El acoso en la escuela
Soy psic¨®loga cl¨ªnica. Le escribo con motivo de los tr¨¢gicos sucesos que costaron la vida a Jokin en el instituto Talaia de Hondarribia.
No voy a teorizar sobre el acoso en el entorno escolar, ni a explicar los devastadores efectos que produce en las v¨ªctimas, ni a indicar la aterradora frecuencia con la que se producen estos hechos. S¨®lo quer¨ªa ponerles un ejemplo, uno de tantos en m¨¢s de 20 a?os de ejercicio profesional: el de una adolescente menuda y bonita, estudiante sin problemas hasta entonces, que acudi¨® a consulta con una grave crisis depresiva y un intento de suicidio.
Lo que recuerdo m¨¢s v¨ªvidamente de aquel caso es el desconcierto y la angustia de la madre -que cre¨ªa que la ni?a deb¨ªa de haber provocado de alguna manera la brutalidad de sus compa?eros de aula-. Recuerdo explicarle pacientemente el esquema que siguen estos casos: A) la v¨ªctima es una, los agresores, 4, 6, 8... B) El resto de los alumnos se dividen entre los que se r¨ªen del humillado y los que miran a otro lado, por miedo a que se lo hagan a ellos tambi¨¦n. C) La actitud de alguno de los adultos responsables se traduce en tres frases: "No sab¨ªa nada", "son cosas de cr¨ªos", "tiene que aprender a defenderse solo".
Derivada la muchacha al psiquiatra para que prescribiese la medicaci¨®n, volvieron poco despu¨¦s para seguir con la terapia y la madre coment¨® tristemente que el m¨¦dico (un excelente profesional, presumiblemente harto tambi¨¦n de situaciones similares) le hab¨ªa comentado que la ¨²nica culpa que arrastraban era que hab¨ªa "educado a su hija para ser buena persona", mientras que "muchos de sus compa?eros estaban educados para ser aut¨¦nticos miserables".
Espero, por Jokin, su familia, y por todos los otros ni?os y adolescentes que est¨¢n atravesando su particular v¨ªa crucis de acoso y maltrato, que se vaya hasta el final, y que se depuren las responsabilidades a que haya lugar, en todos los niveles.
Una ¨²ltima consideraci¨®n: a ninguno de los chicos que atiendo en mi consulta y a ninguno de los adolescentes de mi entorno se les ha hablado en clase estos d¨ªas de lo que le ocurri¨® a Jokin.- Patricia Gende Feely. A Coru?a.
Impresionado y sumamente conmovido por la terrible noticia del reciente suicidio de Jokin en Hondarribia, me dispuse a comentarle el tema a mi chaval de 12 a?os que, precisamente ahora, comienza su andadura escolar en la ESO.
Tras un intercambio de impresiones al respecto, donde yo me adentr¨¦ en demas¨ªa en bienintencionados comentarios morales y ¨¦ticos, mi hijo me desarm¨® por completo al concluir la conversaci¨®n con el siguiente argumento: "... Mira, pap¨¢, todo eso que dices est¨¢ muy bien: que no es justo ni admisible la actitud de los chavales violentos; que la violencia s¨®lo engendra violencia; que debo, si me ocurre, hablarlo con los profesores y, por supuesto, contigo; que no ceda ante las amenazas y coacciones, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Pero yo te digo s¨®lo una cosa: si esto me pasa alguna vez y lo cuento a los mayores, ser¨¦ para siempre acusado de "chivato" y eso ser¨¢ lo peor para m¨ª. La ¨²nica soluci¨®n es conseguir reunir a mis colegas y amenazarlos nosotros a ellos con mayores represalias. Quiz¨¢ eso pueda pararlos. Esto es lo que hay...".
No pude continuar hablando con ¨¦l. Y de verdad que lo siento...
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