As¨ª se las pon¨ªan ?a Fernando VII o a Felipe II?
La fraseolog¨ªa tiene sus reglas, sus porqu¨¦s, sus maneras de construir lo que luego se convierte en uso. Son palabras que edifican im¨¢genes, comparaciones efectivas en las que no falta el sentido del humor popular. Ha evolucionado mucho en todas las ¨¦pocas. En cada tiempo, la fraseolog¨ªa escarba en minas diferentes. "Si ahora impera lo que se oye en la televisi¨®n, o en el cine y la publicidad, a principios de siglo hab¨ªa una fuerte influencia de lo andaluz, lo flamenco o la zarzuela, sobre todo La verbena de la Paloma, que fue determinante", asegura Manuel Seco, gran admirador de Carlos Arniches por su capacidad de absorber y utilizar en maravilloso beneficio todo tipo de expresiones en su obra.
Hay combinaciones variadas en la fraseolog¨ªa. "La mayor¨ªa son locuciones, que en el lenguaje corriente se identifican con los modismos, aunque no es lo mismo", indica Seco. Las locuciones son agrupaciones de palabras con un cometido gramatical y un significado estable que muchas veces no se deduce de los vocablos que lo componen. "Cabeza cuadrada' no se refiere a otra cosa que a una persona de mentalidad poco flexible, no quiere decir eso en sentido literal", dice Seco.
Abundan las comparaciones en la fraseolog¨ªa: 'M¨¢s lento que el caballo del malo', 'M¨¢s largo que un d¨ªa sin pan'. Y frente a las palabras solas, "estas construcciones tienen un plus de expresividad, de ¨¦nfasis para captar la atenci¨®n", describe el lexic¨®grafo. Para ilustrar con ejemplos, Seco afirma: "No es lo mismo expresar que uno es un caradura a decir 'tiene un morro que se lo pisa' o es pesad¨ªsimo a 'es m¨¢s pesado que una vaca en brazos".
La imagen y la imaginaci¨®n cobran una fuerza extraordinaria en la fraseolog¨ªa, una disciplina muy cambiante tambi¨¦n, que adapta, busca, renueva expresiones que se han utilizado en diferentes ¨¦pocas: "Los relevos est¨¢n siempre en marcha; as¨ª, a cambio de expresiones como 'estar como una cabra' o 'le falta un tornillo' se oyen otras como 'est¨¢ para que le aten' o 'estar de psiquiatra".
Tambi¨¦n abundan los equ¨ªvocos, que no dejan de tener su gracia y que en algunos casos se imponen, para desesperaci¨®n de los expertos. "Las dudas sobre el mantenimiento a flote de muchas locuciones se unen a las que suscita la poca firmeza de sus formas", avisa Manuel Seco. Unas veces sin querer, por inseguridad o por inspiraci¨®n, los hablantes cambian las locuciones y a los personajes que las protagonizan. "Por ejemplo, 'as¨ª se las pon¨ªan a Fernando VII' se cambia por 'as¨ª se las pon¨ªan a Felipe II', un fen¨®meno comprensible en esta ¨¦poca en que para la mayor¨ªa la historia no es m¨¢s que un cuento", afirma.
Otros manipulan los elementos: "A veces, algunos quieren decir 'sin paliativos', pero se les atraviesa por la mente 'sin apelaci¨®n y acaban diciendo 'la huelga ha sido un ¨¦xito sin apelativos'. O, por ejemplo, 'poner la carne de gallina' se puede cruzar con 'los pelos de punta', de lo que resulta 'se le ponen los pelos de gallina'. Tambi¨¦n ocurre con 'la pelota en el tejado' y 'las espadas en alto', de lo que nace 'est¨¢n las espadas en el tejado". Pero son errores que no entran en el Diccionario, asegura Seco. "Son cosas que tienen que ver con los cruces de cables".
Las expresiones de otros idiomas tampoco tienen presencia en esta nueva obra, aunque sean de uso corriente, como 'in extremis', 'off the record' o 'm¨¦nage ¨¤ trois'. Tampoco los refranes, salvo aquellos que son homologables a f¨®rmulas oracionales, como se indica en el pr¨®logo y es el caso de 'a lo hecho pecho' o aquellos que se consideran como tales, pero en realidad son dichos comunes como 'a la tercera va la vencida' o 'para muestra basta un bot¨®n'.
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