El alumbrado de Valencia cuesta 20 millones al a?o tras incorporar 30.000 farolas desde 1997
Las luminarias han crecido un 56%, y el gasto destinado a su mantenimiento un 68%
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El exceso de luz de las noches valencianas ha dejado de ser una percepci¨®n. Una auditor¨ªa de la Intervenci¨®n General del Ayuntamiento revela que el n¨²mero de farolas ha pasado de 50.816 en 1997 a 79.323 en 2003. Ello ha generado un "fuerte crecimiento" del gasto en todas las partidas relativas al alumbrado p¨²blico que se resume en un dato: El Consistorio destin¨® el a?o pasado 19.658.638 euros entre conservaci¨®n, inversiones y factura el¨¦ctrica. El aumento ha implicado un desplazamiento del gasto a ejercicios siguientes que "supera con creces el 25% del importe total".
La red de alumbrado p¨²blico de la ciudad de Valencia se organiza, a efectos de conservaci¨®n y mantenimiento en dos zonas, la norte y la sur, separadas por el viejo cauce del r¨ªo Turia. Desde 1997, a?o de las adjudicaciones de las contratas, la norte est¨¢ encomendada a la empresa Etralux y la meridional a Imes.
El "fuerte incremento" de gasto registrado desde entonces, se?ala la Intervenci¨®n General, no ha ido acompa?ado de un incremento paralelo de las dotaciones presupuestarias. Ello explica el fen¨®meno del desplazamiento de gasto de un ejercicio de a otro, que no superaba el 10% en los primeros a?os de la contrata y que ahora supera el 25% del importe total.
El principal gasto de 2003 fue el de inversiones, con 8.406.935 euros. La factura el¨¦ctrica cost¨® 5.802.439 euros, lo que implica un aumento del 47,43% respecto a 1999, cuando se pagaron 4.915.021. Un incremento debido al crecimiento del consumo, "sin que los precios hayan tenido un efecto apreciable". El gasto corriente en conservaci¨®n de las farolas pas¨® de 3.049.345 euros hace siete a?os a los 5.110.074 del ¨²ltimo ejercicio (un 68% m¨¢s), a lo que debe sumarse 339.190 euros de mantenimiento.
El examen de las cuentas no encuentra graves problemas, pero s¨ª "caracter¨ªsticas singulares" en el apartado de inversiones.
La primera es el "total automatismo" del Ayuntamiento al encargar "la pr¨¢ctica totalidad de las obras" a las empresas Etralux e Imes, adjudicatarias de las contratas de servicios. Algo que el pliego de condiciones recoge como posibilidad y no como una obligaci¨®n, y que debe justificarse. La Intervenci¨®n General se?ala que este punto ha sido sustituido reiteradamente por el ¨²nico argumento "de la rapidez en los tr¨¢mites" y la larga experiencia.
La segunda singularidad es que "ninguno de los proyectos analizados" supera los 300.000 euros -lo que permite evitar la intervenci¨®n de la Oficina de Supervisi¨®n de proyectos- a pesar de que en varios casos se trata de "proyectos contiguos y de realizaci¨®n casi simult¨¢nea" destinados a una misma calle.
Cuando la luz impide ver
La regulaci¨®n de unos niveles m¨¢ximos de ruido es una materia recogida por la la normativa europea, estatal, auton¨®mica y municipal. Lo cual no implica que se cumpla, como se encarg¨® de recordarle el mi¨¦rcoles al Consell el Sindic de Greuges.
El concepto de contaminaci¨®n lum¨ªnica se encuentra todav¨ªa m¨¢s atrasado, y apenas un par de comunidades aut¨®nomas cuentan con leyes para controlarla. La primera zona protegida fueron las Islas Canarias por medio de la Ley del Cielo aprobada en 1988. La segunda fue aprobada en Catalu?a en 2001, pero todav¨ªa no se ha desarrollado. Los principales impulsores de estas regulaciones son colectivos relacionados con la astronom¨ªa, que denuncian que el exceso de luz ha eliminado la posibilidad de ver las estrellas desde los n¨²cleos urbanos.
A finales de 2002, ci¨¦ntificos de las universidades de Alicante, Val¨¨ncia y de la Jaume I, y de la Ciudad de las Artes y las Ciencias solicitaron con este objetivo la declaraci¨®n de Bien de Inter¨¦s Cultural el cielo valenciano.
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