Cine de productor

Lamentablemente, siempre se ver¨¢ como la pel¨ªcula que pudo ser y no como la pel¨ªcula que es. El exorcista: el comienzo pasar¨¢ a las hemerotecas como una de esas producciones cuya intrahistoria se eleva por encima de sus m¨¦ritos o dem¨¦ritos para introducirse en el terreno de la elucubraci¨®n. El gran John Frankenheimer era el encargado de dirigirla, pero se muri¨® antes de comenzar a rodar. Los productores encargaron entonces la tarea a Paul Schrader, autor familiarizado tanto en el terreno profesional como en el privado con el hecho religioso. Sin embargo, concluido el trabajo por ¨¦ste, los jefes quedaron tan espantados con el resultado que despidieron a Schrader y contrataron al finland¨¦s Renny Harlin para que filmara nuevas secuencias en las que predominaran la sangre y las v¨ªsceras. Harlin termin¨® cambiando buena parte de lo confeccionado por Schrader y eso es lo que ahora llega a las salas.

El exorcista: el comienzo rememora un episodio apenas mencionado en el ¨¦xito de William Friedkin (1973): el primer encuentro entre Satan¨¢s y el padre Merrin (all¨ª Max von Sydow, aqu¨ª Stellan Skarsgard) en un poblado de Kenia. Pero lo que ha quedado de tan absurdo proceso de elaboraci¨®n cinematogr¨¢fica es una aceptable primera mitad, y un torrente de sangre, sustos de manual, trucos de malabarista y facilones gui?os a la pel¨ªcula de Friedkin en el resto del metraje. No es aventurado afirmar que la reflexi¨®n sobre la p¨¦rdida de la fe contenida en la interesante mitad inicial es obra de Schrader, y que ese proceso se ve abortado de forma abrupta por la casquer¨ªa fabricada presuntamente por Harlin. As¨ª que, ante un producto semejante, s¨®lo cabe una reflexi¨®n: si lo que pretend¨ªan era vulgar cine de usar y tirar, ?por qu¨¦ demonios encargaron el trabajo a alguien tan profundo como Schrader, guionista de Taxi driver y de La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo, y director de Aflicci¨®n.