Punk tecnificado

De nuevo funcion¨® a las mil maravillas el chiringuito de punk electr¨®nico dise?ado por Liam Howlett. El p¨²blico acudi¨® en masa a la cita con esta m¨¢quina de baile fren¨¦tico, y el sonido, quiz¨¢ el m¨¢s alto que se haya escuchado nunca en ese recinto, contribuy¨® a esa sensaci¨®n de frenes¨ª saltimbanqui de Howlett y los suyos que presumiblemente ven¨ªan a presentar su ¨²ltimo disco, Always outnumbered, never outgunned.

El grupo sali¨® a escena a los compases de Wake up call, provocando al instante una marea de brazos y el consiguiente rugido de apoyo al ritmo que, literalmente, atronaba los o¨ªdos. Desde el escenario respond¨ªan los agitados movimientos y carreras de los dos vocalistas, uno negro y grit¨®n y el otro con una actitud realmente punk. Ellos fueron alternando sus voces tema a tema, mientras Howlett dominaba desde su tarima y sus teclados. Los otros dos instrumentos, estar estuvieron, pero era casi imposible distinguir su sonido de las secuencias de ritmo, los loops y los arreglos musicales marca de la casa.

Fundiendo pr¨¢cticamente un tema con otro y contando siembre con el alboroto del p¨²blico, la banda fue repasando su discograf¨ªa y dejando que la histeria acompa?ase sus canciones m¨¢s conocidas. ?se fue el caso de Breathe, con una secuencia r¨ªtmica que encierra todos los arcanos del estilo musical de The Prodigy, as¨ª como de la traca final del concierto, para la que el quinteto guard¨® la artiller¨ªa pesada: el implacable Firestarter, Poison y Smack my bitch up, tema que sirvi¨® para cerrar la actuaci¨®n entre el delirio de la concurrencia.