Dos naciones bajo el gobierno de Dios
Bueno, como sol¨ªa decir la abuela, al menos me queda la salud. A menudo empiezo a escribir las columnas entrevist¨¢ndome a m¨ª mismo. Lo hice el mi¨¦rcoles, pregunt¨¢ndome lo siguiente: ?por qu¨¦ no me sent¨ª totalmente deprimido despu¨¦s de que George H. W. Bush derrotara a Michael Dukakis, o incluso cuando George W. Bush venci¨® a Al Gore? ?Por qu¨¦ me he despertado con este profundo sentimiento de preocupaci¨®n? Respuesta: cualesquiera que fuesen las diferencias que sent¨ªa con respecto a Bush padre, ¨¦stas giraban en torno a cu¨¢l era la pol¨ªtica adecuada. Al final acab¨¦ admirando muchas de las cosas que hizo. Y cuando George W. Bush fue elegido hace cuatro a?os con un programa de conservadurismo compasivo, tras huir del centro, supuse que ocurrir¨ªa lo mismo con ¨¦l. (Me equivoqu¨¦).
Mi problema con los fundamentalistas es que han utilizado la energ¨ªa religiosa para dividir
Daba la impresi¨®n de que la gente votaba seg¨²n el equipo al que pertenec¨ªa
Pero lo que me preocupaba el mi¨¦rcoles era la sensaci¨®n de que estas elecciones se decantaron gracias a una oleada de apoyo a George Bush que no s¨®lo defiende pol¨ªticas distintas a la m¨ªa, sino que defienden a una clase de pa¨ªs distinto al m¨ªo. No s¨®lo discrepamos sobre lo que deber¨ªa hacer Estados Unidos; discrepamos sobre lo que es Estados Unidos. ?Es un pa¨ªs que no se entromete en las preferencias sexuales de la gente y en las uniones matrimoniales que quieren crear? ?Es un pa¨ªs que permite que las mujeres tengan control sobre su cuerpo? ?Es un pa¨ªs en el que la l¨ªnea que separa Iglesia y Estado legada por nuestros Padres Fundadores deber¨ªa ser inviolable? ?Es un pa¨ªs en el que la religi¨®n no entorpece la ciencia? Y, lo m¨¢s importante, ?es un pa¨ªs cuyo presidente moviliza sus profundas energ¨ªas morales para unirnos, en lugar de dividirnos entre nosotros y con respecto al mundo?
En cierto sentido, estas elecciones no giraban en torno a nada. No se abord¨® ninguno de los verdaderos problemas que afronta la naci¨®n. Pero por otro lado, pasaron sin previo aviso a englobarlo todo. En parte porque tantos asientos del Tribunal Supremo estaban en juego, y en parte porque el fundamento de Bush es ejercer una fuerte presi¨®n para legislar los asuntos sociales y ampliar los l¨ªmites de la religi¨®n, parec¨ªa como si estuvi¨¦ramos reescribiendo la Constituci¨®n en lugar de eligiendo a un presidente. Era como si hubiera ido a registrarme para votar, y cuando aparec¨ª la Convenci¨®n Constitucional se hubiera disuelto.
Los resultados de las elecciones lo han confirmado. A pesar de una actuaci¨®n absolutamente incompetente en la guerra de Irak y del estancamiento de la econom¨ªa, Bush se ha aferrado al mismo n¨²cleo b¨¢sico de Estados en los que venci¨® hace cuatro a?os, como si nada hubiese ocurrido. Daba la impresi¨®n de que la gente no votaba bas¨¢ndose en su actuaci¨®n. Parec¨ªa que votaba seg¨²n el equipo al que pertenecieran. Esto no han sido unas elecciones. Ha sido una identificaci¨®n de posiciones. Me apuesto lo que sea a que si las papeletas electorales no hubieran llevado los nombres de Bush y Kerry y, en su lugar, sencillamente hubiesen preguntado: "?Ve la cadena Fox o lee The New York Times?", el Colegio Electoral habr¨ªa resuelto exactamente lo mismo.
Mi problema con los cristianos fundamentalistas que apoyan a Bush no es su energ¨ªa espiritual o el hecho de que yo profese una fe distinta. Es el modo en que han utilizado esa energ¨ªa religiosa para promover divisiones e intolerancia dentro y fuera del pa¨ªs. Respeto esa energ¨ªa moral, pero me gustar¨ªa que los dem¨®cratas encontraran un modo de explotarla con fines distintos.
"Los dem¨®cratas han cedido un monopolio a los republicanos sobre los recursos morales y espirituales de la pol¨ªtica estadounidense", se?alaba el ide¨®logo pol¨ªtico Michael J. Sandel, de la Universidad de Harvard. "No se recuperar¨¢n como partido hasta que vuelvan a tener candidatos que puedan hablar a esos anhelos morales y espirituales y convertirlos en objetivos de progreso en la pol¨ªtica nacional y los asuntos exteriores".
Siempre he tenido un sencillo lema en lo relativo a la pol¨ªtica: nunca optes por una posici¨®n en la que tu partido venza s¨®lo si tu pa¨ªs fracasa. Esta columna no abogar¨¢ de ning¨²n modo por un fracaso de Bush para que los dem¨®cratas puedan regresar. Si lo hacen, no debe ser por omisi¨®n, porque el pa¨ªs se haya sumido en el caos total, sino porque haya elegido a un candidato que puede ganar con un mensaje positivo que conecte con el interior de Estados Unidos.
Mientras tanto, se est¨¢ hablando mucho de que Bush dispone de un mandato para su pol¨ªtica de extrema derecha. S¨ª, tiene un mandato, pero tambi¨¦n una cita, una cita con la historia. Si Bush puede salvar la guerra en Irak, forjar una soluci¨®n para lidiar con nuestra crisis de derechos reconocidos -que s¨®lo puede lograrse mediante un enfoque bipartidista y una pol¨ªtica fiscal m¨¢s sensata-, aumentar la competitividad de Estados Unidos, impedir la nuclearizaci¨®n de Ir¨¢n y lograr una soluci¨®n para nuestra escasez de energ¨ªa, la historia dir¨¢ que hizo uso de su mandato para liderar con gran efecto. Si sigue presionando para conseguir m¨¢s recortes fiscales y no logra solventar nuestros verdaderos problemas, su cita con la historia ser¨¢ muy desagradable, tenga el mandato que tenga.
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