Cuentos de contar cultura
El jueves 11 de octubre el conseller de Cultura, Font de Mora, y seg¨²n recoge EL PA?S de 14/11/2004, consider¨® en las Cortes "ileg¨ªtimo" y una "estafa intelectual" exigir al mundo cultural concreci¨®n de resultados, pues es "imposible" evaluar lo "intangible". Todo ello en un debate sobre datos de la Bienal. Casi al mismo tiempo su compa?ero de gabinete, Gerardo Camps, en rueda de prensa junto con el director de CACSA, Jos¨¦ Manuel Aguilar, se?alaba, a partir de la presentaci¨®n de un informe del IVIE, que la tasa de rentabilidad social (sic) de la Ciudad de la Artes y las Ciencias es del 9%, por lo que conclu¨ªa que el complejo se amortiza en s¨®lo 10 a?os (Levante, 14/11/2004.) No me negar¨¢n que resulta parad¨®jico que sean tan t¨¦cnicamente precisos en la contabilidad de los impactos de CAC y tan refractarios y escrupulosos para la Bienal. ?No se trata en ambos casos de evaluar elementos intangibles que tiene que ver con la atractividad de la ciudad, la articulaci¨®n de su dimensi¨®n simb¨®lica y sus efectos sobre los ciudadanos?
He de decir, sin embargo, que a ambas perspectivas contables se les pueden plantear muchas objeciones.
Por empezar por la m¨¢s obvia, es evidente que Font de Mora est¨¢ equivocado. Y esto es lo que pasa cuando a los responsables de la pol¨ªtica cultural los cambian, como la ropa de Zara, cada jueves. Los reci¨¦n llegados, piensan que de pol¨ªtica cultural, como de f¨²tbol, todo el mundo sabe algo, y recurren a los lugares comunes para superar sus lagunas. As¨ª llevamos casi 10 a?os. Cada nuevo conseller de Cultura, secretario auton¨®mico o director general de alguna ¨¢rea de la cultura y su capilla de asesores, obviando el estado de la cuesti¨®n, las experiencias comparadas y lo que aportan las Ciencias Sociales, empieza desde cero en la senda del conocimiento, hasta que... les encomiendan puestos de m¨¢s enjundia que las gilipolleces de la cultura. Ya sabemos que los cargos en pol¨ªtica cultural son muy agradecidos. Visten mucho y queman poco. Y si no, que se lo digan a Villalonga, al propio Camps, a Esteban Gonz¨¢lez e incluso, a pesar de los pesares, a Consuelo Ciscar y hasta a Esperanza Aguirre.
Naturalmente que se pueden evaluar los intangibles y ya lo llevan haciendo muchos a?os los ingleses, alemanes, italianos o americanos. S¨®lo es una cuesti¨®n de dedicar voluntad y recursos a ello, ya que t¨¦cnicas variadas existen. Con s¨®lo el 0,7% de lo que se embolsan los arquitectos de "lo intangible" como Settembrini, Papas o Bara?ano podr¨ªamos evaluar hasta el coste de la opereta ling¨¹¨ªstica en la que se ha embarcado nuestro l¨²gubre presidente Camps.
Entre todas esas t¨¦cnicas, podemos encontrar una, que son los estudios de impacto econ¨®mico (EIE.) Que es la que m¨¢s o menos utiliza el IVIE para la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Esta metodolog¨ªa estuvo muy de moda en los a?os 70 y 80, y en 1987 apareci¨® una especie de manual de la National Conference of State Legislature de USA, en la que se recog¨ªan algunas de las experiencias m¨¢s significativas. Una d¨¦cada m¨¢s tarde en 1996 Frank van Puffelen publicaba un art¨ªculo en el European Journal of Cultural Policies donde evidenciaba algunos de los abusos de este tipo de estudios, y aqu¨ª mismo en Espa?a, tambi¨¦n la Revista Econ¨°mica de Catalunya publicaba en 1997 un art¨ªculo de Ezequiel Bar¨® y Llu¨ªs Bonet donde aparec¨ªan los problemas de evaluaci¨®n del impacto econ¨®mico de los gastos p¨²blicos en cultura. B¨¢sicamente los problemas de los estudios de impacto econ¨®mico son de dos tipos: o t¨¦cnicos o de instrumentalizaci¨®n. Entre los t¨¦cnicos cabe recoger, y perdonen el par¨¦ntesis de jerga, la no distinci¨®n entre efectos netos y brutos, la no consideraci¨®n de los efectos desplazamiento y sustituci¨®n, el excesivo optimismo en la estimaci¨®n de los efectos positivos, las dobles contabilidades y problemas de agregaci¨®n, la no consideraci¨®n de los costes de oportunidad y la no consideraci¨®n de los efectos redistributivos. La verdad es que no tengo criterio para determinar cu¨¢ntos de estos problemas, y si los hay, presenta el estudio del IVIE, pues hace ya alg¨²n tiempo que desist¨ª en perder energ¨ªas tratando de conseguir investigaciones financiadas con dinero p¨²blico pero que se sumergen en la clandestinidad y que s¨®lo se hacen visibles en sus cifras m¨¢s burdas para ruedas de prensa y folletos de propaganda. En lo que s¨ª tengo criterio es para alertar sobre los problemas de instrumentalizaci¨®n de los EIE. Un estudio de impacto econ¨®mico s¨®lo dice lo que dice: a partir de una concreta metodolog¨ªa, determina cu¨¢l es el impacto econ¨®mico de un determinado proyecto, pero en ning¨²n caso puede entenderse como un certificado de idoneidad sobre dicho proyecto. Los estudios de impacto econ¨®mico, dependiendo de lo que cuenten, pueden desvirtuar la necesaria multidimensionalidad de los proyectos. ?La CAC tiene como objetivo ¨²nico la atracci¨®n de visitantes? ?Y qu¨¦ hacemos con el modelo de articulaci¨®n de la ciudad, con la dimensi¨®n simb¨®lica que comporta, con la difusi¨®n del conocimiento, con la participaci¨®n social, etc...?... que son esas cosas que aparecen en letras may¨²sculas cuando se justifican los proyectos. Un paso previo para realizar un EIE es dedicar tiempos y recursos a tratar de determinar "qu¨¦" y "c¨®mo" contar. Y este "qu¨¦" y "c¨®mo" debe estar orientado a las necesidades y las aspiraciones de las sociedades sobre las que se formula la evaluaci¨®n. No tengo ninguna duda de que los EIE son herramientas muy ¨²tiles para que los ciudadanos podamos ordenar y otorgar consistencia l¨®gica a nuestras preferencias y que adem¨¢s nos aportan informaci¨®n muy valiosa para posicionarnos. Pero no olvidemos que los EIE, al final y en sociedades democr¨¢ticas, deben servir para nutrir el debate social y no para sustituirlo. Un EIE, y de acuerdo con las nuevas propuestas, es mucho menos un ejercicio t¨¦cnico y mucho m¨¢s uno de concertaci¨®n social. Y he de decirles que Gerardo Camps s¨ª comete una estafa intelectual al tratar de presentar el estudio del IVIE como si fuera un irrefutable evidencia t¨¦cnica que le blinda frente a la improvisaci¨®n, la desmesura, el descontrol, la ineficacia, la falta de transparencia y el nulo debate social que est¨¢ caracterizando el desarrollo y la puesta en marcha de un elemento tan importante para Valencia como es la CAC.
No s¨¦ si prefiero la interesada ignorancia de Font de Mora o la manipulada pericia t¨¦cnica de Gerardo Camps. En ambos caso s¨®lo se trata de estratagemas que empobrecen el calado democr¨¢tico de esta sociedad.
Pau Rausell K?ster pertenece a la unidad de Investigaci¨®n en Econom¨ªa Aplicada a la Cultura de la Universitat de Val¨¨ncia.
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