Personajes insufribles

?Pueden dos treinta?eros seguir viviendo hoy como, digamos, hace 20 a?os, cuando Mecano era uno de los grupos musicales de referencia, exist¨ªan locales como Aguacate en los que se concentraba el tout pijo madrile?o, y en Pach¨¢ sonaban sin parar los grupos m¨¢s comerciales de la movida capitalina? Esta premisa, que podr¨ªa haber dado de s¨ª toda una reflexi¨®n sobre el peterpanismo, la idiotizaci¨®n organizada de un sector de la sociedad joven, y hasta un retrato de clase acerado y vitri¨®lico, se convierte, en manos de los neodirectores Juan Cavestany (m¨¢s que interesante guionista) y Enrique L¨®pez Lavigne (conocido productor), que firman este Borjamari y Pocholo, en poco m¨¢s que una excusa, bastante vulgar, para un par de chistes tontos, una indecible cantidad de veces en que se repite el latiguillo "O sea, ?no?"... y bien poco m¨¢s.

Tiene El asombroso mundo... muy poco de asombroso, y s¨ª mucho de rutinario, de gastado, de falto de gracia. No hay en ¨¦l el menor acercamiento riguroso a los protagonistas, meras marionetas cargadas de tics y carentes del menor atractivo; ninguna construcci¨®n de personajes ni algo parecido a un trabajo a fondo sobre el gag. Se dir¨ªa que, conscientes del arrastre en taquilla de actores como Santiago Segura (capaz de convertir en oro todo lo que toca: este chico es un prodigio, no hay m¨¢s remedio que reconocerlo) o Guillermo Toledo, Cavestany y L¨®pez Lavigne se fiaran s¨®lo de ese arrastre y se dejaran llevar por la inercia de crear algo parecido a una trama, una galer¨ªa de ?personajes?, y a rodar. Es una l¨¢stima: el tema del pijer¨ªo de los ochenta deber¨¢ esperar a otros cronistas para, bien desde el humor, bien desde otro ¨¢ngulo, revivir con un poco m¨¢s de entidad y de inter¨¦s ante nuestros ojos.