Carlos Sor¨ªn aborda con poes¨ªa el drama del desempleo
En 'Bomb¨®n, el perro', el director argentino teje una historia de amistad y de caminos
Lo ¨²nico inmenso en Bomb¨®n, el perro, cuarto largometraje del director argentino Carlos Sor¨ªn (Buenos Aires, 1944), que se estrena hoy, es la Patagonia: su paisaje de inagotable soledad, las carreteras que suman miles de kil¨®metros y el viento. Todo lo dem¨¢s (la historia de Juan Villegas, un hombre que a los 52 a?os se queda sin trabajo; los actores no profesionales y sus gestos) es "minimalista" y parece puesto all¨ª para probar que lo peque?o es bello.
"Muy contento" por la recepci¨®n en el Festival de San Sebasti¨¢n, donde gan¨® el premio de la cr¨ªtica, Sor¨ªn desmenuz¨® ayer el entramado de esta "comedia dudosa", "una pel¨ªcula de ruta, de viaje, de solitarios", que define como la continuaci¨®n de la anterior, Historias m¨ªnimas, y con la cual se despide por ahora del sur ("El camino de San Diego, la pr¨®xima, se sit¨²a en el norte argentino", adelanta).
"Bomb¨®n no tiene un mensaje", asegura el director de La pel¨ªcula del rey (1986). "Como me sucede siempre, se me ocurri¨® primero el personaje. La figura del parado es frecuente en la Argentina y la desocupaci¨®n para alguien de 50 a?os es muy parecida a la muerte. Yo quer¨ªa contar ese drama de disoluci¨®n profunda, pero con cierto humor en la mirada".
Juan, un protagonista que Sor¨ªn hall¨® en un garaje de Buenos Aires ("cuida mi coche desde hace a?os y siempre me llam¨® don Sor¨ªn, pero ahora que tenemos m¨¢s confianza me dice don Carlitos"), quiere "recuperar la identidad, ser nuevamente alguien". Lo consigue gracias a un perro de competici¨®n (Bomb¨®n) que le dan en pago por unas chapuzas. "El perro es m¨¢s que un perro, es la esperanza de futuro. No se sabe bien qui¨¦n es el amo. El animal es misterioso y enorme, se impone. Esto acent¨²a visualmente la relaci¨®n invertida: cuando est¨¢n en el auto, visto de frente, Bomb¨®n es m¨¢s grande que su due?o".
"Mi opci¨®n por lo cotidiano ha sido un aprendizaje", confiesa Sor¨ªn, "el regreso de una tendencia a lo excesivo en mis primeros largometrajes, con protagonistas enormes. Esos personajes son fascinantes, pero se agotan pronto y es muy dif¨ªcil remontarlos, lograr que la historia crezca en el conflicto y en la tensi¨®n dram¨¢tica. Creo que en parte ¨¦se fue el fallo de la segunda, Sonrisas de New Jersey (1989)".
De ese "fracaso", que lo refugi¨® en la publicidad, Sor¨ªn aprendi¨® "que el cine tambi¨¦n es una cuesti¨®n de escala y que toda historia contada desde el punto de vista del personaje puede ser una historia de pel¨ªcula". Y cita al iran¨ª Abbas Kiarostami, capaz de tejer con un ni?o que huye de su casa para llevarle a un compa?ero el cuaderno que ha tomado por equivocaci¨®n "una aventura tan apasionante como las de Indiana Jones." ?se es su horizonte: "Historias intensas, donde las peque?as cosas tienen un peso espec¨ªfico decisivo".
Apasionado del retrato
Mucho primer plano, una c¨¢mara "casi documental", rienda suelta al silencio y finales abiertos ("me encari?o con mis personajes: no me gusta que acaben mal") forman parte del estilo Sor¨ªn. "Mis actores no son profesionales. No expresan con el cuerpo, pero s¨ª con los ojos. Busco el rostro, el alma, como buen apasionado del retrato. En un cine de personajes como el m¨ªo, el alma lo es todo", se?ala.
Bomb¨®n es, adem¨¢s, una vuelta de tuerca a un tema recurrente del nuevo cine argentino: el de la identidad (El abrazo partido, de Daniel Burman, es otro ejemplo). "Hoy casi nadie en Argentina hace pel¨ªculas de ficci¨®n absoluta. El cine de autor es permeable a la realidad y tras la gran crisis de 2001 el pa¨ªs corre el riesgo de diluirse, de desaparecer, porque las instituciones se han volatilizado. No son pel¨ªculas de tesis ni pol¨ªticas, pero reflejan lo que hay. Eso las distingue: es cine por la crisis y no a pesar de ella".
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