Campo o ciudad
Le dije: "Blues, va siendo hora de que vengas conmigo a la ciudad aunque s¨®lo sea para convertirte poco a poco en un animal urbano". Mi perro me mir¨® sin inter¨¦s hasta que le puse el collar de cadena, que es el collar con el que sale de paseo, y entonces empez¨® a dar saltos y a mover la cola. Pero le advert¨ª: "Calma, Blues, calma, que la ciudad no es lo que imaginas. No te pongas tan contento. A lo mejor no te va y nos toca volver al campo deprisa y corriendo".
Sin embargo pocas veces lo he visto tan impaciente por dejar los bancales y los vi?edos como en esta ocasi¨®n. Dentro de nada Blues va a cumplir siete meses y aunque es todav¨ªa un cachorro a esta edad, los labradores pasan por adultos. Le digo quieto, y se queda quieto. Sentado, y se sienta. Y lo que es mas importante: lo llevo a su bancal y sabe que es all¨ª, y no en cualquier otro, donde debe hacer sus necesidades. Y las hace estupendamente. Por la ma?ana y por la noche. Y entonces eso me produce una satisfacci¨®n desproporcionada, me siento como un educador que ha triunfado, yo creo que soy m¨¢s feliz que el mismo perro y desde luego me muestro m¨¢s orgulloso que ¨¦l, por lo que ¨¦l hace, que por lo que sin duda podr¨¢ hacer. Quienes tienen perro saben a lo que me refiero. Conocen esas emociones. Y por eso un perro le llena a uno la vida y quieres ir con ¨¦l a todas partes, te duele separarte y si tienes que hacerlo, y lo debes dejar en una perrera mientras vas de viaje, te vas hecho polvo. Su mirada, all¨ª en la jaula, no puedes olvidarla f¨¢cilmente. Es la de alguien que dice: ?Vas a dejarme aqu¨ª?
"Mira Blues, f¨ªjate bien que esto todav¨ªa no lo tenemos en el pueblo, all¨ª s¨®lo tenemos rotondas con adornos y palmeritas, pero aqu¨ª tienen una Menina de bronce macizo y de una pieza"
No, no voy a dejarte ah¨ª, sino que iremos juntos a la ciudad, pase lo que pase porque no hay mejor modo de comparar el campo y la ciudad que alternando ambos lugares.
Le puse, pues, el cintur¨®n de seguridad en el asiento trasero (porque a¨²n no tenia esos barrotes de separaci¨®n) y le ped¨ª que se portara muy bien sobre todo si nos paraba la pareja de Tr¨¢fico, ya que estamos en plena campa?a del cintur¨®n.
Al principio no le gust¨® la hebilla. Pero yo lo miraba por el retrovisor y me di cuenta de que poco a poco la aceptaba. Enchuf¨¦ la radio. Primero o¨ªmos la SER. Pero I?aki lo espabilaba demasiado. Pas¨¦ a la COPE y en cuanto salieron en antena Pedrojota y Jim¨¦nez Losantos le entr¨® una modorra diab¨®lica a mi perro, como de droga de incensario, o tal vez peor, aunque lo de menos eran esas cosas tan incre¨ªbles que dicen uno y otro, sino la exaltaci¨®n de su discurso apocal¨ªptico, algo que me hizo gritar en ciertos momentos, y hasta dar volantazos peligrosos. Entonces mi perro se despabilaba un poco, y ya a la altura de la Ciutat de les Ci¨¨ncies se puso a ladrar fren¨¦ticamente, como solo hab¨ªa ladrado la vez que huyendo despavorido de las dentelladas de un pastor alem¨¢n de mi vecino, fue alcanzado en una pata trasera. Jam¨¢s hab¨ªa visto volar a Blues sobre los almendros del camino como lo vi volar ese d¨ªa. Era un aut¨¦ntico misil. Y el pobre aterriz¨® a mi lado tembloroso. Lo cur¨¦ y mientras lo curaba tambi¨¦n le advert¨ª de que esas cosas ocurren cuando te metes en la casa del vecino, sobre todo si el vecino tiene un pastor alem¨¢n del tama?o de un elefante, eso no deb¨ªa olvidarlo. Un pastor alem¨¢n, le dije, incluso el m¨¢s inofensivo, no es un labrador. Lo mismo que, por ejemplo, Jim¨¦nez Losantos no es I?aki Gabilondo. Uno pega mordiscos. El otro da solo leng¨¹etazos informativos. As¨ª que lo mejor que puedes hacer es acercarte al ¨²ltimo y alejarte del primero.
Mi perro lo entendi¨®. De esto no me cabe la menor duda. Apagu¨¦ la radio. Le dije que ahora se fijara en la obra de Calatrava. Un d¨ªa de estos iremos al zool¨®gico o a la piscifactor¨ªa que me han dicho que hay dentro de una de esas enormes techumbres de Calatrava. Y a lo mejor Blues tiene la oportunidad de ver c¨®mo sale un pollito del huevo, algo que en mi gallinero no puede ver porque las gallinas, a las que asusta, son ponedoras y las ponedoras no ponen huevos con pollito dentro sino ¨²nicamente con una yema que es como el sol, una yema que cuando cueces el huevo tres minutos, y le pones un poco de sal y te lo comes con pan de pueblo, bueno, es el no va m¨¢s, te chupas los cinco dedos. Y Blues lo sabe.
A continuaci¨®n, entre un tr¨¢fico cuya densidad triplica el ruido, fuimos directamente a mi estudio, que est¨¢ en la calle de San Vicente, y desde el que durante el d¨ªa se ve la Menina de Vald¨¦s que un rico constructor le regal¨® hace poco a Rita Barber¨¢, pero de noche deja de verse porque la rodean ej¨¦rcitos de meninos tambi¨¦n llamados travestidos, en espera de clientes en coches de elevada cilindrada que aminoran la velocidad, y abren la puerta y dan asiento al elegido que alza el dedo como el santo M¨¢rtir, y que en un descuido ense?a sus milagrosas tetas de silicona bajo las potentes farolas que puso en este lugar el Ayuntamiento. Con sus m¨®viles enchufados a la oreja los chulos de las meninas y de los meninos, montan guardia en la esquina del teatro Olimpia. Aunque parecen contenedores de basura son chulos de verdad. Le digo a Blues: "Mira Blues, f¨ªjate bien que esto todav¨ªa no lo tenemos en el pueblo, all¨ª solo tenemos rotondas con adornos y palmeritas, pero aqu¨ª tienen una Menina de bronce macizo y de una pieza, mira qu¨¦ potente iluminaci¨®n nos han puesto para que la veamos en todo su esplendor, casi parece la pr¨®xima alcaldesa del PP, y no la obra de un artista hoy neoyorquino del antiguo Equipo Cr¨®nica. Date cuenta, Blues, de que el regalo que el consorcio de constructores ofrecer¨¢ a la mun¨ªcipe en breve ser¨¢ el Gran Menino I de Calatrava, abri¨¦ndose en abanico y en su m¨¢s puro estilo curvil¨ªneo. Desde luego los focos no bajar¨¢n su potencia pues, donde solo plantaron una Menina acabar¨¢n poniendo parejas, tr¨ªos o incluso quintetos a 20 euros la felaci¨®n in vitro, o sea sin bajar del coche, o a 40 euros con un breve descanso aunque sin desabrocharse el cintur¨®n de seguridad.
Pero que no se te ocurra dejar el coche un minuto a ninguna hora del d¨ªa o de la noche en esta calle porque viene la gr¨²a y se lo lleva: los clientes de gama alta deben circular sin retenciones.
"Si quieres, Blues" -le dije por ¨²ltimo a mi perro- "nos quedamos esta noche asomados a la ventana para ver c¨®mo hacia las tres de la madrugada esos desvergonzados le hacen pedorreta a la suprema autoridad, la misma que por la ma?ana sintoniza la emisora de radio del episcopado para escuchar al oficiante Jim¨¦nez y al monaguillo Ram¨ªrez" .
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