George W. Bush, un candidato con complejo de Edipo
Si el presidente gana las elecciones habr¨¢ demostrado de una vez por todas que ha superado a su padre
Una noche, cuando George W. Bush ten¨ªa 30 a?os, volvi¨® en coche a la casa familiar en Washington borracho. Su padre, el futuro presidente, lo vio entrar. Su primog¨¦nito hab¨ªa resultado ser una gran decepci¨®n. Era un bebedor empedernido que no hab¨ªa sacado ning¨²n provecho de las enormes ventajas que las conexiones familiares le hab¨ªan brindado. Hab¨ªa ido al mismo colegio de ¨¦lite que su padre, a la misma gran universidad, pero hab¨ªa sacado siempre notas mediocres, muy por debajo de las de su padre en su d¨ªa y por debajo tambi¨¦n de su hermano menor Jeb, el listo de la familia. George j¨²nior fue piloto militar, como su padre, pero mientras que ¨¦ste hab¨ªa combatido con distinci¨®n y coraje en la II Guerra Mundial, el hijo se las hab¨ªa ingeniado para no ir a Vietnam. George hijo, siempre siguiendo los pasos de su padre, entr¨® en el negocio del petr¨®leo. El padre se hab¨ªa hecho millonario en el oil business de Tejas, pero hasta en esto -a pesar de contar con mucho m¨¢s apoyo pol¨ªtico y empresarial que el padre- el hijo fracas¨®. Y ahora aqu¨ª estaba, regresando a casa a las tantas de la noche, borracho, con sus 30 a?os cumplidos.
Irak ofrec¨ªa a Bush la posibilidad de purgar el complejo de inferioridad que tiene con su padre
Bill Minutaglio narra la an¨¦cdota, nunca desmentida, en su libro, First Son: George W. Bush and the Bush Family Dynasty. "Ol¨ªa a cerveza", cuenta Minutaglio, "no ten¨ªa carrera realmente, era tarde y durante la mayor parte de su vida ¨¦l, m¨¢s que ning¨²n otro miembro de la familia, hab¨ªa sido comparado con su padre, con su abuelo". George W. Bush, consciente de su fracaso pero incapaz de superarlo, sent¨ªa que su padre lo despreciaba. Pero aquella noche, en vez de callar, en vez de disimular el resentimiento que iba acumulando, explot¨®. "Entiendo que me est¨¢s buscando", ret¨® a su padre, en el m¨¢s puro estilo de pel¨ªcula del Oeste que m¨¢s tarde definir¨ªa su ret¨®rica presidencial. "Pues, ?vamos mano a mano
[utiliz¨® las palabras espa?olas, a lo Tejas] aqu¨ª mismo, entonces?". El padre declin¨® la oferta. Pero pasaron diez a?os m¨¢s hasta que Bush hijo dejara la botella, descubriera a Dios y se lanzara a una carrera pol¨ªtica cuyo ¨¦xito su padre jam¨¢s se hubiera imaginado.
Se han dado muchas interpretaciones sobre por qu¨¦ el actual presidente Bush decidi¨® ir a la guerra contra el mismo pa¨ªs al que su padre se la declar¨®. En Europa se ha tendido a buscar explicaciones que obedecen a una estrategia l¨®gica, como que todo tiene que ver con el petr¨®leo iraqu¨ª. En EE UU ni la gente, ni los medios, se han complicado tanto la vida. Porque se sab¨ªa que, por m¨¢s que el factor petr¨®leo hubiera sido importante o que las ideolog¨ªas imperiales de los neoconservadores hayan influido en el desenlace final, el motor de todo fue la venganza. Venganza por lo que pas¨® el 11-S. EE UU, un pa¨ªs joven cuyas relaciones con los malos y los buenos del mundo se definen en la conciencia popular por la ¨¦tica de John Wayne, no pod¨ªa sentarse con los brazos cruzados ante semejante agravio. El pa¨ªs era sencillamente incapaz de montar la sutil, paciente, discreta contraofensiva, basada en los servicios de inteligencia, que exig¨ªan las mentes fr¨ªas en Europa. Ten¨ªan los norteamericanos que dar duro contra alguien, y ese alguien ten¨ªa que ser no s¨®lo reconociblemente malvado, sino en este caso ¨¢rabe.
Sadam Husein fue el objetivo perfecto. Primero porque el electorado norteamericano ya lo conoc¨ªa como el malo de la pel¨ªcula. Segundo porque derrotar a Irak era m¨¢s f¨¢cil que derrotar a Ir¨¢n o Corea del Norte. Tercero porque ofrec¨ªa a George W. Bush la posibilidad de purgar el complejo de inferioridad que hab¨ªa ido arrastrando a lo largo de su vida en su relaci¨®n con su padre. Y no s¨®lo eso, sino que tambi¨¦n exist¨ªa la necesidad de borrar una mancha que se hab¨ªa asociado con el nombre familiar desde la presidencia de George padre. Newsweek hab¨ªa denominado wimp al padre. Wimp es un insulto norteamericano que implica debilidad y cobard¨ªa. Ni el padre ni el hijo jam¨¢s perdonaron a Newsweek. La guerra con Irak respondi¨® a muchos factores, pero uno de ellos fue la necesidad de Bush hijo de salir de la sombra de su padre, de concluir el trabajo que su padre hab¨ªa dejado a medias en 1991, de llevar a cabo, en resumen, una catarsis personal.
Por eso la desesperaci¨®n del presidente, como cuenta su ex asesor en contraterrorismo Richard Clarke, por establecer desde el primer momento una conexi¨®n entre los ataques en Nueva York y Sadam, "el hombre que intent¨® matar a mi pap¨¢". Por eso, dado el entusiasmo neoconservador por llevar la democracia a la fuerza al mundo ¨¢rabe y dadas tambi¨¦n las conexiones petroleras del vicepresidente Dick Cheney, los supuestos intentos de evitar la guerra a trav¨¦s de la ONU fueron una farsa.
Minutaglio dice que si hay una cosa que George W. Bush detesta, que le desquicia, es cuando la gente habla del factor ed¨ªpico en la relaci¨®n con su padre. Por eso result¨® ser una brillante idea por parte de John Kerry mencionar precisamente esa relaci¨®n en su primer debate televisado con el presidente, el que Kerry gan¨® por mayor margen. El golpe m¨¢s certero que dio Kerry fue cuando dijo: "El padre del presidente no entr¨® en Irak m¨¢s all¨¢ de Basora. Y el motivo por el cual no lo hizo es que no hab¨ªa una viable estrategia de salida. Y dijo que nuestras tropas ser¨ªan vistas como fuerzas de ocupaci¨®n en una tierra amargamente hostil. Y ¨¦sta es exactamente la situaci¨®n hoy".
La reacci¨®n de Bush, como se?al¨® la columnista de The New York Times, Maureen Dowd, fue la de un hijo al que su padre le acaba de rega?ar. Kerry hizo el papel del mayor, del se?or serio, mientras que los gestos que hac¨ªa Bush eran, escribi¨® Dowd, los de "un ni?o peque?o que se porta mal, que se niega a sentarse en su silla a comer sus espinacas".
Vencer a Kerry en las elecciones es vencer a su padre. El riesgo si pierde es que su presidencia sea valorada como un desastre, como el ¨²ltimo y m¨¢s catastr¨®fico de los fracasos que ha acumulado a lo largo de una vida en la que ha intentado emular, paso a paso, a su padre. Si gana Bush, entonces habr¨¢ logrado el objetivo al que siempre ha aspirado: superar el complejo ancestral, demostrar de una vez por todas que es mejor que su padre, el presidente que no fue capaz de lograr la reelecci¨®n.
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