Misterios de la creaci¨®n
Al margen de las causas que originan la paradoja, es un hecho que la narrativa en castellano que se hace en Catalunya es a menudo m¨¢s solvente que la que se escribe en catal¨¢n, mientras que aqu¨ª ocurre casi lo contrario
Umbrales
"Ese muchachito de Valladolid", como defini¨® Juan Benet a Francisco Umbral hace algunos a?os, se parece cada vez en sus escritos a uno de los tantos Jim¨¦nez Losantos que pululan por las dudosas p¨¢ginas de opini¨®n del diario que se autotitula como del siglo XXI. La mezquindad de Umbral, en su Diccionario de la Literatura, al definir a Benet como ingeniero que a veces escrib¨ªa, tiene que ver con la tiniebla de una historia amorosa. Blanca Andreu, una poeta de nombre y de registro, lleg¨® a Madrid desde Galicia, se enroll¨® con Umbral y lo dej¨® por Benet. Una ofensa que el articulista no pudo olvidar jam¨¢s. Ahora escribe contra Rodr¨ªguez Zapatero, tan honesto como Benet pero menos brillante, y a favor de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, calcando paso a paso el deterioro que llev¨® a Camilo Jos¨¦ Cela a la miseria p¨®stuma. Un escritor, por cierto, al que Benet calific¨®, tambi¨¦n en su d¨ªa, como un chulapo descarado y castizo.
Cultura escrita
No deja de ser curioso que en Catalunya la narrativa de mayor peso est¨¦ en manos de escritores en lengua castellana, mientras que aqu¨ª ocurrir¨ªa, como quien dice, todo lo contrario. No ya Eduardo Mendoza, el primero de todos all¨¢, tambi¨¦n Juan Mars¨¦, los Goytisolo, Carlos Barral, Rosa Reg¨¢s o F¨¦lix de Az¨²a, entre tantos otros. Ni siquiera el primer Terenci Moix catal¨¢n, ni como Ram¨®n Moix ni como Ram¨®n Terenci Moix, alcanz¨® jam¨¢s alturas semejantes, ni tampoco despu¨¦s, en castellano. Ser¨¢ que Catalunya es tierra de prosistas, poetas y orfeones. Sea. Y Valencia, aparte de la omnipresente presencia de Rita Barber¨¢, ?de que ser¨¢ tierra? De algunos poetas de m¨¦rito que rozan la cuarentena y de un pu?ado de narradores de cierto peso, todos ellos con el catal¨¢n-valenciano como primer idioma. Por algo ser¨¢ que en la narrativa valenciana en castellano los nombres significativos pueden contarse con dos dedos de una mano. Pero ?por qu¨¦?
Otra vez el oto?o
De vuelta a casa, a medianoche, despu¨¦s de la caminata que dicen saludable para las arterias ofuscadas. Un tranv¨ªa dibuja la curva exacta de su giro en el Pont de Fusta. Dos largos vagones articulados con sus luces de ne¨®n, como un alargado restaurante mar¨ªtimo de postrimer¨ªas, y el chirrido sobre los ra¨ªles r¨ªgidos, en un movimiento no m¨¢s ligero que el del paseante nocturno. El caminante est¨¢ lleno, por lo menos de ox¨ªgeno, pero el tranv¨ªa parece andar vac¨ªo, en una imagen fantasmal que se perder¨¢ entre una dispersi¨®n de farolas sin nada que alumbrar. En el ¨²ltimo recodo de la vuelta, el caminante se adelanta al recorrido del tranv¨ªa, aprovechando el aire amplio de su curva, y entonces observa, mientras se pierde en la distancia, a la ¨²nica viajera del convoy. Una silueta de pechos encendidos que esboza la timidez de una sonrisa en su camino hacia las playas.
Tan valenciano
Tampoco hace tanto tiempo que esta Comunidad estaba destinada a la gloria a manos del PP, con el famoso lobby del "poder valenciano" en Madrid y las cementeras parainstitucionales a todo ladrillo. L¨¢stima que al desinflarse el globo se haya elegido la v¨ªa del victimismo melanc¨®lico en sustituci¨®n insuficiente de la reflexi¨®n pol¨ªtica. Ahora resulta que no s¨®lo nos ningunea en Madrid esa pandilla de arribistas del socialismo renovado que ha tomado el poder con sus malas artes, sino que hasta Pasqual Maragall se cachondea de nosotros sugiriendo que el Vichy Catal¨¢n (?de d¨®nde diablos vendr¨¢ esa denominaci¨®n?) es la mejor agua embotellada del mundo. En cuanto a Camps, es un apellido que a los valencianos de Valencia nos trae a la memoria el nombre de una funeraria, el de una tienda de guantes y el de un virtuoso violinista de los a?os 50. El sabr¨¢ cu¨¢l de los tres papeles est¨¢ dispuesto a representar.
Se admiten apuestas
La cuerda que tensa Rodr¨ªguez Zapatero con el dise?o de Presupuestos de su Gobierno es un ¨®rdago de gran calado no exento de peligros, no ya de cara a la respuesta del primer partido de la oposici¨®n, sino en relaci¨®n con la sociedad civil. Porque ?de qu¨¦ se trata? Una sociedad a la que le ha costado m¨¢s de ocho a?os darse cuenta de que le supon¨ªa un serio engorro ser representada por un sujeto de la catadura de Aznar, tal vez no est¨¦ en condiciones de asumir as¨ª como as¨ª que sea preciso atender las necesidades sociales, cooperar con las regiones del mundo mas desfavorecidas y reorientar el dise?o de las infraestructuras para visualizar un pa¨ªs con futuro. No todo el mundo est¨¢ persuadido de que es necesario tomarse las cosas en serio, ni siquiera entre el segmento de poblaci¨®n que vot¨® socialismo en marzo. Y si es un par¨¦ntesis en la ignominia, que sea bueno mientras dur¨®.
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