Chirriar de poleas y ruido de escotas
Los barcos de la Copa del Am¨¦rica compiten por primera vez en aguas de Valencia con un viento muy ligero
Que la vela no es un deporte popular est¨¢ m¨¢s claro que el agua. Y que nunca lo ser¨¢, tambi¨¦n. Ni en 2005, ni en 2006 ni en 2007, cuando se celebrar¨¢ en aguas de Valencia la legendaria regata Copa del Am¨¦rica.
El ciclismo levanta pasiones porque la gente vibra con el sudor, el gesto desencajado, el sacrificio del ciclista retorci¨¦ndose sobre la bicicleta subiendo un puerto. La muchedumbre se agolpa en las cunetas de las monta?as del Tour para ver a sus ¨ªdolos pasar a un metro de distancia. A un regatista es dif¨ªcil verle de cerca. El acceso a las bases de los equipos est¨¢ restringido. Tipos con cara de malas pulgas echan miradas a las acreditaciones de los periodistas: "No, por aqu¨ª no se puede pasar". O: "Stop please".
Pero la vela tambi¨¦n es bella.
Los navegantes tienen unas manos y unos antebrazos robustos. Izan velas, atan cabos; los m¨²sculos flexores est¨¢n siempre en tensi¨®n. Y las palmas de las manos tienen los callos endurecidos. En la cubierta de un barco, la sinton¨ªa entre todos los tripulantes es crucial en el rendimiento del velero. A bordo se escuchan sonidos; casi nunca voces. Chirriar de poleas, el chapoteo de la fibra de carbono del casco sobre el mar; ruido de escotas...
La vela tambi¨¦n es cara. Y el narcisismo de los patrocinadores est¨¢ muy acentuado. Chris Dickson, el patr¨®n del estadounidense Oracle, es esquivo con la prensa, pero con la gente que le paga es encantador. La firma de relojes Girard-Perregaux, patrocinadora del equipo americano, dio ayer en el puerto de Valencia una rueda de prensa en un yate de lujo de 50 metros de eslora empleado para pasear a sus invitados, gente vip. En un decorado fastuoso, simp¨¢ticas azafatas sonr¨ªen y dan la bienvenida a los periodistas acreditados. ?Pero esto no es la vela! Como el f¨²tbol tampoco es el pu?ado de directivos nuevos ricos con aspiraciones sociales.
La vela es bella.
Los locos de la navegaci¨®n comparan los movimientos armoniosos de una tripulaci¨®n en plena regata con un ballet. Oh.
En el puerto de Valencia, ayer, en la primera jornada de las regatas de preparaci¨®n para la Copa Louis Vuitton, antesala de la Copa del Am¨¦rica, un goteo de curiosos se acerca a la carpa instalada junto a las inaccesibles bases de los equipos. Bajo la lona, mercadotecnia. Una chaqueta impermeable con el distintivo del Oracle, 150 euros. La camiseta, 20. La vela es cara.
A lo lejos, desde el pantal¨¢n donde atracan los lujosos buques de las ricas multinacionales, se observa a los navegantes surafricanos del Shosholoza, el proyecto m¨¢s modesto de la actual edici¨®n de la Copa del Am¨¦rica. Algunos de sus tripulantes aprendieron a navegar en Simon's Town, donde el delegado en Sur¨¢frica de la compa?¨ªa naviera MSC, patrocinadora del equipo, el italiano Salvatore Sarno, impuls¨® una escuela de vela para que los chavales negros aprendieran los secretos de la navegaci¨®n. En Valencia, cumplen las ¨®rdenes del patr¨®n, Geoff Meek, uno de los regatistas del equipo con experiencia.
En una jornada con viento ligero, las aguas de Valencia acogieron ayer las primeras regatas match-race (barco contra barco) entre veleros de la m¨ªtica Copa del Am¨¦rica. El favorito, el Oracle, perdi¨® ante el italiano Luna Rossa, bonito nombre.
Chirriar de poleas, ruido de escotas. La vela es bella.
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