"Nada es m¨¢s fascinante que la figura humana"
John Davies (Cheshire, Reino Unido, 1946) cree que el trabajo del artista es un viaje en el que se aprende seg¨²n transcurre la existencia, se observa a los dem¨¢s y se refleja el tiempo en que se vive. El ultimo trayecto del viaje por la escultura con forma humana que est¨¢ haciendo desde hace m¨¢s de 30 a?os le ha llevado a Bilbao, donde hoy inaugura en el Museo de Bellas Artes la primera exposici¨®n antol¨®gica de su carrera. A partir de marzo de 2005 la muestra podr¨¢ verse en el IVAM de Valencia, el museo que cuenta con la presencia m¨¢s importante de obra de Davies, s¨®lo superada por la colecci¨®n Sainsbury, propiedad de los primeros mecenas del artista. La retrospectiva re¨²ne m¨¢s de 200 obras, esculturas y dibujos que muestran cabezas y seres humanos desolados. "No puedo imaginar hacer otra cosa", admite con un tono resignado. "No hay nada m¨¢s fascinante que la figura humana".
"El rostro no es el espejo del alma. Muchas veces la cara de un ser humano no dice nada, es s¨®lo una m¨¢scara. Y eso la hace m¨¢s interesante"
"El artista contempor¨¢neo avanza hacia la superficialidad, m¨¢s asociado con la comercializaci¨®n, con llegar a ser una celebridad"
"Son tiempos dif¨ªciles para un artista; no encuentra su lugar", murmura Davies al hacer un balance de su trabajo de escultor. "El artista contempor¨¢neo avanza hacia la superficialidad, m¨¢s asociado con la comercializaci¨®n, con llegar a ser una celebridad en la sociedad. Es show business. Resulta c¨ªnico, pero es el arte que nos merecemos, reflejo del materialismo de la vida contempor¨¢nea".
Su carrera comenz¨® a finales de los a?os sesenta y despeg¨® con las exposiciones que le dedic¨® la Whitechapel Art Gallery, de Londres, en 1972 y 1975. Desde el principio la figura masculina ha dominado su obra. "Empec¨¦ modelando mi propio cuerpo; luego a mis amigos, tambi¨¦n hombres. La sensaci¨®n teatral de las obras es m¨¢s extrema si s¨®lo hay figuras masculinas", defiende el escultor. En los ¨²ltimos 15 a?os han aparecido las mujeres, pero casi siempre formando parte de grupos.
Las cabezas humanas surgieron desde los comienzos. "Me llev¨® m¨¢s de 10 a?os reunir el coraje suficiente para modelar una figura completa; fue un proceso de aprendizaje muy largo y lento, con las manos, los pies". Davies reclama tiempo para cada paso. "Trabajo como un artesano. Hoy el taller de un escultor es una peque?a factor¨ªa, pero yo no tengo ni un solo ayudante, lo hago todo yo mismo", explica. El primer paso es sobre el papel. "Dibujo todo el tiempo, en mi casa, en el estudio, para plasmar mis ideas. El dibujo es un entrenamiento, una buena prueba y una preparaci¨®n para las esculturas, pero tambi¨¦n en un trabajo en s¨ª mismo que mantiene mi imaginaci¨®n activa".
En los a?os setenta, Davies llev¨® a la escultura su compromiso contra las guerras. Un buen ejemplo de aquella etapa es la pieza War memorial (Memorial de guerra) (1974-1977), una composici¨®n de tres figuras masculinas inspirada en el conflicto de L¨ªbano. Se enamoran de la idea de la guerra y no se dan cuenta del horror hasta que es muy tarde.
Las situaciones de guerra no tienen fin, se suceden unas a otras, pero no voy a volver a esa serie sobre la guerra".
Ahora sus preocupaciones se centran en una serie que plasma los personajes que recupera de sus recuerdos infantiles, "llenos de fantasmas muy vivos", asegura, y retratos de las personas que le rodean. De su memoria han surgido parejas que parecen tristes, aisladas y hier¨¢ticas, a pesar de estar bailando. "No son recuerdos infelices, pero mi trabajo ha sido siempre austero y desolado".
"Hacer retratos de los vivos es muy dif¨ªcil", reconoce. "El rostro dice mentiras,
no es el espejo del alma, por eso algunas de mis esculturas tienen artefactos sobre la cabeza. Muchas veces la cara de un ser humano no dice nada, es s¨®lo una m¨¢scara. Y eso la hace m¨¢s interesante". Hace cuatro a?os, Davies recibi¨® el encargo de realizar un retrato del arquitecto Norman Foster para la National Portrait Gallery, de Londres. "Es un arquitecto maravilloso y un hombre apuesto, pero lo que realmente me ayud¨® es que se parece a mi hermano mayor, Peter", confiesa.
Admirador de Antonio L¨®pez, no se siente atra¨ªdo por la fotograf¨ªa y el v¨ªdeo. "Me temo que son como la comida r¨¢pida. La gente est¨¢ empezando a confundir dibujos y fotograf¨ªas, que vienen de mundos muy diferentes. El dibujo sale de la mano y la c¨¢mara es un sustituto de la mirada real. Los j¨®venes crecen viendo seis horas de televisi¨®n, sin tiempo para la pintura y la escultura. Quieren arte r¨¢pido, y eso, como la poes¨ªa r¨¢pida, no existe".
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