Pasi¨®n y desesperanza
Entramos, y el escenario es barro, y en ese mont¨®n de barro se distinguen fragmentos humanos; se van levantando y hay tres hombres y dos mujeres, totalmente desnudos, y cinco mu?ecos, que pueden ser ni?os o no, enanos deformes o no se sabe. Los cinco juegan con ellos, saltan, brincan, tocan el acorde¨®n, una especie de vals ¨¢cido, montan los hombres a las mujeres y a alg¨²n mu?eco y entre s¨ª gritan y quiz¨¢ agonizan. Se apaga la luz: hay que salir del teatro y esperar fuera al segundo acto: tienen que limpiar lo que ensuciaron, y preparar una c¨¢mara n¨ªtida y transparente, donde ellos mismos vestidos de blanco est¨¢n en una gran confusi¨®n t¨¦cnica: nevera, televisi¨®n, esfera con bolas de bingo, tel¨¦fono y no s¨¦ si algo m¨¢s: una voz de lo alto que les va dando ¨®rdenes. En ingl¨¦s: Dios es americano. Obedecen sin ganas, se quieren ir a su casa, un par de ellos boxean...
La ¨²ltima noche de la humanidad
De Emilio Garc¨ªa Wehbi y Ana Alvarado. M¨²sica: Cecilia Candia. Int¨¦rpretes: Maribel ?lvarez, Federico Figueroa, Emilio Garc¨ªa Wehbi, Eliana Negli, Rom¨¢n Lamas. Escenograf¨ªa: Norberto Laino. Direcci¨®n: Emilio Garc¨ªa Webhi, Ana Alvarado y Daniel Veronese. Compa?¨ªa El Perif¨¦rico de Objetos, Argentina. Sala Cuarta Pared. Madrid.
Personalmente, no entend¨ª nada. Pero eso no me impide, claro, explicarlo. Ayuda el t¨ªtulo, La ¨²ltima noche de la humanidad: ese acto en el barro era el final desesperado, esta otra en la blancura paradisiaca supone que, despu¨¦s de la muerte, hay una vida blanca entre electrodom¨¦sticos, sin alicientes. Los humanos dejan de ser humanos, son cacharros obedientes a estos est¨ªmulos. O somos, porque nosotros mismos, en las gradas de la Cuarta Pared -tan queridas por otras cosas- miramos y o¨ªmos sin saber por qu¨¦. Tambi¨¦n se sabe que eso ahora no importa porque seg¨²n algunas leyes de la vieja vanguardia es el espectador el que tiene que interpretar la "obra abierta". El t¨ªtulo es, tambi¨¦n, el de una obra famosa de Karl Kraus. Un vien¨¦s (nacido en Checoslovaquia) de la generaci¨®n cr¨ªtica y amargada por la guerra de 1914. Un sat¨ªrico amargado: como debe ser en ciertos tiempos. Uno que dec¨ªa cosas as¨ª: "Solo se es un artista cuando se puede crear un acertijo de una soluci¨®n ",
"El diablo es un optimista si cree que puede hacer a la gente peor de lo que ya es". "La educaci¨®n es una muleta con la que el tonto ataca al sabio para probar que no es un idiota". La obra monumental que escribi¨® con este t¨ªtulo tiene unas trescientas escenas, y dura horas y horas. Lo que vemos tiene hora y media, y los autores se inspiraron en su tiempo -Nueva York, Buenos Aires, Afganist¨¢n, Bagdad-. El escenario "se pobl¨® de cuerpos saturados de bestialidad, pasi¨®n y desesperanza". Como la vida misma, se suele decir.
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