La m¨²sica de lo invisible
El sello Mortier se nota ya en Par¨ªs. Hay un estilo muy cuidado de programaci¨®n, con una trilog¨ªa francesa de presentaci¨®n formada por Messiaen, Debussy y Poulenc, situando San Francisco de As¨ªs como primera nueva producci¨®n entre dos reposiciones de Pel¨¦as y Melisande y Di¨¢logos de carmelitas. Podr¨ªa haber jugado Mortier la carta de un tr¨ªo Bizet-Gounod-Massenet, pongamos por caso. El ¨¦xito habr¨ªa sido m¨¢s inmediato, seguramente, pero no es su estilo para una declaraci¨®n de principios. El propio Mortier da las charlas de introducci¨®n de todas las funciones, los programas de mano son mod¨¦licos, en fin, se nota que el n¨²mero uno de los directores art¨ªsticos ha decidido empujar lo suyo para convertir Par¨ªs en la capital mundial de la ¨®pera, si no lo es ya.
Saint Fran?ois d'Assise
De Olivier Messiaen. Con Jos¨¦ van Dam, Christine Sch?fer, Chris Merritt, Charles Workman y Brett Polegato, entre otros. Coro y Orquesta de la ?pera de Par¨ªs. Director musical: Sylvain Cambreling. Director de escena: Stanislas Nordey. Nueva producci¨®n. ?pera Bastille. Par¨ªs, 6 de octubre.
Jos¨¦ van Dam volvi¨® a ser san Francisco, un personaje con el que se ha sentido profundamente identificado desde el estreno de la ¨®pera en Par¨ªs en 1983. Despu¨¦s particip¨® en la lectura de Peter Sellars para Salzburgo en 1992 (el primer a?o de Mortier), con su posterior reposici¨®n parisina, y en 2002 en la Jahrhunderthalle de Bochum, con Kabakov, dentro de la Trienal del Ruhr. La voz del bar¨ªtono belga quiz¨¢s est¨¦ ahora menos fresca, pero la madurez interpretativa es prodigiosa. A su lado, Christine Sch?fer hizo un ?ngel verdaderamente sobrenatural de lirismo, intenci¨®n y expresividad. A un nivel m¨¢s que estimable se movi¨® el resto del reparto, con menci¨®n destacada para los tenores Merritt y Workman. La Orquesta de Par¨ªs, en estado de gracia, fue dirigida magistralmente por Sylvain Cambreling. Todos, as¨ª como el coro, fueron aclamados en los saludos finales.
La divisi¨®n de opiniones lleg¨® con el trabajo esc¨¦nico. El joven director franc¨¦s no sorprende con luces de ne¨®n y un panel de monitores de televisi¨®n mostrando todo tipo de p¨¢jaros, como Sellars, y tampoco fascina con una gigantesca c¨²pula de colores como Kabakov, y, por supuesto, no recrea los frescos de Giotto en As¨ªs. La suya es una inteligente lectura cartesiana, racionalista, geom¨¦trica, est¨¢tica, que deja al espectador mucha libertad para deslizarse entre la reflexi¨®n o la contemplaci¨®n. Las protestas parciales llegaron en gran medida por su moderaci¨®n. Qu¨¦ cosas.
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