?Un pa¨ªs virtual?
En Catalu?a hay quienes parecen decididos a seguir viviendo encerrados con un solo juguete, en un permanente soliloquio solipsista. Mientras que el mundo entero evoluciona y cambia a velocidades de v¨¦rtigo, buena parte de los l¨ªderes de opini¨®n catalanes -pol¨ªticos, intelectuales, periodistas- se empe?an en aislarse de la inmensa mayor¨ªa de nuestra sociedad, en un inexplicable autismo social. Los ¨¢rboles de los s¨ªmbolos no les dejan ver el bosque real de la Catalu?a actual. Han creado un pa¨ªs virtual, basado en todo tipo de referentes y s¨ªmbolos que poco o nada tienen que ver con la realidad, y tozudamente se afanan en intentar adaptar la Catalu?a real a su concepci¨®n virtual.
Los grandes retos de futuro de la Catalu?a de principios del siglo XXI no parecen importar. El debate pol¨ªtico e intelectual gira cansina y repetitivamente sobre viejas cuestiones, siempre al amparo de esencialismos identitarios, apenas sin tener en cuenta la cada vez m¨¢s compleja realidad de una sociedad que en muy pocos a?os se ha transformado como no lo hab¨ªa hecho en muchos siglos. Importa mucho m¨¢s encerrarse en el eterno discurso victimista, en la bizantina discusi¨®n sobre el nombre de las cosas o en el artificioso mantenimiento de evidentes falsedades hist¨®ricas que enfrentarse a lo que, guste o no, es hoy Catalu?a. Ejemplos de todo ello los hay, por desgracia, a montones.
Que yo sepa s¨®lo Gregorio Mor¨¢n y Francisco Fern¨¢ndez Buey han salido al paso ante los desprop¨®sitos vertidos por Raimon Gal¨ª contra Manuel Sacrist¨¢n y Pierre Vilar, contra la p¨¦rdida de la hist¨®rica tradici¨®n cristiana de Catalu?a a causa de la perversi¨®n marxista introducida desde las universidades franquistas, en un lenguaje curiosamente muy similar al utilizado a?os atr¨¢s, entre otros, por Luis Carrero Blanco o Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora desde el espa?olismo m¨¢s fascista. Partiendo de una concepci¨®n de Catalu?a anclada en el pasado, y por tanto ahist¨®rica, Raimon Gal¨ª -un personaje con enorme influencia ideol¨®gica en la l¨ªnea predominante en el nacionalismo catal¨¢n de los ¨²ltimos decenios- se niega a aceptar una evoluci¨®n que es el resultado inexorable de la evoluci¨®n general del mundo. Con esta excusa arremete injusta y falsamente contra Manuel Sacrist¨¢n y Pierre Vilar, dos intelectuales de gran talla que nos ayudaron a comprender la evoluci¨®n hist¨®rica vivida por Catalu?a. Lo hicieron ambos desde posiciones marxistas y en abierta oposici¨®n al franquismo, siempre con gran rigor intelectual, sin alejarse nunca de la realidad, sin encerrarse jam¨¢s en torres de marfil ni sumidos en in¨²tiles nostalgias de un pa¨ªs virtual basado en un pasado supuestamente id¨ªlico que no va a volver.
Cuando el actual Gobierno espa?ol anuncia el inicio del proceso jur¨ªdico de rehabilitaci¨®n de Llu¨ªs Companys, y con ¨¦l tambi¨¦n de todas las v¨ªctimas del franquismo, se pretende que el actual Gobierno democr¨¢tico espa?ol pida perd¨®n a Catalu?a por el asesinato de Companys perpetrado por el franquismo, y al respecto se aduce como precedente que el Gobierno democr¨¢tico de Alemania pidi¨® ya perd¨®n por el bombardeo de Gernika y por otros cr¨ªmenes cometidos por el nazismo en otros pa¨ªses. Poco o nada importa que Llu¨ªs Companys -un hombre fiel siempre a la Rep¨²blica espa?ola, de la que fue ministro antes de acceder a la Presidencia de la Generalitat- fuera v¨ªctima de una dictadura surgida de una guerra civil y no de un conflicto internacional, que en la guerra civil espa?ola tambi¨¦n hubo un buen n¨²mero de catalanes que lucharon en el bando vencedor, que muchos otros catalanes se beneficiaron con todo tipo de prebendas y favores con el franquismo y que no s¨®lo Catalu?a perdi¨® la Guerra Civil y padeci¨® las dram¨¢ticas consecuencias de la dictadura, ya que v¨ªctimas del franquismo fueron tambi¨¦n los dem¨®cratas de toda Espa?a, con gran n¨²mero de asesinados, encarcelados, torturados y exiliados. ?Acaso la resistencia de Madrid, la ¨²ltima ciudad que cay¨® en manos del franquismo, estaba formada por catalanes? La Guerra Civil espa?ola no fue una guerra de Espa?a contra Catalu?a, como algunos se empe?an todav¨ªa en hacernos creer, sino una guerra entre los dem¨®cratas fieles a un gobierno leg¨ªtimo y los facciosos alzados en armas y que impusieron tras su victoria b¨¦lica una dictadura, y en ambos bandos hubo catalanes, como los hubo en los restantes pueblos de Espa?a.
Nada importa la verdad hist¨®rica ni la realidad actual. Lo ¨²nico que parece importar para algunos es seguir manteniendo un falso imaginario nacional, aunque sea intentando matar al mensajero cuando, como hizo semanas atr¨¢s el diputado socialista Joan Ferran en el Parlament, alguien se atreve simplemente a cuestionar este falso imaginario, al plantear si es acertado o no que los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos catalanes sigan utilizando algunos t¨¦rminos que no se ajustan a la realidad y que apenas son utilizados socialmente. Importa m¨¢s seguir en el autismo, en la realidad virtual, que replantearse el uso artificioso de un lenguaje.
Nada importa tampoco la instrumentalizaci¨®n interesada y falaz de todo tipo de personajes y acontecimientos, desde el mundo del deporte al de la ciencia, pasando por la cultura en general. Cuando conviene se les catalaniza, cuando no se les espa?oliza. Otro tanto sucede con los personajes hist¨®ricos, tratados siempre con criterios que poco o nada tienen que ver con la veracidad. La idealizaci¨®n del ben¨¦fico pasado de Catalu?a y la demonizaci¨®n del mal¨¦fico pasado de Espa?a, cuando de todo ha habido en ambas partes a lo largo de los siglos, lleva inevitablemente a la construcci¨®n de un imaginario nacional maniqueo que hace imposible la reflexi¨®n hist¨®rica rigurosa. De ah¨ª, claro est¨¢, el brutal ataque de Raimon Gal¨ª a Manuel Sacrist¨¢n y Pierre Vilar. Como escribi¨® Cesare Pavese, "libre es quien se inserta en la realidad y la transforma, no quien se mueve en las nubes".
"El lenguaje del vencedor no se habla impunemente. Ese lenguaje se respira, y se vive seg¨²n ¨¦l", como escribi¨® George Steiner. El franquismo tuvo su propio lenguaje, del que se nutre a¨²n la caverna espa?olista m¨¢s rancia. Pero el lenguaje impuesto por el franquismo tiene a veces su correlato en la construcci¨®n del imaginario que desde algunos sectores del nacionalismo catal¨¢n contempor¨¢neo se utiliza para seguir viviendo en un pa¨ªs virtual, de espaldas a la realidad, sin atreverse a reconocer esa realidad.
Jordi Garc¨ªa-Soler es periodista
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