As¨ª fue el calvario de los recuentos
Florida, que centr¨® la controversia electoral en 2000, teme que los problemas surjan ahora en el voto por correo y en el anticipado
Un dem¨®crata trat¨® de atropellar la semana pasada a Katherine Harris, la secretaria de Estado de Florida que certific¨® la victoria de George W. Bush en 2000. Cuando le detuvieron dijo que s¨®lo quer¨ªa ejercer su "derecho de libertad de expresi¨®n pol¨ªtica". Han pasado cuatro a?os de la mayor pesadilla electoral de EE UU y las pasiones siguen encendidas.
Millones de floridanos acuden hoy a las urnas bajo el fantasma de aquella larga noche electoral, que comenz¨® a mediod¨ªa del 7 de noviembre de 2000 en Palm Beach. Cientos de jubilados, la mayor¨ªa jud¨ªos fieles al Partido Dem¨®crata, alertaron a las autoridades de que la papeleta era tan extra?a que les hab¨ªa equivocado. Con forma de mariposa mezclaba a derecha e izquierda todos los candidatos y los agujeros de perforaci¨®n resultaban confusos. Miles de ellos votaron por el ultraconservador Pat Buchanam cuando en realidad quer¨ªan votar por Al Gore. Solicitaron una nueva elecci¨®n y tras negarles esta posibilidad recurrieron a la justicia. Fue la primera de una lluvia de demandas cruzadas entre dem¨®cratas y republicanos que estuvieron a punto de provocar una crisis constitucional.
Tras el primer escrutinio autom¨¢tico en la noche electoral, en el que Bush ganaba por 1.734 votos, los abogados de Gore pidieron recuentos manuales en varios condados. Los de Bush trataron (con ¨¦xito) de impedirlos, argumentando que realizarlos de forma selectiva en vez de en todo el Estado, y sin un criterio uniforme, atentaba contra la igualdad de derechos de la decimocuarta enmienda.
Adem¨¢s de las mariposas, surgieron muchas otras irregularidades. En Palm Beach hubo 12.000 papeletas semiperforadas y otras 19.000 doblemente perforadas. En el condado de Broward se anularon 7.000 porque las m¨¢quinas no las pod¨ªan leer y en el de Miami-Dade se desecharon 17.000 votos por distintas razones. Los tres condados ten¨ªan mayor¨ªa de votantes registrados como dem¨®cratas.
Al ser el margen de victoria inferior al 0,25 de los 6.000.000 de votos escrutados, por ley se hizo un primer recuento autom¨¢tico en toda Florida que redujo la ventaja de Bush a 327 votos. Se inici¨® una carrera contrarreloj porque el plazo legal para certificar al ganador expiraba el 14 de noviembre. Al vaiv¨¦n de las demandas y los sucesivos y contrapuestos fallos judiciales, las juntas electorales quitaban y pon¨ªan en marcha el recuento manual. El duelo lleg¨® al Supremo de Florida. Los magistrados intervinieron tres veces a favor de Gore. El 17 de noviembre autorizaron recuentos manuales en Broward, Palm Beach y Miami-Dade. El 18 prohibieron a Katherine Harris que certificara la victoria de Bush por 537 votos sin incluir los del recuento manual. Y el 9 de diciembre -tras varias ¨®rdenes favorables a Bush de tribunales inferiores deteniendo los recuentos- el Supremo de Florida volvi¨® a anular el c¨®mputo oficial y orden¨® reanudar los recuentos manuales, esta vez en todo el Estado. Bush apel¨® al Tribunal Supremo de EE UU.
Faltaban tres d¨ªas del plazo l¨ªmite, 12 de diciembre, en que todos los Estados deben enviar a sus compromisarios. El Supremo de EE UU detuvo cautelarmente los recuentos y el propio d¨ªa 12, una hora y 45 minutos antes de que expirara el plazo, dictamin¨® que la falta de un criterio uniforme para interpretar las perforaciones de las papeletas atentaba contra la igualdad de derechos de los votantes. Devolvi¨® el caso al Supremo de Florida para que unificara el criterio y reanudara el recuento. Era un plazo imposible. El abogado de Gore sentenci¨®: "No hay tiempo para ejercer la democracia". Bush hab¨ªa ganado por 537 votos.
Aunque se han reemplazado las controvertidas papeletas por urnas electr¨®nicas y lectores ¨®pticos, los augurios de otro calvario no desaparecen. Ahora se teme que el duende mal¨¦volo surja en las papeletas por correo y en las provisionales.
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