de provocar las acompasadas palmas de la asistencia y evitar cualquier posibilidad de que la congoja de estos d¨ªas se tradujera en una fr¨ªa recepci¨®n al l¨ªder.
Fuera, unos 3.000 agricultores se manifestaban en protesta por la inminente prohibici¨®n de la caza del zorro. Dentro, un activista contrario a la guerra interrumpi¨® al primer ministro a los pocos minutos de haber empezado su discurso. Luego, otros varios volvieron a interrumpirle, esta vez a cuenta de la caza del zorro. Consiguieron el objetivo opuesto al que buscaban: el p¨²blico arrop¨® a un primer ministro que hasta entonces hab¨ªa arrancado aplausos, pero no jaleos.
Ganar las elecciones
Blair centr¨® la espina dorsal y buena parte de las extremidades de su intervenci¨®n a la pol¨ªtica nacional y desgran¨® un plan de 10 puntos para ganar las elecciones y "crear una naci¨®n m¨¢s fuerte, m¨¢s justa, m¨¢s pr¨®spera". Antes hab¨ªa lanzado un gran capote al viceprimer ministro John Prescott y a su gran rival pol¨ªtico, Gordon Brown, un clamoroso llamamiento a la unidad del partido que iba m¨¢s all¨¢ de los gestos conciliadores vividos la v¨ªspera.
"Gordon y John, el uno un amigo personal durante treinta a?os y el mejor canciller del Exchequer
que ha tenido jam¨¢s este pa¨ªs; el otro, el m¨¢s fuerte, el m¨¢s leal y a veces el m¨¢s dicharachero viceprimer ministro que pueda tener un l¨ªder", afirm¨® el primer ministro.
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