Hay vida en Riazor

Lleg¨® el Levante a Riazor con toda su carga de vitalismo, con esa desfachatez para disfrutar del f¨²tbol que hasta anoche le hab¨ªa permitido sumar tantos puntos como el Madrid. La efervescencia optimista de los chicos de Schuster result¨® tan contagiosa que devolvi¨® la vida a un estadio que estaba tomando aspecto de velatorio. Frente a un Levante magn¨ªfico, que ratific¨® todo lo que viene haciendo desde que se col¨® en Primera con pinta de comparsa, el Depor recuper¨® al fin el pulso de su juego. El gozo para Riazor fue doble: por el estupendo partido y por la victoria de los suyos, bienes que escaseaban ¨²ltimamente en el feudo coru?¨¦s.

La ret¨®rica que envuelve al f¨²tbol sirve a veces para sepultar algunas certezas muy simples. Tan simples como que el juego lo hacen los jugadores. Al Deportivo le pueden aquejar la rutina, el tedio, la desilusi¨®n o cualquier otra dolencia psicol¨®gico-existencial adecuada al caso. Pero, por encima de todo, el Depor estaba pagando el p¨¦simo estado de forma de algunos futbolistas capitales. Dos de los m¨¢s importantes, Luque y Valer¨®n, se iluminaron anoche. Y los destellos del f¨²tbol del Depor alcanzaron una intensidad que se a?oraba desde el arranque de curso. El brillo se concentr¨® especialmente en Luque, protagonista en casi todo lo bueno y que estuvo a punto de marcar un gol para recordar toda la vida, una vaselina desde su banda izquierda, a m¨¢s de 35 metros de la porter¨ªa, que sali¨® escupida por el larguero. Con Luque y Valer¨®n a la altura de sus papeles principales, lucieron tambi¨¦n los acompa?antes, encabezados por Sergio y Munitis.

El Depor, tan felizmente reanimado, se encontr¨® con un rival que aval¨® sin ninguna duda las razones de su rampante aparici¨®n en la Liga. La alegr¨ªa, el descaro, el trabajo y el orden se concitaron en el equipo de Schuster. Tambi¨¦n los detalles de algunos jugadores, sobre todo el v¨¦rtigo incontenible de Etien, aderezado con pizcas de astucia de Sergio Garc¨ªa y del criterio de Rivera para el reparto. En una noche con apreciables deserciones entre el p¨²blico, Riazor sabore¨® un choque vibrante, orquestado con un ritmo que casi nunca decay¨® entre dos equipos que no cesaron de replicarse. Cuestiones de rango impon¨ªan al Depor llevar la iniciativa, pero el Levante no se achic¨® por nada. Y aunque el grupo de Schuster atacase menos, sus acometidas resultaron, por momentos, m¨¢s punzantes.

Al Depor le falt¨® m¨¢s profundidad en la primera parte porque volvi¨® a jugar sin delantero centro. Trist¨¢n recuper¨® su papel de alien¨ªgena, del que no sali¨® hasta despu¨¦s del descanso. Parec¨ªa m¨¢s entonado en la reanudaci¨®n, cuando un golpe teatral acudi¨® en su auxilio. A la salida de un c¨®rner, C¨¦sar se desmoron¨® en el ¨¢rea por un leve empuj¨®n de Jesule, y el ¨¢rbitro se trag¨® la escena. Trist¨¢n tuvo que trabaj¨¢rselo, ya que el juez volvi¨® a hacerse notar ordenando la repetici¨®n del penalti. No fall¨® el deportivista en ninguna de las dos ocasiones. El gol rescat¨® a Trist¨¢n de su autismo y mantuvo encendida la llama del Depor ante un Levante al que Riazor siempre deber¨¢ agradecer el aliento vital que trajo consigo.