Coherencia
Ten¨ªa mil razones, mil justificaciones y unas cuantas excusas plausibles para decir que s¨ª y ponerse la medalla, pero dijo que no. Por su culpa Pascual Maragall no ha podido anotarse el puntazo de condecorar con la Cruz de Sant Jordi al azote del president Pujol. Sencillamente: Boadella es un hombre coherente. Boadella, adem¨¢s del mayor y m¨¢s grande buf¨®n del reino, es un tipo coherente, es decir, es una rara avis en el acosistema nacional y auton¨®mico. Habr¨ªa que protegerle igual que a las especies en v¨ªas de extinci¨®n.
Pero el Gobierno catal¨¢n, de manera consciente o inconsciente, pretend¨ªa lo contrario al ofrecerle la dichosa cruz que, seg¨²n dicen, premia "los servicios prestados a Catalu?a y a la defensa de su identidad". Si alguien ha debelado las falacias identitarias del catalanismo m¨¢s reaccionario ese es Boadella. Ofrecerle la cruz, as¨ª las cosas, era una forma muy poco sutil de intentar sepultar a Boadella o de crucificar a Boadella. Pero el buf¨®n ha sido coherente. El buf¨®n es todo lo contrario del pol¨ªtico y del intelectual, es ant¨ªpoda de ambos. Boadella le ha dicho a Maragall que se deje de cruces (las cruces est¨¢n bien para los cementerios). De manera que Ub¨² no podr¨¢ todav¨ªa dormir tranquilo. Porque Ub¨² no era Jordi Pujol, o no era ¨¦l solo. ?No es Rodr¨ªguez Ibarra un Ub¨² president o no lo es Manuel Fraga o no acaba de serlo Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar? ?No podr¨¢ serlo el propio Maragall? Ellos est¨¢n seguros de que no, porque Ub¨² siempre es otro, siempre est¨¢ en otra parte, en otro infierno, en el retablo de otro teatro de las maravillas. Pero Albert Boadella, que rechaz¨® en su d¨ªa el Premio Nacional de Teatro y sus 2,5 millones de pesetas, es un hombre coherente, hay que decirlo y repetirlo hasta la saciedad porque la coherencia es un bien m¨¢s escaso que la honradez y para el que no bastan, por s¨ª solos, ni el coraje ni el celo moral.
La coherencia es una flor extra?a que crece raramente entre nosotros. Se nace coherente como se nace pelirrojo o zurdo. Si el difunto Camilo Jos¨¦ Cela hubiese pose¨ªdo un gen coherente nunca hubiera aceptado recibir aquel Premio Cervantes literalmente "cubierto de mierda". No le import¨® al autor de La colmena mancharse las pezu?as al recogerlo. Claro que, en general, el gremio de la pluma no ha destacado nunca por su coherencia. A veces una flor natural o una cena homenaje en un casino bastaban para que el escritor (enfant terrible de su autonom¨ªa) diera un giro de ciento ochenta grados respecto al concejal del ramo de su pueblo o a su intenci¨®n de voto en cualquier refer¨¦ndum local. ?Y qu¨¦ decir de aquellos inefables proyectos de fanzines entre anarcos y punkis que sal¨ªan adelante gracias a la subvenci¨®n providencial del gobierno conservador de turno? Definitivamente, tener una conducta coherente est¨¢ al alcance de muy pocos mortales. Ni siquiera la ¨²ltima premio Nobel, tan transgresora en todo, ha renunciado al importe del premio a cuya entrega no piensa asistir. La coherencia es cara. ?Qu¨¦ les van a contar a Els Joglars?
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