El sue?o de un ni?o de Livorno
Dinero, celebridad y comodidad son las tres llamadas irresistibles de los tiempos que corren. Existe, sin embargo, un tipo que no cedi¨® al reclamo y prefiri¨®, en cambio, un sue?o. Se llama Cristiano Lucarelli, tiene 29 a?os, juega como delantero centro y en su ciudad ser¨¢ recordado por muchas generaciones. Pag¨® mil millones de liras, digamos cien millones de las antiguas pesetas, por una oportunidad: la oportunidad de realizar sus sue?os y pasar a la historia. Y no fall¨®.
Entre quienes guardar¨¢n en la memoria las gestas de Lucarelli no figuran, seguramente, los aficionados del Valencia, que le soportaron durante una temporada mediocre en 1998-1999. Tampoco tendr¨¢ monumentos a la entrada de los estadios del Perugia, el Cosenza, el Padua, el Lecce y el Torino, todos los equipos por los que pas¨® en diez a?os de carrera profesional. Ni quedar¨¢ en los anales de la selecci¨®n italiana. Su carrera internacional termin¨® en 1997, cuando, con la Sub-21, marc¨® un gol a Moldavia y se quit¨® la camiseta azurra para mostrar a las c¨¢maras de televisi¨®n, en riguroso directo, la que llevaba debajo: una con la efigie del Che Guevara. Por alguna raz¨®n, aquello molest¨® a la Federcalcio. No volvi¨® a ser convocado, ni con los j¨®venes ni con los mayores.
Lucarelli es de Livorno y comunista, lo que equivale, casi, a decir de alguien que es de Osaka y tiene los ojos rasgados. El Partido Comunista Italiano naci¨® en Livorno, el puerto industrial de Toscana, en 1921. Y la ciudad siempre ha sido de izquierdas. Como Lucarelli, que se ha puesto en el m¨®vil la melod¨ªa de Bandiera Rossa. Naci¨® en un barrio mar¨ªtimo de mala fama conocido como Shanghai, hijo de un estibador portuario militante del partido y del sindicato. El ni?o Cristiano estuvo rodeado desde el principio de banderas rojas, por el PCI, y granas, por el Livorno. De mayor quer¨ªa ser el delantero del Livorno que marcara el gol del ascenso a Primera. Hoy recuerda que, pese a su pasi¨®n total por el Livorno, ten¨ªa una esquina del alma con los colores del Inter, "porque ellos tampoco ganaban nunca". Lo cual da una idea del personaje y del Livorno, una de las sociedades con menos historial del calcio. Gan¨® una Copa en 1987, y ya est¨¢. Por resumir: desde 1949 merodeaba entre Segunda, en las temporadas triunfales, y Regional, en las normales.
En primavera de 2003, Lucarelli estaba en el Torino y su representante, el abogado Carlo Pallavicino, le estaba buscando nuevo equipo. Las ofertas, todas de clubes de Primera, eran razonables: casi un mill¨®n de euros por a?o. Pero result¨® que el Livorno subi¨® a Segunda. Y Lucarelli le encarg¨® a Pallavicino que le encontrara un puesto en su equipo del coraz¨®n, donde no hab¨ªa jugado nunca. El Livorno no pod¨ªa pagar m¨¢s que unos cientos de miles. Lucarelli acept¨®, renunciando a sueldos que ascend¨ªan a m¨¢s del doble, a la fama televisiva de otros clubes y a la comodidad de un puesto secundario. El propio Carlo Pallavicino ha publicado un libro sobre esa decisi¨®n y sobre lo que ocurri¨® despu¨¦s. "Quedaos con los mil millones", se titula.
Lo que ocurri¨® despu¨¦s fue que Cristiano Lucarelli volvi¨® a su ciudad y visti¨® el grana de su equipo convertido en el jugador mejor pagado del Livorno y en s¨ªmbolo del sue?o secreto de decenas de miles de livorneses: poner el pie en Primera, 55 a?os despu¨¦s. Lucarelli, un hombre con m¨¢s pasi¨®n que capacidad reflexiva, se ech¨® la responsabilidad a la espalda como si nada y jug¨® como nunca en busca del sue?o de su infancia.
El d¨ªa en que marc¨® el gol n¨²mero 25 de la temporada, el milagro estaba hecho. El Livorno ascendi¨®.
Lucarelli anot¨® ayer otros dos tantos que valieron tres puntos. El presidente de la Rep¨²blica, el impecable Carlo Azeglio Ciampi, livorn¨¦s y livornista, debi¨® celebrarlo por todo lo alto. El Livorno se acerc¨® un poco m¨¢s a la mitad de la tabla y al objetivo de la permanencia.
Cristiano Lucarelli es un tipo que ha cumplido sus sue?os, que vive entre los suyos y que ser¨¢ recordado por much¨ªsimo tiempo en su ciudad. Y s¨®lo ha pagado mil millones de liras por todo eso.
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