Tripartito y cooperaci¨®n al desarrollo
El 14 de diciembre se cumplir¨¢ un a?o del pacto per un Govern catalanista i d'esquerres a la Generalitat de Catalunya. En este extenso pacto se detallan y destacan las pol¨ªticas sociales para desarrollar a lo largo de la legislatura y el papel que se quiere desempe?ar en el actual escenario internacional. Por ello, en el mismo se acuerda "aumentar las acciones destinadas a reforzar la cooperaci¨®n internacional en materia de desarrollo y en particular a fomentar el codesarrollo". Al mismo tiempo se suscribe un compromiso para "incrementar progresivamente los recursos que se destinan a la pol¨ªtica de cooperaci¨®n internacional hasta llegar al 0,7% de los tributos propios del Presupuesto de la Generalitat durante esta legislatura". De cumplirse este ¨²ltimo compromiso, significar¨ªa casi cuadriplicar los fondos que se destinaron en el a?o 2003 y aumentar la partida en unos 18 millones de euros anualmente.
En un momento en que desde diversos sectores se realizan los primeros balances de la acci¨®n de gobierno, quisi¨¦ramos manifestar que, en el ¨¢mbito de la solidaridad internacional, se generaron muchas expectativas y se apoy¨® sin reservas el acuerdo al considerar que era el momento oportuno para dar un salto tanto cuantitativo como cualitativo, y de forma consensuada, en la pol¨ªtica de cooperaci¨®n catalana y en su contribuci¨®n a la creaci¨®n de un mundo m¨¢s justo y solidario. Las ilusiones y esperanzas depositadas por el conjunto de la sociedad en esta coyuntura hist¨®rica creemos que no pueden verse defraudadas.
De acuerdo con los presupuestos presentados al Parlament, en 2005 se destinar¨¢n, aproximadamente, unos 10 millones de euros m¨¢s a cooperaci¨®n y desarrollo, que sumados al incremento de cinco millones de este a?o suponen m¨¢s del 60% de incremento respecto al ¨²ltimo presupuesto del anterior Gobierno. Este incremento puede parecer espectacular comparado con el de otras partidas o con el ¨ªndice de inflaci¨®n anual. Pero debemos recordar que partimos de un nivel de ejecuci¨®n presupuestaria muy bajo y que en el mejor de los casos nos situar¨ªamos en el 0,35% de los tributos propios, todav¨ªa muy lejos del compromiso de lo previsto en el Pacto catalanista y de izquierdas y a¨²n m¨¢s lejos del 0,7% del PIB marcado por Naciones Unidas hace m¨¢s de dos d¨¦cadas y asumido por todos los pueblos desarrollados.
Pero quiz¨¢ nuestra preocupaci¨®n mayor no reside en el escenario presupuestario, que sin duda se incrementa de forma m¨¢s lenta de lo esperado, sino en la toma de posici¨®n pol¨ªtica. La cooperaci¨®n para el desarrollo se debe caracterizar por una relaci¨®n de igualdad y colaboraci¨®n mutua y no como una iniciativa voluntaria y generosa de los pa¨ªses m¨¢s industrializados. El 0,7%, desde una ¨®ptica progresista, debe entenderse como un deber y un derecho, una obligaci¨®n y una aportaci¨®n de los pa¨ªses m¨¢s ricos econ¨®micamente a la creaci¨®n de un nuevo escenario internacional basado en la justicia social y en la redistribuci¨®n de la riqueza en todo el mundo, as¨ª como un derecho de los pa¨ªses injustamente empobrecidos a gozar del bienestar social, econ¨®mico y cultural que les corresponde. En este sentido el Gobierno de la Generalitat de Catalu?a no se ha caracterizado por la consolidaci¨®n de un programa de acci¨®n a escala internacional que adem¨¢s sea un reflejo de su compromiso con las poblaciones y naciones m¨¢s empobrecidas de este planeta.
Es cierto que el Plan Anual de la Cooperaci¨®n al Desarrollo 2004, presentado en el Parlament, se?alaba un cambio importante en las pol¨ªticas de solidaridad y asum¨ªa los compromisos de la comunidad internacional para luchar contra la pobreza, que se resumen en la Declaraci¨®n del Milenio aprobada por Naciones Unidas en el a?o 2000 y que pretenden mejorar la calidad de vida de la poblaci¨®n mundial antes de 2015. Pero creemos que este programa no se ha puesto en marcha con la solidez y fuerza que ser¨ªan necesarias dadas las expectativas generadas y las ingentes necesidades de las personas y los pueblos m¨¢s desfavorecidos.
Hasta el momento la Administraci¨®n auton¨®mica ha repartido los insuficientes recursos disponibles entre las entidades de solidaridad internacional de una forma transparente y correcta, pero en muchas ocasiones ha tendido m¨¢s a contentar a todas las organizaciones, con una l¨®gica distributiva, que a atender el impacto que las acciones desarrolladas tienen en las necesidades de la comunidad receptora de la ayuda. Por ello, el camino por recorrer es muy amplio y si no se inicia de forma decidida existe el riesgo de que se consoliden pr¨¢cticas internacionalmente en desuso, que probablemente sirvan para acallar nuestras conciencias, pero no para transformar una realidad injusta.
Hay que apostar por incrementar, de una forma decidida, la calidad y la coherencia de las acciones impulsadas y financiadas por el Gobierno. Esta calidad implica aportar lo mejor de nuestros conocimientos y capacidades a la creaci¨®n y consolidaci¨®n de un bienestar internacional respetuoso con la cultura y el medio ambiente y basado en los derechos humanos y laborales reconocidos mundialmente. Para ello se debe consolidar el trabajo con las ONG, de ¨¢mbito local o catal¨¢n, que apuesten m¨¢s decididamente por crear una red de solidaridad en conexi¨®n con otras redes latinoamericanas, africanas o asi¨¢ticas que den apoyo a las iniciativas de los pueblos del Sur y que, al mismo tiempo, favorezcan los cambios necesarios en nuestra sociedad. Trabajar de forma coordinada con todos los actores aprovechando las potencialidades de cada uno y buscando las complementariedades indispensables para realizar un trabajo eficaz. Identificar nuestras fortalezas como pueden ser las nuevas tecnolog¨ªas, la microempresa como generador de riqueza equitativa y vinculada a la tierra, la gobernabilidad local, la creaci¨®n de tejido asociativo, el trabajo y reivindicaciones de j¨®venes y mujeres en este nuevo escenario internacional o una pol¨ªtica a favor de la paz y el di¨¢logo, en el marco de las perspectivas marcadas por las agencias de las Naciones Unidas.
Igualmente entendemos que la coherencia debe ser una se?al de identidad de la acci¨®n del Gobierno. Las pol¨ªticas de cooperaci¨®n deben tender a la unidad de acci¨®n y no ser simplemente un conjunto de actividades dispersas en diferentes departamentos, avanzando hacia la consolidaci¨®n de un eje transversal que impregne toda la acci¨®n de gobierno. Cuando apoyamos a nuestras empresas en el exterior debemos asegurarnos que respetan los derechos laborales reconocidos internacionalmente y que generan riqueza que beneficia a todos y no s¨®lo a unos pocos. Y ya que nos preocupamos por los m¨¢s desfavorecidos debemos reconocer el papel de ciudadanos a todos los inmigrantes e implicarlos como agentes importantes de cooperaci¨®n y desarrollo.
Podemos, y debemos, tener un papel destacado, desde una perspectiva de pa¨ªs, en los foros internacionales proponiendo y apoyando iniciativas que beneficien al conjunto de la poblaci¨®n mundial y encabezando un grupo de acci¨®n y compromiso con otras regiones europeas y espa?olas. Algunas propuestas ya se han iniciado. Otras, por el momento, se han quedado en la mera declaraci¨®n de intenciones. Queremos que se nos conozca a escala internacional, sobre todo como un pueblo comprometido y solidario internacionalmente. Tenemos competencias pol¨ªticas, capacidades t¨¦cnicas y posibilidades financieras que no ejercemos plenamente.
La cooperaci¨®n al desarrollo debe ser un signo de identidad del actual Gobierno, un reflejo de las reivindicaciones de la ciudadan¨ªa que hace ahora 10 diez a?os plant¨® sus tiendas reivindicando el 0,7% para el desarrollo y la justicia social en todo el mundo. Incrementando los presupuestos, mejorando la calidad de nuestras acciones y dando una coherencia a nuestras intervenciones, tanto nacionales como locales, lograremos que la cooperaci¨®n no sea algo anecd¨®tico, sino el reflejo de unos valores que nos permitan enorgullecernos como pueblo. Otro mundo no s¨®lo es posible, sino necesario.
Jordi Borja, Antoni Dalmau, Pere Vilanova, Eul¨¤lia Vintr¨® y Joan Subirats son miembros de la ONG Cooperacci¨®.
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