Ripoll habemos
Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, actual presidente de la Diputaci¨®n de Alicante, apabull¨® cuando dej¨® caer sobre la mesa sus mil avales, de los 1.266, que cuentan hoy en el Congreso provincial de Altea. No hay que darle m¨¢s vueltas: el compromisario es del que se lo trabaja. Y Ripoll se los ha trabajado, de uno en uno, pueblo a pueblo, comarca a comarca, hasta poner fuera de juego cualquier posible candidatura alternativa, como la que vino a dar finalmente en polvo y frustraci¨®n. Pero aqu¨ª no hay m¨¢s cera que la que arde, y arde la cera zaplanista, y Ripoll es su profeta. As¨ª es que el aspirante C¨¦sar Augusto Asencio, alcalde de Crevillente y portavoz popularcampista en la misma Diputaci¨®n, se qued¨® para vestir candidatos j¨®venes y no chamuscados pol¨ªticamente, con los 200 avales que hab¨ªa conseguido, al objeto de postularse para el poder y la gloria. De modo que en cuesti¨®n de horas, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll saldr¨¢ investido presidente del PPCV alicantino, si la aritm¨¦tica sigue siendo lo que era. Qu¨¦ curioso mapa: Fabra a un lado; al otro, Ripoll; y all¨¢ en su frente, Camps. Camps, p¨¢lido yermo, meditabundo y tricotando confusamente lanas de churras y merinas, mientras la Generalitat va al aire que menos calienta. A sus observaciones, el cronista incorpora lo que se le hace ya axioma enunciado con bota empresarial y alto nivel de sarcasmo: nada de pron¨®sticos, nada de tanteos, nada de conclusiones: aqu¨ª quien manda es el cemento, lo dem¨¢s es pura circunstancia nominal y pasajera. Y el cronista ya sabe que del cemento para abajo, solo queda el reparto y aquel que tiene la boquilla a punto. Camps se va a enterar de que, por los bajos de su Comunidad, le crece un inc¨®modo incordio.
Y si el president ha tricotado y lo que te contar¨¦, el alcalde de Alicante, D¨ªaz Alperi, no se ha quedado muy atr¨¢s peg¨¢ndole lo suyo al punto de cruz. Todo sea por el campismo. Pero cuando Miguel Peralta lo dej¨® colgado un buen d¨ªa, se dijo que las negociaciones se hab¨ªa hecho trizas. No fue as¨ª. Se trataba solo de un mensaje en formato de sobresalto. Luego se reanudaron, pero con un Ripoll rebosante de avales y un Congreso en plan paseo militar. Las negociaciones pasaban por un 50%, seg¨²n las pretensiones de los campistas, para cada uno de los sectores enfrentados, en una lista de consenso. Pero, poco despu¨¦s y a la vista del despliegue, D¨ªaz Alperi recogi¨® velas y rebaj¨® las aspiraciones de los suyos hasta un 40%. Sac¨® pecho Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, y tal pretensi¨®n le pareci¨® desmesura: a¨²n hab¨ªa que apurar las exigencia de quienes tan escasos avales exhib¨ªan en sus solapas. Y naturalmente, se impon¨ªa un severo castigo a aquel que hab¨ªa osado infringirle tan temerariamente una sonada derrota en los campos ilicitanos: Manuel Ortu?o y su entorno no se sentar¨¢n ni a su siniestra, ni siquiera postar¨¢n en el ed¨¦n del comit¨¦ ejecutivo provincial. ?Del antagonismo al revanchismo?. Ripoll no solo ha hecho un largo rodaje, sino todo un m¨¢ster cum laude de malabarismo pol¨ªtico, y a estas alturas conoce los resortes para desprenderse de quien se le ponga por delante. Dicen que encabeza sus prioridades un peso pesado, de colmillos tambi¨¦n retorcidos. El mayor espect¨¢culo de la aldea.
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