Levi y sus autores favoritos
En la pol¨¦mica entre Primo Levi y Jean Am¨¦ry, surgida a ra¨ªz del revisionismo hist¨®rico al que fueron sometidos los horrores del nazismo, hiela la sangre pensar en la actitud adoptada por el autor italiano, partidario, por supuesto, de someter a la justicia a los responsables del exterminio y de las atrocidades cometidas en los campos de concentraci¨®n, pero al mismo tiempo de reflexionar sobre las causas que llevaron a Alemania a convertirse en verdugo imp¨ªo y de intentar emprender un camino de reconciliaci¨®n. Pone los pelos de punta tanta grandeza por parte de Primo Levi, un superviviente de Auschwitz, a donde fue deportado en 1943, por pertenecer a la resistencia antifascista italiana, donde fue sometido a las salvajadas propias de aquel infernal lugar durante dos a?os y de donde fue liberado por el Ej¨¦rcito Rojo, en 1945, para iniciar una larga y kafkiana odisea por los pa¨ªses de la Europa del Este hasta poder regresar a Tur¨ªn, su ciudad natal.
LA B?SQUEDA DE LAS RA?CES
Primo Levi
Traducci¨®n de Miguel Izquierdo, Arantxa Mart¨ªnez
y Elena Melchiorri
El Aleph. Barcelona, 2004
444 p¨¢ginas. 19,90 euros
No es extra?o que Jean Am¨¦ry, tambi¨¦n superviviente de Auschwitz, lo tildara despectivamente de "el perdonador" a ra¨ªz de la citada pol¨¦mica. Es dif¨ªcil dilucidar las razones que llevan a algunos hombres a adoptar una actitud generosa con sus verdugos y a otros no. Es m¨¢s, quiz¨¢ no se trate de razones, sino de maneras de ser y de sentir, conformadas tanto por la naturaleza como por la formaci¨®n. Eso es, al menos, lo que se intuye leyendo este volumen titulado La b¨²squeda de las ra¨ªces, una antolog¨ªa de textos pertenecientes a treinta autores que Primo Levi reuni¨® por encargo del editor Giulio Bollatti, en 1980.
El encargo, destinado a la lectura de estudiantes de ense?anza obligatoria, ten¨ªa por objeto que del conjunto de textos seleccionados surgiera una suerte de retrato del autor que los hubiera elegido, y fue hecho tambi¨¦n a otros autores (a Italo Calvino, a Leonardo Sciasca, a Paolo Volponi, entre otros), que aceptaron el encargo con entusiasmo pero que luego no cumplieron. S¨ª lo hizo Primo Levi y, seg¨²n cuenta en el pr¨®logo del volumen, con bastante rapidez, ya que "tengo la costumbre de colocar mis libros preferidos, independientemente de su tema o ¨¦poca, en un mismo estante, todos profusamente subrayados en aquellos pasajes que amo releer: de este modo, no he tenido que trabajar en exceso".
El retrato de Primo Levi (Tu-
r¨ªn, 1919-1987) que dibuja esta selecci¨®n de textos es el de un hombre que pudo sobrevivir al horror gracias a un talante muy peculiar, ecl¨¦ctico, generoso, racional y rebosante de sensatez, de iron¨ªa y de sentido del humor. Rasgos que se corresponden perfectamente con las caracter¨ªsticas de los autores representados en su antolog¨ªa. Una antolog¨ªa que, en primer lugar, muestra la doble faceta de Levi, como hombre cient¨ªfico (estudi¨® qu¨ªmica en la Universidad de Dubl¨ªn y siempre desempe?¨® trabajos acordes con esta disciplina) y hombre de letras, a los que hay que a?adir el hombre ¨¦tico, el ciudadano comprometido con los avatares del mundo que le rodea y con el destino de una humanidad sojuzgada (no olvidemos que estamos hablando del autor de Si esto es un hombre, La tregua y, entre otros t¨ªtulos, Los hundidos y los salvados, testimonios de su experiencia de los campos nazis).
Al profundo conocimiento, en su propia carne, de que el hombre sufre injustamente (el volumen se inicia con un fragmento del Libro de Job y este sentimiento de impotencia ante el castigo inmerecido pero insoslayable est¨¢ reforzado, entre otras, por muestras de Asesinato en la catedral, de T. S. Eliot, y por El jinete a caballo, un relato de Isaac Babel), Primo Levi opone la "salvaci¨®n de la risa" (la comicidad vitalista de Rabelais, con su Pantagruel; la piedad escondida bajo la risa de los versos de Giuseppe Belli, poeta del siglo XIX, o la feroz s¨¢tira de Swift) y "la salvaci¨®n del saber" a trav¨¦s de la ciencia (Lucrecia Caro, el poeta materialista que buscaba una explicaci¨®n racional de la naturaleza; Darwin, el atomismo de W. H. Bragg, la imaginaci¨®n futurible de Arthur C. Clarke), y la "salvaci¨®n por la conciencia moral" (Conrad, Saint-Exup¨¦ry, Rigoni Stern o Paul Celan).
Cada uno de los treinta textos seleccionados est¨¢ precedido por una breve presentaci¨®n de su autor escrita por el propio Primo Levi. Cada uno de esos "prologuillos" son una pieza exquisita que, en su conjunto, justifican la lectura del libro. En el de Por qu¨¦ no somos felices, de Bertrand Russell, Primo Levi escribe: "El fil¨®sofo enumera, con indulgencia pero con su habitual precisi¨®n, las muchas maneras absurdas que adoptamos para volvernos gratuitamente infelices... Russell pretende demostrarnos que los problemas eternos, no s¨®lo del conocimiento, sino tambi¨¦n del qu¨¦ hacer, son accesibles a nuestra raz¨®n. Es un buen amigo: nos dice que la condici¨®n humana es miserable, pero que resulta ocioso demorarse en compadecerla, y obligatorio dedicarse a mejorarla". Estas palabras, escritas por un hombre que se quit¨® la vida, impresionan de veras.
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