El dilema de los inmigrantes
El 17 de diciembre, los jefes de Estado de 25 estados miembro de la Uni¨®n Europea se reunir¨¢n en Bruselas. El asunto m¨¢s controvertido del programa es la cuesti¨®n de si debe darse luz verde a Turqu¨ªa para su entrada en el club. Los europeos se encuentran divididos en la cuesti¨®n de la admisi¨®n de los turcos. A muchos les preocupa que aceptar a un gran pa¨ªs musulm¨¢n en la UE con el potencial de generar una afluencia de inmigrantes musulmanes en Europa pueda resultar desastroso para el experimento pol¨ªtico europeo. La cuesti¨®n turca se desarrolla con el tel¨®n de fondo del asesinato del cineasta holand¨¦s Theo van Gogh el 2 de noviembre a manos de un terrorista molesto con una reciente pel¨ªcula del director que retrataba la violencia musulmana contra las mujeres. La opini¨®n p¨²blica estaba enfurecida. Vigilantes holandeses desconocidos pusieron una bomba en una escuela musulmana y prendieron fuego a una docena de mezquitas. El primer ministro Jan Peter Balkanende, en un discurso pronunciado ante el Parlamento Europeo, afirm¨® que, aunque los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea necesitan combatir el terrorismo con mayor efectividad, tambi¨¦n deben iniciar un debate serio sobre c¨®mo integrar a las minor¨ªas inmigrantes en la normalidad de la vida europea.
Eso me recuerda que "Unidad en la diversidad" es el mantra oficial de la Uni¨®n Europea y una de las piedras angulares del Sue?o Europeo, y se trata con la misma reverencia que los estadounidenses profesan a la "vida, libertad y b¨²squeda de la felicidad". La gran pregunta es si, en realidad, los europeos est¨¢n preparados para respaldar el majestuoso eslogan en las pol¨ªticas y programas gubernamentales y en la vida diaria de la gente. El ¨¦xito o el fracaso del experimento de la Uni¨®n Europea depende en gran medida de los resultados. Aunque se han elevado voces de alarma entre pol¨ªticos, intelectuales y la opini¨®n p¨²blica en general sobre la forma de abordar el problema, posiblemente explosivo, de integrar a nuevos inmigrantes -y especialmente a las minor¨ªas musulmanas-, se han propuesto muy pocas ideas espec¨ªficas sobre c¨®mo enfocar la tarea. Me gustar¨ªa ofrecer una propuesta muy concreta que creo que podr¨ªa empezar a paliar el urgente problema de la integraci¨®n de nuevas minor¨ªas de inmigrantes. Pero, primero, echemos un vistazo a la naturaleza y el alcance del dilema de la inmigraci¨®n.
Europa es un calidoscopio de diversidad cultural. Los habitantes de la Uni¨®n se descomponen en 100 nacionalidades distintas que hablan 87 lenguas y dialectos diferentes, lo cual convierte a la regi¨®n en una de las zonas culturalmente m¨¢s diversas del mundo. Acometer la diversidad cultural ya resultar¨ªa dif¨ªcil de por s¨ª aunque fuese s¨®lo cuesti¨®n de contemplar los programas, a menudo en disputa, de las subculturas europeas existentes. La situaci¨®n se ve acentuada por el acusado aumento de culturas inmigrantes de fuera de la Uni¨®n Europea. La globalizaci¨®n de la circulaci¨®n de capital genera nuevas divisiones. Los pobres del mundo se ven forzados a emigrar all¨¢ donde se instale el capital. Es cuesti¨®n de encontrar trabajo. En Europa, las empresas est¨¢n ansiosas por contratar a trabajadores inmigrantes m¨¢s baratos para reducir sus costes en mano de obra y seguir siendo competitivos en los mercados mundiales. Los grupos de inmigrantes a menudo aceptan trabajos de baja categor¨ªa que la poblaci¨®n nativa se niega a desempe?ar. La barata mano de obra inmigrante tambi¨¦n tiene el efecto de rebajar los salarios de todos los dem¨¢s. Y en un mercado laboral en crisis con un alto desempleo estructural, a los europeos les preocupa que los grupos de inmigrantes se hagan con los pocos puestos vacantes en el sector industrial y de servicios, a expensas de los nativos.
Tambi¨¦n existe la preocupaci¨®n de que las culturas inmigrantes perjudiquen a un sistema de seguridad social ya de por s¨ª sobrecargado y acaparen unos preciados servicios. En una era caracterizada por impuestos elevados y unos beneficios sociales en descenso, las poblaciones nativas se resisten a que sus impuestos se inviertan en educar a "extranjeros" y en facilitarles asistencia social para sustentar a sus familias. Los europeos, por lo general, se sienten inundados y abrumados por la aglomeraci¨®n de inmigrantes. El resentimiento se ha ido acumulando a lo largo del ¨²ltimo medio siglo y ahora amenaza con deshacer el proceso de europeizaci¨®n. El creciente miedo a los inmigrantes ha alentado el nacimiento de partidos de extrema derecha contrarios a la inmigraci¨®n, muchos de los cuales disfrutan de un amplio apoyo popular. La Liga Norte italiana, el Partido Radical suizo, el Partido Austriaco de la Libertad y el Frente Nacional franc¨¦s han tenido ¨¦xito en las urnas con sus llamamientos populares a atacar a los inmigrantes.
La reacci¨®n ante la inmigraci¨®n augura graves consecuencias para la estabilidad de la propia Europa a largo plazo. La triste verdad es que, sin un marcado incremento de la inmigraci¨®n no comunitaria en las pr¨®ximas d¨¦cadas, es probable que Europa se debilite y muera, tanto figurativa como literalmente. En el n¨²cleo del problema se encuentra la tasa de fertilidad del continente, terriblemente baja. Europa posee la tasa de fertilidad m¨¢s baja de cualquier regi¨®n del mundo. En Espa?a, Suecia, Alemania y Grecia, la tasa de fertilidad ha ca¨ªdo hasta un 1,4% o menos, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. En pa¨ªses de Europa del Este como Bulgaria, Letonia y Ucrania, la tasa de fertilidad es incluso m¨¢s baja, con un 1,1%. La Comisi¨®n Europea advierte que "tras siglos de continua expansi¨®n, el final del crecimiento de la poblaci¨®n europea est¨¢ a la vista". El columnista de The Financial Times Martin Wolf lo expres¨® m¨¢s directamente, afirmando que "Europa se est¨¢ convirtiendo en un enorme asilo". La realidad demogr¨¢fica pone a Europa en un dilema. La ¨²nica salida, a falta de un incremento milagroso de la fertilidad -lo cual es bastante improbable-, es abrir las compuertas a millones de nuevos inmigrantes. Europa deber¨ªa acoger a m¨¢s de un mill¨®n de inmigrantes cada a?o para alcanzar el equivalente a que las mujeres europeas tuvieran una media de un hijo m¨¢s. S¨®lo Alemania tendr¨ªa que recibir a 500.000 j¨®venes inmigrantes cada a?o durante los pr¨®ximos 30 a?os, o doblar sutasa de natalidad, para evitar un acusado declive demogr¨¢fico de sus actuales 83 millones de habitantes a menos de 70 millones, y para invertir el envejecimiento de su poblaci¨®n, que se espera que aumente de un promedio actual de 41 a?os a 49 en 2050.
La cuesti¨®n de la inmigraci¨®n somete al Sue?o Europeo a la prueba definitiva. Aunque es relativamente sencillo hablar sobre fomentar la diversidad y promover la inclusi¨®n, resulta bastante m¨¢s complejo abrir la puerta a extranjeros con quienes los nativos deber¨¢n compartir su propio espacio y fortuna. Los europeos se encuentran, hasta cierto punto, entre la espada y la pared. Por un lado, Europa necesita urgentemente una inmigraci¨®n masiva para sobrevivir y prosperar en el siglo venidero. Por otro, una oleada de inmigrantes -y eso es lo que necesitar¨ªa la econom¨ªa europea para mantenerse en el escenario mundial- amenaza con abrumar unos presupuestos gubernamentales para prestaci¨®n social ya sobrecargados y el sentido de la gente sobre su identidad cultural.
Yo dir¨ªa que el ¨¦xito o el fracaso del incipiente Sue?o Europeo depende en gran medida de c¨®mo aborde la generaci¨®n actual de europeos el problema de la inmigraci¨®n. Al fin y al cabo, el Sue?o Europeo es la primera visi¨®n colectiva de futuro basada en una conciencia global. Inclusi¨®n, diversidad, calidad de vida, desarrollo sostenible, derechos humanos universales y paz y armon¨ªa entre todos los pueblos son el distintivo del Sue?o Europeo en ciernes. ?Pueden los europeos mantener esta grandiosa visi¨®n global y, a la vez, cerrar las puertas de Europa al resto de la raza humana? El miedo a los extranjeros a menudo est¨¢ enraizado en la ignorancia y la superstici¨®n. De modo que, perm¨ªtanme hacer una humilde propuesta. ?Por qu¨¦ no plantearse la idea de instaurar una versi¨®n en la Uni¨®n Europea de los Cuerpos de Paz estadounidenses, las organizaciones de voluntarios que fund¨® el presidente John F. Kennedy en los a?os sesenta? Millones de j¨®venes licenciados estadounidenses reciben un peque?o salario p¨²blico por trabajar hasta dos a?os ayudando a la gente necesitada de barrios y comunidades pobres, en todo el mundo y en Estados Unidos, a desarrollar las aptitudes necesarias para mejorar su suerte e integrar con ¨¦xito sus vidas en la normalidad econ¨®mica y social.
Al igual que EE UU, los estados miembro de la UE podr¨ªan reservar fondos p¨²blicos para reclutar a millones de licenciados universitarios para servicios alternativos, como unos Cuerpos de Bienvenida al Sue?o Europeo para nuevos inmigrantes de la Uni¨®n. Los j¨®venes europeos podr¨ªan trabajar con inmigrantes reci¨¦n llegados bajo el auspicio de organizaciones de la sociedad civil para ense?arles el idioma de su nuevo pa¨ªs, mejorar su preparaci¨®n educativa y laboral, ofrecer alojamiento y otras ayudas, y hacer que sus nuevos vecinos se familiaricen con los fundamentos del Sue?o Europeo. Los voluntarios de los Cuerpos de Bienvenida tambi¨¦n pueden aprender de los nuevos inmigrantes, y comprender mejor su cultura, costumbres, esperanzas y aspiraciones de futuro.
En su discurso presidencial de apertura en 1960, el presidente Kennedy apel¨® a una nueva generaci¨®n de estadounidenses a "no preguntar qu¨¦ puede hacer por ti tu pa¨ªs, sino qu¨¦ puedes hacer t¨² por ¨¦l". A lo mejor es hora de que los l¨ªderes pol¨ªticos europeos planteen a una nueva generaci¨®n de j¨®venes idealistas la misma cuesti¨®n, es decir, "no preguntar qu¨¦ puede hacer Europa por ti, sino qu¨¦ puedes hacer t¨² por ella". Creo que la generaci¨®n Erasmus de estudiantes universitarios -actualmente, un mill¨®n- y sus coet¨¢neos est¨¢n preparados y ansiosos por servir a Europa. No podr¨ªa haber una mayor vocaci¨®n para los j¨®venes europeos que recibir con los brazos y el coraz¨®n abiertos a inmigrantes reci¨¦n llegados, con el esp¨ªritu de la solidaridad y la fraternidad. Con su ejemplo, los voluntarios de los Cuerpos de Bienvenida ser¨¢n los emisarios del Sue?o Europeo en ciernes y un rayo de luz para todos los j¨®venes del mundo que esperan hacer del Sue?o Europeo el suyo propio.
Jeremy Rifkin es autor de El sue?o europeo: c¨®mo la visi¨®n europea del futuro est¨¢ eclipsando el sue?o americano (Ediciones Paid¨®s, 2004). Traducci¨®n de News Clips.
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