La investigaci¨®n deja en el aire las acusaciones contra David Blunkett
Las pesquisas no hallan pruebas contra el ex ministro de Blair
Las acusaciones de abuso de poder que llevaron la semana pasada a la dimisi¨®n de David Blunkett, hasta entonces ministro de Interior de Tony Blair, quedaron ayer en el aire. El alto funcionario que ha investigado si Blunkett orden¨® que se acelerara el permiso de residencia de la ni?era de su amante, Kimberly Quinn, encontr¨® "una cadena de acontecimientos" que vinculan al ministro con la r¨¢pida resoluci¨®n del permiso pero ninguna prueba de ¨¦ste diera ninguna orden al respecto.
Alan Budd, el alto funcionario del Tesoro que ha examinado todos los pasos que llevaron a la ni?era filipina Leoncia Casalme a lograr en 52 d¨ªas lo que normalmente se tarda una media de 172 d¨ªas en conseguir, concluye: "No soy capaz de determinar si el se?or Blunkett dio alguna instrucci¨®n en relaci¨®n con el caso y, si fue as¨ª, cu¨¢les fueron ¨¦stas". Pero s¨ª ha averiguado que un miembro de la oficina de Blunkett plante¨® el caso del permiso de residencia de Leoncia Casalme ante la Direcci¨®n de Inmigraci¨®n y Nacionalidad y que, "como resultado de ello, el caso de la se?ora Casalme fue reconsiderado" y el permiso que pod¨ªa tardar hasta un a?o lleg¨® a los pocos d¨ªas. El informe constata tambi¨¦n que el ex ministro no utiliz¨® el coche oficial de manera indebida en beneficio de la se?ora Quinn.
Estas conclusiones fueron definidas ayer como "un veredicto abierto" que no permite condenar pol¨ªticamente pero tampoco absolver a David Blunkett, el carism¨¢tico halc¨®n del Gobierno laborista, un invidente nacido en la pobreza que ha ido escalando puestos en la vida a base de esfuerzo al tiempo que se convert¨ªa en el estandarte de la mano dura del Gobierno de Blair.
Un sondeo del diario The Guardian se?alaba ayer que dos tercios de los electores no se oponen a que Blunkett retorne al Gobierno si los laboristas consiguen ganar un tercer mandato, pero el informe de sir Alan deja muchas cuestiones por aclarar y su cr¨ªptico lenguaje, t¨ªpico de los llamados mandarines, como se conoce a los poderosos altos funcionarios de la Administraci¨®n pol¨ªtica brit¨¢nica, ayuda a fomentar la sensaci¨®n de que el ex ministro ha podido ser tratado con benevolencia. Su retorno depender¨¢ ahora de c¨®mo encaja la opini¨®n p¨²blica el veredicto y del margen de la supuesta victoria del laborismo en las elecciones, que se esperan para la pr¨®xima primavera.
El l¨ªder de la oposici¨®n conservadora, Michael Howard, despreci¨® el informe del alto funcionario. "Est¨¢ escrito en mandar¨ªn y el problema de los mandarines es que no tienen una palabra con la que referirse a la mentira", dijo con iron¨ªa. En una dur¨ªsima conferencia de prensa que m¨¢s pareci¨® un mitin de campa?a electoral, Howard descalific¨® por "mugriento" al Gobierno de Tony Blair, que a su juicio "no conoce la verdad".
Blunkett dimiti¨® el mi¨¦rcoles pasado, al d¨ªa siguiente de saber que la investigaci¨®n no le iba a exculpar y, para sospecha de muchos, justo un d¨ªa antes de que la ¨²ltima instancia judicial del pa¨ªs desbaratara una de las leyes m¨¢s pol¨¦micas de su era como ministro del Interior, la Ley Antiterrorista de 2001. El ex ministro acat¨® ayer "todas" las conclusiones del informe, subray¨® que ¨¦ste "confirma que nunca ment¨ª" y atribuye a "fallos de memoria" las discrepancias que se dan entre la versi¨®n que ¨¦l ofreci¨® y la del funcionario.
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