La estructura temporal de 90 minutos a solas
El mundo de las ideas es libre. Hay quien cree, como el fil¨®sofo alem¨¢n Herman Lubbe, que la estructura temporal de la historicidad, que seg¨²n Heidegger y la teor¨ªa hermen¨¦utica de sus seguidores resulta exclusivamente de la relaci¨®n del sujeto consigo mismo y lo que para ¨¦l constituye significado, es, en realidad, una estructura indiferente al sujeto, abierta a todos los sistemas din¨¢micos. Tambi¨¦n hay quien cree que el Real Madrid se dar¨¢ un paseo en el Estadio Ol¨ªmpico dentro de diez d¨ªas. Todo es posible.
La teor¨ªa de que el Madrid lo tiene f¨¢cil cuenta al menos con un m¨¦rito: a diferencia de otras, como la de Lubbe sobre la estructura del tiempo, esta es inteligible. Hasta podr¨ªa resultar cierta.
El Roma, es verdad, saltar¨¢ al c¨¦sped con todo perdido. Ni la UEFA estar¨¢ a su alcance. Y las gradas permanecer¨¢n vac¨ªas. Ser¨¢ uno de esos siniestros encuentros a puerta cerrada en los que s¨®lo se oyen los jadeos e imprecaciones de los futbolistas y los golpes al bal¨®n. Las directivas del Madrid y del Roma, por otra parte, mantienen buenas relaciones. "Pan comido", se dicen los merengues.
Miremos las cosas de otro modo. Pensemos, por ejemplo, en el via crucis del Roma esta temporada. Primero se les escapa Capello a Tur¨ªn llev¨¢ndose a Emerson y a Zebina. Luego se va el nuevo entrenador porque su mujer est¨¢ enferma, llega otro que no aguanta un mes y se contrata un tercero que tira como puede. En el partido inaugural de Copa de Europa un energ¨²meno (a¨²n no identificado) abre la cabeza al ¨¢rbitro y, sin jugarse la segunda parte, el Roma pierde 0-3 por decisi¨®n administrativa. En el Bernab¨¦u se adelanta pero acaba perdiendo 4-2. Cae 3-1 en Leverkussen y empata en casa con los alemanes, a puerta cerrada. El colmo llega en Kiev: el Roma acude a jugar a Ucrania en plena revuelta popular y llega protegido por el ej¨¦rcito a un estadio repleto que, cosa rara, corea el nombre del l¨ªder de la oposici¨®n y exige democracia en vez de proferir sonidos simiescos. Nueva derrota, 2-1, sobre un c¨¦sped nevado.
Para los jugadores del Roma, tan pagados de su talento como el que m¨¢s, el de la semana pr¨®xima ser¨¢ el ¨²ltimo partido ante las c¨¢maras europeas. Para Totti y Cassano, que aspiran a marcharse (y sue?an con el Madrid), ser¨¢ la ¨²ltima ocasi¨®n de lucirse ante posibles compradores. Para la afici¨®n ser¨¢ la ¨²nica oportunidad de llevarse una alegr¨ªa, aunque sea simb¨®lica y haya que verla por la tele. El Real Madrid no es un equipo cualquiera. Ganarle se disfruta el doble.
?Y si, llegado el momento, el Roma saliera a morir? Tan malos no son. El s¨¢bado resucitaron en Siena. Arrasaron, 0-4, con dos goles de Totti y dos de Montella (ya m¨¢ximo goleador italiano), fabricados todos por un Cassano que volvi¨® a ser el poeta loco de doce meses atr¨¢s. El t¨¦cnico, Del Neri, renunci¨® a su tradicional 4-4-2 y despleg¨® un 3-4-3 un poco extra?o pero efectivo. Fue como si, al fin, las piezas del equipo m¨¢s hist¨¦rico del calcio encajaran a la perfecci¨®n.
El Real Madrid deber¨ªa prepararse a sufrir hora y media de agon¨ªa en el Ol¨ªmpico. Por si acaso. Por si un rival sin posibilidades en ninguna competici¨®n experimentara esa noche un subid¨®n de orgullo y quisiera salvar el honor de las gradas vac¨ªas. Por si Totti y Cassano decidieran elevar su cotizaci¨®n haciendo el partido de su vida. A lo mejor el Madrid, al que no se han visto hasta ahora grandes maravillas, gana sin despeinarse. Tambi¨¦n podr¨ªa ser que la estructura temporal de la historicidad fuera indiferente al sujeto y estuviera abierta a todos los sistemas din¨¢micos. Pero un servidor no apostar¨ªa dinero.
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