La rehabilitaci¨®n de Blas Infante
Con motivo del proceso de "rehabilitaci¨®n" del presidente Companys, pol¨ªticos y periodistas andaluces vienen hablando del caso de Blas Infante y, de paso y en relaci¨®n con ¨¦l, de algunos de los miles de desaparecidos tras el golpe militar de julio del 36 en Sevilla. Se habla, como en el caso catal¨¢n, de revisi¨®n y anulaci¨®n de condenas. Nadie parece tener en cuenta que, por ilegal que fuesen ambas muertes, al contrario que en el caso de Lluis Companys, asesinado el 14 de octubre de 1940, en el de Blas Infante no hubo ni consejo de guerra ni sentencia alguna. De nuevo hay que recordar que, durante meses, los golpistas tuvieron como ¨²nico respaldo para la represi¨®n el ilegal bando de guerra de 18 de julio. La ¨²nica "sentencia" que existe referida a Infante es la del Tribunal Regional de Responsabilidades Pol¨ªticas de 4 de mayo de 1940, en la que se alud¨ªa a su fallecimiento el 10 de agosto por "aplicaci¨®n del Bando de Guerra".
El objetivo principal de este tribunal creado en 1939, o sea, casi tres a?os despu¨¦s de la muerte de Infante, no era otro que esquilmar a las familias de los represaliados. Me temo, pues, que si de lo que se trata es de rehabilitar, entre otras, la memoria de Blas Infante convendr¨ªa dejar a un lado dicha sentencia, ajena a su muerte, y, por tarde que resulte, afrontar una investigaci¨®n oficial sobre aquella masacre y sus m¨¢ximos responsables. Las aberraciones judiciales cometidas por los golpistas pueden, como en el caso de Companys, revisarse y anularse, rehabilitando as¨ª la memoria de sus v¨ªctimas. Sin embargo, la memoria de las personas asesinadas sin tr¨¢mite alguno a partir del 18 de julio en los territorios donde el golpe triunfa y arrojadas a una fosa com¨²n s¨®lo podr¨¢ ser rehabilitada restableciendo la verdad de lo ocurrido entre su detenci¨®n y su desaparici¨®n. ?Es normal que pol¨ªticos y periodistas ignoren a estas alturas que la represi¨®n salvaje del 36 no dej¨®, salvo excepciones, sentencia alguna que revisar y anular? ?Para cu¨¢ndo una Comisi¨®n de la Verdad que nos permita superar de una vez este estado de ignorancia y confusi¨®n permanente?
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