Carn¨¦ por puntos y motociclismo
Leo que casi un tercio de todas las plazas de podio habidas en el presente Campeonato del Mundo de velocidad han sido ocupadas por pilotos espa?oles. De todos, el m¨¢s aclamado ha sido Dani Pedrosa, campe¨®n de motociclismo en 250 c.c. Casi al mismo tiempo, la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico (DGT) liberaliza el carn¨¦ para conducir motocicletas de baja cilindrada, al eximir de un nuevo permiso a los que ya poseen el de conducir coches. Todo ello, en el marco de la pr¨®xima entrada en vigor del carn¨¦ por puntos.
Vayamos por partes. Aunque sea una cuesti¨®n tangente al objetivo de este art¨ªculo, resulta significativo el patriotismo deportivo (espa?olista, mayoritariamente) que muestran los medios de informaci¨®n: un deporte s¨®lo es noticia si hay alg¨²n espa?olito que triunfa, sea en pirag¨¹ismo glaciar o en canicas a cuatro. Poco aficionado en general a los deportes, imagino, sin embargo, el abandono de los aficionados a cualquier otra especialidad, hu¨¦rfanos de la dosis informativa, a la espera de que alg¨²n compatriota se alce con un t¨ªtulo. Y luego dicen que el deporte no est¨¢ politizado... Menos mal que Carlos Sainz se retira del oficio, con lo que nos ahorraremos la tabarra del poco edificante espect¨¢culo ambiental de los rallies. Lo verdaderamente preocupante de este apunte deportivo es que la velocidad continuar¨¢ apareciendo como un valor en alza, con todos los riesgos que el fen¨®meno social conlleva, especialmente para los m¨¢s j¨®venes.
En cuanto a la decisi¨®n de la DGT sobre las motos, ya hemos visto sus primeros efectos: agotamiento de las existencias en las tiendas. Parece muy arriesgado suponer que quien posee el permiso para las cuatro ruedas est¨¢ capacitado para circular sobre dos en los mismos escenarios. Nuestras grandes ciudades, que ya no saben qu¨¦ hacer con tanta moto en sus calles y aceras, el uso del casco y los escapes libres, van a ver incrementada la avalancha urbana sobre dos ruedas. De momento, en Valencia, impera la ley de la selva. Las aceras, ¨²ltimo refugio de los viandantes, est¨¢n siendo invadidas. ?Peatones de todas las razas, un¨ªos!
Pero m¨¢s penoso resulta comprobar que, mientras muchas ciudades europeas ponen en marcha planes de movilidad para promover el uso peatonal de las calles, la bicicleta y el transporte colectivo, al tiempo que ponen trabas a los veh¨ªculos a motor, aqu¨ª nos dedicamos a fomentar el uso de los medios m¨¢s agresivos con el medio ambiente y sus habitantes. Si la DGT quiere de verdad frenar la insostenible sangr¨ªa de dolor en las calles y carreteras, podr¨ªa empezar, entre otras tareas, por cambiar los mensajes publicitarios, que vienen culpando de todos los males exclusivamente a los ciudadanos. Un cambio sustancial podr¨ªa consistir en invitar a todos esos campeones, incluido el flamante Fernando Alonso de la F¨®rmula Uno, a que participen en anuncios, explicando a los j¨®venes que, correr en exceso fuera de los circuitos es una imprudencia criminal, adem¨¢s de una horterada. Sabemos que los j¨®venes mimetizan el comportamiento de sus ¨ªdolos. Por otra parte, la DGT habr¨ªa de abandonar esa indisimulada mala conciencia que muestra cada vez que se endurecen las normas, pues inmediatamente tratan de tranquilizar a la ciudadan¨ªa: bueno, le podemos quitar el carn¨¦, pero no se preocupe, con unos cursos de reeducaci¨®n o con buena conducta, puede recuperarlo...
No estoy en contra de las nuevas modificaciones reglamentarias, aunque me parecen insuficientes, por-que esta nueva pol¨ªtica que se anuncia no va al fondo del fondo de la cuesti¨®n: entre otras, las medidas en origen que habr¨ªa que introducir para limitar la velocidad, tanto en las m¨¢quinas como en el dise?o de las v¨ªas. Porque ya sabemos que con carn¨¦ por puntos o sin ¨¦l, se seguir¨¢n cometiendo excesos intolerables, con resultados fatales, que se podr¨ªan evitar de ra¨ªz. No resulta ¨¦ticamente aceptable fijar como objetivo una rebaja de la siniestralidad, sino su eliminaci¨®n.
Por otra parte, todo parece indicar que no era solo el carn¨¦ el obst¨¢culo para adquirir una motocicleta, sino que el repentino aumento de la demanda procede, en buena medida, de conductores que huyen de ciertas incomodidades del coche, circular y sobre todo aparcar, pero tambi¨¦n da la impresi¨®n de que es un refugio para los que temen perder el permiso por los puntos: ¨¦sta era pues, una buena ocasi¨®n para fomentar los medios alternativos no motorizados. Parece claro que, ahora mismo, una cantidad apreciable de conductores se quedar¨ªa sin permiso si se aplicaran estrictamente las normas. En un estudio reciente, la mitad de los j¨®venes admite que se salta los sem¨¢foros en las ciudades: ?Cu¨¢ntos ser¨¢n san-cionados? ?Cu¨¢ntos puntos costar¨¢ esta infracci¨®n? ?Cu¨¢ntos morir¨¢n o quedar¨¢n heridos, o atropellar¨¢n a otros, antes de llegar a los 12 puntos?...
Atenci¨®n al Gran Premio de la Comunidad Valenciana, en el circuito de Cheste, el pr¨®ximo d¨ªa 31 de octubre y a sus efectos secundarios. Ya conocemos esos efectos en Valencia, en sus carreteras de acceso y en sus calles, en los d¨ªas pr¨®ximos a las carreras. Unos efectos que, seguramente, se prolongan en el tiempo.
Joan Olmos es ingeniero de Caminos
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