Por qu¨¦ leemos a Dante
Nunca habr¨¢ otro Dante. No s¨®lo porque Dante Alighieri, el poeta florentino del siglo XIII, fuera un genio irrepetible, sino tambi¨¦n porque las condiciones modernas probablemente no pudieran dar lugar a la aparici¨®n de un nuevo Dante. Pensemos en la personalidad de Dante, que, por lo poco que sabemos, probablemente fuera algo desabrida. Estaba muy seguro de tener raz¨®n, en todo. Estaba seguro de su idiosincr¨¢tica teolog¨ªa cat¨®lica y de su sistema de valores, que difer¨ªa lo bastante de los dictados oficiales del Vaticano como para que algunos de sus escritos fueran prohibidos; ten¨ªa suficiente certeza acerca de su propia comprensi¨®n de los asuntos religiosos como para describir el inexplorado territorio del purgatorio y contarnos qu¨¦ aspecto deber¨ªa tener la sant¨ªsima trinidad; estaba seguro de que las distintas religiones se equivocaban al situar a sus l¨ªderes en el infierno; sosten¨ªa con fuerza la opini¨®n de que debemos tener dos gobernantes, un emperador universal y un papa, para regir sobre toda la humanidad. Todo esto permiti¨® a Dante escribir la Divina Comedia, porque le daba la posibilidad de dise?ar el infierno, el purgatorio y el cielo, as¨ª como a todos sus habitantes, y de describir su propio viaje por esos ¨¢mbitos. Piensen en distribuir a sus amigos, parientes y a algunos papas en lugares espec¨ªficos de la vida en el m¨¢s all¨¢. No se puede escribir un poema as¨ª sin tener mucha confianza en uno mismo.
Transformamos la literatura cada vez que la leemos, igual que Dante transforma a Virgilio, su autor favorito, al reclutarlo como personaje
Hay que recordar que en la era de Dante (probablemente empezara su obra maestra en 1307 y la terminara en torno a 1317), el conocimiento era finito. Una sola persona pod¨ªa saberlo todo, m¨¢s o menos. Es decir, que un ¨²nico, prodigioso estudiante del mundo, como Dante, pod¨ªa razonablemente creer que pose¨ªa todo el saber conocido en el mundo acerca de historia, matem¨¢ticas, ciencias, literatura, religi¨®n, pol¨ªtica y arte.
A medida que fueron pasando los a?os, y los corpus de conocimiento y los sistemas de creencias se multiplicaron, el poema de Dante, con sus inflexibles puntos de vista, tuvo un recorrido dif¨ªcil. Espa?a fue el primer pa¨ªs, aparte de Italia, que ley¨® y tradujo a Dante. La Inquisici¨®n, sin embargo, en reacci¨®n contra la incipiente diferenciaci¨®n cultural, retrocedi¨® ante la condena de Dante de varios dogmas cat¨®licos. Esto retras¨® en Espa?a durante siglos la repercusi¨®n amplia de Dante. En el siglo XVIII, a ciertos creadores de tendencias culturales franceses, como Voltaire, les parec¨ªan b¨¢rbaras las descripciones que hac¨ªa Dante de los castigos infernales, de manera que lo enterraron, a¨²n m¨¢s, bajo su desaprobaci¨®n. A lo largo del siglo XIX la teolog¨ªa y la ideolog¨ªa de Dante siguieron siendo las razones principales para impedir o permitir la lectura de su poema.
Si hoy d¨ªa alguien tuviera tanta confianza en s¨ª mismo como la que tuvo Dante a la hora de escribir su gran poema, ?qu¨¦ dir¨ªamos de ¨¦l? En un entorno posterior a la II Guerra Mundial, lo tachar¨ªamos de demagogo, de extremista; si fuera un l¨ªder pol¨ªtico (como lo fue Dante durante alg¨²n tiempo en Florencia), lo llamar¨ªamos dictador o tirano. Probablemente dij¨¦ramos que era peligroso, y probablemente tuvi¨¦ramos raz¨®n.
Con todo, Dante es m¨¢s popular ahora en todo el mundo de lo que quiz¨¢ haya sido nunca en cualquier otro momento de la historia. Y esto sucede casi setecientos a?os despu¨¦s de empezar a escribir su poema, exiliado de la patria florentina. ?Qu¨¦ es lo que seguimos encontrando en Dante?
Dante albergaba la esperanza
sincera de que su poema cambiar¨ªa el mundo. Esperaba que trajera una unidad fuerte, teol¨®gica, cultural y ling¨¹¨ªstica, a Italia, a Europa, e incluso m¨¢s all¨¢. A medida que las culturas han ido abrazando cada vez m¨¢s la diversidad, el poema parece volverse m¨¢s potente y relevante para los lectores. A medida que ganamos distancia con respecto del r¨ªgido sentido de la realidad que ten¨ªa Dante, la realidad que ¨¦l invent¨® meticulosamente en la Comedia se vuelve m¨¢s accesible para todos nosotros. Es casi como si en un mundo que se ha diversificado en tantas religiones, sectas y culturas, la visi¨®n de Dante pudiera por fin ser compartida por todos nosotros -es decir, no nos pertenece a ninguno (ni siquiera los cat¨®licos pueden encontrar demasiadas cosas en com¨²n con su teolog¨ªa actual)-. Hay algo reconfortante en el hecho de estar en medio de una confianza sin l¨ªmites. ?sta es parte de la raz¨®n por la que tenemos tanto miedo a la demagogia, por lo evidente que resulta su atractivo. Pero con Dante hace tiempo que los dogmas se desactivaron, su ideolog¨ªa pol¨ªtica y la mayor¨ªa de sus certezas teol¨®gicas ya no suscitan pol¨¦mica. Todos podemos creer en el poema, sin tener en cuenta nuestros antecedentes. As¨ª, el poema en realidad nos aglutina y logra finalmente lo que Dante se propuso: crear una nueva unidad.
Es cierto que no es as¨ª como Dante hubiera querido que ley¨¦ramos su poema. Sin embargo, la mayor parte de nuestro arte y nuestra cultura no se aprecia en el contexto que sus creadores imaginaron -pensemos en c¨®mo el arte va cambiando de sitio por los museos-. Francamente, no estoy seguro de que el poema de Dante se leyera nunca como ¨¦l quer¨ªa. Dante, por lo que hemos podido averiguar, pretend¨ªa sinceramente que sus lectores creyeran que ¨¦l en efecto realiz¨® ese viaje por los tres reinos de la vida despu¨¦s de la muerte, como Eneas o san Pablo, a quienes menciona al comienzo de su poema. Pero no he encontrado ninguna prueba clara de que ning¨²n lector se tomara esta pretensi¨®n en serio, incluso en tiempos del propio Dante. Ni siquiera su hijo Pietro, que escribi¨® el primer comentario sobre el poema. A veces me pregunto si hay alguien por ah¨ª que cree silenciosamente que Dante s¨ª descendi¨® a los infiernos desde los oscuros bosques donde lo encontramos en el primer canto del Inferno. Me emocionar¨ªa encontrarme con un lector as¨ª. En cualquier caso, creo que a Dante le molestar¨ªa saber que no todos hemos aceptado su palabra tanto como este lector imaginario.
Pero esto es parte de lo que hace que la literatura sea excitante y siga viva: transformamos la literatura cada vez que la leemos, igual que Dante transforma a Virgilio, su autor favorito, al reclutarlo como personaje central de la Comedia. Virgilio incluso adquiere un nuevo destino en el plan de Dante -un destino agridulce, como gu¨ªa valiente, pero tambi¨¦n como ciudadano permanente del infierno-. Parte de la fascinaci¨®n que Dante sent¨ªa por Virgilio viene del hecho de que si la Eneida contaba los or¨ªgenes de Roma, Dante estaba intentando arreglar la identidad presente y futura de Italia. As¨ª que Dante integra a Virgilio en esta nueva visi¨®n. Aunque en su historia Virgilio resulte abandonado finalmente en el infierno, Dante se asegura de que su poes¨ªa no se abandone.
Pod¨ªamos decir que la Divina
Comedia marca el origen de la literatura moderna: una literatura de ideas. De manera que aunque ajustamos constantemente nuestros paradigmas literarios, siempre llevamos con nosotros a Dante; as¨ª, vamos construyendo no s¨®lo nuestra literatura presente sino tambi¨¦n nuestros or¨ªgenes literarios, igual que hizo Dante. Encontramos en ¨¦l conceptos nuevos, nuevas arrugas, nuevos principios, nuevos regalos para nuestro tiempo. Por fijo que pudiera ser su corpus de conocimientos, su imaginaci¨®n no ten¨ªa l¨ªmites, y eso produce una obra de arte cuyo final es mucho m¨¢s abierto de lo que probablemente Dante admitiera estar escribiendo. Es por esto por lo que la traducci¨®n tiene un papel tan importante en la apreciaci¨®n actual de Dante, y por lo que leer traducciones del texto de Dante tiene su propio valor, independientemente del texto original. La traducci¨®n es una manera de desafiar constantemente al texto y de redescubrirlo. Leemos la Comedia no s¨®lo para descubrir lo que dice, sino tambi¨¦n para descubrir lo que podr¨ªa estar diciendo ma?ana.
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