Excesos verbales

Uno de los principios de la diplomacia es la prudencia, que a menudo incluye ciertas dosis de disimulo. En el caso de Estados Unidos y Espa?a, no impera ni lo uno ni lo otro desde la decisi¨®n del presidente Zapatero de retirar las tropas espa?olas de Irak. Tanto Madrid como Washington, en igual proporci¨®n, est¨¢n acostumbr¨¢ndonos a un absurdo, torpe y hasta peligroso lenguaje, muy lejos de lo que debe ser el comportamiento de dos gobiernos aliados. Alguien en una y otra capital deber¨ªa poner freno a los excesos verbales de sus representantes, incluidos los que en ocasiones han protagonizado los m¨¢ximos responsables de sus respectivos gobiernos.

Menos mal que en las ¨²ltimas 24 horas se ha querido inyectar algo de cordura ante tanto dislate. El presidente del Gobierno espa?ol ha preferido no valorar la contundente e inelegante explicaci¨®n del embajador estadounidense, George Argyros, sobre su ausencia en el desfile militar del d¨ªa 12, molesto por el gesto de Zapatero de no levantarse al paso de la bandera de su pa¨ªs en la parada del a?o anterior -cuando era l¨ªder de la oposici¨®n-, y desmintiendo lo que la embajada hab¨ªa dicho el d¨ªa anterior.

Tambi¨¦n parece sensato que Argyros -a quien la propia definici¨®n de su cargo le exige ser diplom¨¢tico en el tono y las formas- y el ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, se comprometieran ayer mismo, en un desayuno cordial, a controlar los excesos verbales. Lo cual no significa que el Gobierno espa?ol deba corregir su decisi¨®n respecto de la retirada de las tropas espa?olas de Irak, algo a lo que se comprometi¨® Zapatero y que, adem¨¢s del refrendo electoral, cuenta con el apoyo enormemente mayoritario de la ciudadan¨ªa. El presidente del Gobierno volvi¨® a expresarse ayer en Budapest de forma categ¨®rica en contra de un eventual regreso de soldados espa?oles a Irak, aunque fuera bajo bandera de la ONU.

Pero, una vez tomada esa decisi¨®n y ratificada en todos los foros, cabe esperar que las dos partes rebajen el tono vocinglero de un desencuentro que sin duda viene alimentado por la campa?a electoral de EE UU. Ser¨ªa deseable que remitiera una vez se conozca qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo inquilino de la Casa Blanca. Evidentemente, para los intereses de Madrid no es lo mismo Bush que Kerry. Pero, con uno u otro, Zapatero tiene hoy por hoy un problema, pues el aspirante dem¨®crata critic¨® tambi¨¦n la retirada de tropas espa?olas de Irak. Por supuesto que entre dos gobiernos aliados caben las divergencias, pero es evidente que las relaciones con EE UU son la asignatura internacional de Zapatero, con Bush o sin ¨¦l. No es grave si las torpezas se deben a la biso?ez. La experiencia madura a un Gobierno. M¨¢s inquietante ser¨ªa si obedecen a un inconfesable antiamericanismo de algunos miembros del Gobierno. Eso ser¨ªa tan contraproducente como el furibundo americanismo que propugn¨® Aznar.