Mirarse el cuerpo
Tras la ¨¦poca oscura de aquella edad intermedia que separ¨® el humanismo grecorromano del Renacimiento, los artistas empezaron a fijar su atenci¨®n en la figura humana, tomando como modelo las can¨®nicas estatuas de la Antig¨¹edad. A pesar de los estudios anat¨®micos a los que se dedicaron algunos artistas y de la delectaci¨®n en la representaci¨®n de desnudos, el "hombre" renacentista es una figura ideal que, abierta de brazos y piernas, se inscribe en la geometr¨ªa racional del c¨ªrculo y el cuadrado, mostr¨¢ndose como medida del universo y como modelo de la perfecci¨®n de la obra divina, realizada a su "imagen y semejanza". La venus de Botticelli o el David de Miguel ?ngel no son anecd¨®ticas r¨¦plicas de paisanos de su ¨¦poca sino estereotipos de la elevada idea que se ten¨ªa entonces de la humanidad.
LOS G?NEROS. EL CUERPO. CONCEPTOS Y REPRESENTACIONES
Sala Alcal¨¢ 31
Alcal¨¢, 31. Madrid
Hasta el 31 de octubre
Tras banalizarse, el tema de la "figura humana" entr¨® en crisis en el siglo XX con las ideas de abstracci¨®n y conceptualidad, sumergi¨¦ndose el "arte figurativo" en una nueva ¨¦poca de oscuridad. Cuando ahora algunos pretenden recuperar nuevamente la figura, ¨¦sta ha devenido en mero cuerpo que se presenta no como una realidad objetiva sino como simple apariencia de s¨ª mismo. Un ejemplo muy claro se presenta en esta exposici¨®n donde se muestran im¨¢genes deformadas, pr¨®tesis y elementos aleg¨®ricos de lo corporal, tales como ropajes que ponen en evidencia su ausencia, cascos de motorista que insin¨²an gestos de cabezas, cabinas o ruedas en las que introducir personas y discursos narrativos en torno a los h¨¢bitos y comportamientos, pero en los que se ha obviado la idea de figura humana.
Si es cierto, como asegura el comisario de la exposici¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªn-Medina, que con la posmodernidad "las experiencias corporales, las im¨¢genes del cuerpo y los objetos de uso o relacionados con lo corporal ocupan situaci¨®n de protagonista en todos los dominios de la vida social", esta exposici¨®n deber¨ªa de haber tomado una posici¨®n cr¨ªtica con respecto al triunfo del hedonismo y el egocentrismo que domina a los artistas cuyo discurso se desarrolla en torno a lo corporal, ya que en sus obras se denota una p¨¦rdida de conciencia social y una falta de voluntad ¨¦tica.
Aunque nos pese, las obras
de este "g¨¦nero" (y no s¨®lo las que se exhiben en esta muestra) revelan en la actualidad una fuerte carga de autocomplacencia y frivolidad. La subjetividad del artista se ha transformado en la obra en autismo, en una autosuficiencia sin relaci¨®n con su tiempo hist¨®rico ni con los acuciantes problemas sociales que padecemos. As¨ª, el horizonte que ofrece el mundo para muchos artistas j¨®venes no pasa de los l¨ªmites de su propio cuerpo, tal como sucede con la adolescente anor¨¦xica o con la mujer madura cuya preocupaci¨®n existencial radica en hacer desaparecer aquellas peque?as arrugas que dan fe de que ha vivido. Como muestra indirectamente esta exposici¨®n, el ideal de la figura cl¨¢sica se ha degradado hacia la miseria de lo corporal. Al final, como predican las vanitas del barroco, esta muestra parece querer recordarnos que s¨®lo somos polvo.
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