El gran arte de Barenboim
En un concierto extraordinario, Iberm¨²sica ha presentado al pianista Daniel Barenboim en el primer libro de El clave bien temperado, de Johann Sebastian Bach, coincidiendo con la aparici¨®n en CD de esta obra hermosa y no s¨®lo importante desde el punto de vista t¨¦cnico. Creo que el excelente m¨²sico que es Barenboim entiende los 24 preludios y fugas de la primera parte de la suma para teclado precisamente as¨ª: en su valor de arte fuera de serie.
Y reafirma mi idea aquel recuerdo que cuenta Daniel Barenboim en sus memorias, Una vida para la m¨²sica (Vergara, 1992), cuando escuch¨® Bach a Fischer.
La impresi¨®n fue tan grande que, pasados los a?os, Barenboim no duda en confesar que ejerci¨® "una notable influencia sobre m¨ª no s¨®lo del int¨¦rprete, sino m¨¢s a¨²n por cuanto revelaba de la grandeza del compositor". "Hab¨ªa en la versi¨®n bachiana de Fischer un vigor fuera de lo com¨²n" y un concepto que hace abstracci¨®n, por dif¨ªcil que ello sea, de la problem¨¢tica instrumental y estil¨ªstica para profundizar en la riqueza y variedad de todos y cada uno de sus admirables preludios y sus no menos admirables fugas.
Iberm¨²sica
Recital extraordinario. Daniel Barenboim, pianista. El clave bien temperado, de Bach (1 libro). Auditorio Nacional. Madrid, 7 de octubre.
Incluso a veces la relaci¨®n entre los dos componentes de cada propuesta no guarda exacta dependencia y hasta parece imponerse la libertad m¨¢s abierta entre lo que en teor¨ªa podr¨ªa ser secuencia y consecuencia.
Emoci¨®n
Hasta podr¨ªamos pensar que Barenboim, como otros estudiosos e int¨¦rpretes de Bach, entiende el t¨¦rmino clave como referencia e instrumento de teclado -sobre lo que ya escribi¨® Jorge Demus- y al escuchar la expresividad sustancial -no producto de recursos sobrea?adidos- con que Barenboim nos comunica El clave bien temperado, nos parece adivinar (so?ar, si se quiere) la voz del ¨®rgano, el anticipo del gran piano, la emoci¨®n de las voces humanas, el coral y cuanto habita en el Corpus legado por el cantor de Santo Tom¨¢s en su amplia significaci¨®n de testamentario de lo antiguo y vocero emocionante de lo nuevo, s¨ªstole y di¨¢stole del artista verdadero y perdurable.
En la sucesi¨®n de maravillas de una obra semejante, Daniel Barenboim hace triunfar por encima de todos los valores el dif¨ªcil arte de la naturalidad, el triunfo de la armon¨ªa, el contrapunto y la invenci¨®n en forma que no s¨®lo justifica sino que impone con precisi¨®n la audici¨®n del conjunto del Clave como experiencia imprescindible para comprenderlo y amarlo.
No hay peligro de cansancio porque no existe reiteraci¨®n, sino creaci¨®n siempre nueva que Daniel Barenboim subraya y enaltece hasta lograr la elevaci¨®n impl¨ªcita en todos y cada uno de los preludios y fugas y en el panorama de conjunto que al final se ofrece a nuestra admiraci¨®n.
Estamos, sin duda para m¨ª, en una de las cimas del int¨¦rprete Barenboim, del m¨²sico, del virtuoso, del poeta. As¨ª lo entendi¨® la audiencia que llen¨® la sala grande del Auditorio Nacional durante casi dos horas de emoci¨®n, respiraci¨®n contenida y eclosi¨®n entusiasta y agradecida en una jornada de las que dejan honda y larga huella.
Babelia
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