Enciclopedia de la hermosura
Cuando se plantea el asunto o la materia de la est¨¦tica, la primera asociaci¨®n que salta a la mente, la m¨¢s evidente y espont¨¢nea, es la cuesti¨®n de la belleza. Todo el mundo parece coincidir en que la est¨¦tica se ocupa de la belleza. Y sin duda esta respuesta, aunque tiene todos los signos de ser un lugar com¨²n, contiene algo de verdad, cuando menos porque se funda en un aprendizaje secular que se remonta muy lejos, a los comienzos de la civilizaci¨®n y la cultura europeas, cuando los griegos antiguos llamaron lo bello a la cualidad abstracta, indiscernible, del objeto que llama nuestra atenci¨®n, el elemento que nos atrae o nos encanta y place a nuestros sentidos, e intentaron someterlo al examen de la raz¨®n. No tuvieron ¨¦xito con sus reflexiones -como lo reconoce el propio S¨®crates al final del di¨¢logo plat¨®nico Hipias mayor ("todo lo que es bello es tambi¨¦n dif¨ªcil", confiesa resignadamente S¨®crates)- como tampoco consiguieron resolver el enigma de la belleza ninguna de las dem¨¢s est¨¦ticas, po¨¦ticas y teor¨ªas del arte que siguieron a la griega, lo cual, a la postre, ha sido una suerte porque, de haberse resuelto este problema endiablado, la est¨¦tica ser¨ªa hoy una especie de cosm¨¦tica y tendr¨ªa un(a) especialista ocupando su plaza en la planta baja de El Corte Ingl¨¦s.
HISTORIA DE LA BELLEZA
Umberto Eco (editor)
Traducci¨®n de Mar¨ªa Pons Irazaz¨¢bal
Lumen. Barcelona, 2004
440 p¨¢ginas. 39 euros
El car¨¢cter enigm¨¢tico, al
mismo tiempo turbador e insondable, de la belleza ha dado lugar a una tradici¨®n inmensa en la que participan fil¨®sofos y estetas, pintores, m¨²sicos y escritores de todas las ¨¦pocas, que han teorizado sobre su naturaleza y su funci¨®n, han hecho el repertorio de sus elementos esenciales, han dictado reglas para reconocerla en los objetos del arte y en la naturaleza y han pontificado, separando lo bello de lo feo, dictaminando d¨®nde est¨¢ lo grotesco, lo pintoresco y lo sublime, y han hurgado en la naturaleza de los sentimientos que inspiran cada una de estas sensaciones e, inevitablemente, han intentado gestionar la belleza para s¨ª. Es m¨¦rito inequ¨ªvoco de este libro el trasmitir al lector la variedad de los argumentos y la riqueza del debate en torno a la belleza, que se recorre en estas p¨¢ginas espectacularmente ilustradas por todas las ¨¦pocas de la cultura europea, desde los tiempos de la Grecia arcaica hasta la ¨¦poca de Warhol, desde la sonrisa misteriosa de los kouroi hasta el rostro hier¨¢tico de la Garbo y la mirada amplia de George Clooney. La cuesti¨®n de la belleza es observada en las etapas del arte europeo: el planteamiento de lo bello en Grecia, la armon¨ªa y la proporci¨®n, la asociaci¨®n con la gracia y la luz en el Medioevo, el "descubrimiento" de lo sublime, la inquietud de lo bello que abre paso al romanticismo y su religi¨®n est¨¦tica, la revuelta contra la belleza, la iron¨ªa moderna y la estetizaci¨®n del mundo en la cultura medi¨¢tica. Los pasos de este proceso son seguidos a trav¨¦s de breves abordajes, muy apretados y certeros, y profusamente ilustrados -sin duda, lo mejor del libro-, acompa?ados de numerosos fragmentos significativos tomados de reflexiones est¨¦ticas y literarias de todas las ¨¦pocas.
El libro, al parecer, tiene su origen en el gui¨®n original de un audiovisual y aunque Eco y sus colaboradores han decidido atenerse exclusivamente a la tradici¨®n europea, con prescindencia de cualquier menci¨®n a la belleza en otras tradiciones, cabe advertir que las culturas del Lejano Oriente, India y el islam, por ejemplo, que no han sido ajenas a la teor¨ªa de la belleza y producido innumerables objetos bellos, no han sido incluidas en el libro y tampoco en la iconograf¨ªa, lo cual revela el exquisito eurocentrismo del proyecto. ?A qui¨¦n est¨¢ dirigida esta obra? Los especialistas encontrar¨¢n, sobre un contexto de observaciones eruditas e intachables, una gran confusi¨®n, como en una enciclopedia desjerarquizada que apunta m¨¢s de lo que explica y se pierde en los detalles. Los lectores corrientes la encontrar¨¢n un tanto ca¨®tica u oscura y quedar¨¢n abrumados por las referencias, por mucho que los autores se hayan esmerado al escoger los pasajes citados y las ilustraciones. Y los amantes de los libros bellos descubrir¨¢n una vaga reminiscencia de las ediciones y el gusto de Franco Maria Ricci, pero..., en peque?o formato. No me atrevo a vaticinar el resultado: nunca he entendido el ¨¦xito de las novelas de Umberto Eco que, al fin y al cabo, pecan de los mismos defectos que tiene este libro.
Dos observaciones finales
pueden hacerse sobre la tem¨¢tica de esta historia de la belleza. Por una parte, como advirti¨® hace algunos a?os el neomarxista Fredric Jameson a prop¨®sito de la cultura posmoderna, resulta irrisorio que, sobre el horizonte asc¨¦tico promovido por el arte contempor¨¢neo heredero de la revuelta vanguardista, resurja incontenible la vocaci¨®n por la belleza (sin ir muy lejos, los ¨²ltimos libros de Arthur Danto tambi¨¦n la han "re-descubierto"). Y, por otra parte, a despecho de las justas cr¨ªticas al historicismo, obras como ¨¦sta demuestran que el esp¨ªritu de la cultura europea es hist¨®rico: el devenir unitario de un mismo drama, un ¨²nico relato que tiene los mismos protagonistas y que, por a?adidura, es maravilloso.
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