Volver
Hay que volver a Espa?a de vez en cuando. Hay que volver para darse cuenta de que en la vida real la gente va al trabajo, hace la compra, el amor, la colada y la comida, y no est¨¢ a punto de matarse en cada una de estas tareas. Hay que volver a Espa?a. Un colombiano me dec¨ªa que cuando los espa?oles discuten parece que van a matarse, pero, asombrosamente, luego no pasa nada. Los colombianos, me dec¨ªa mi amigo, de las buenas palabras pasamos a la acci¨®n. Puede que en Espa?a seamos m¨¢s pac¨ªficos, pero al que vive fuera s¨®lo le llegan las palabras, las palabras rabiosas de las columnas de los peri¨®dicos, de Internet, de los pol¨ªticos, palabras impregnadas de esa bendita mala baba que nos hace grandes creadores de chistes de cojos, mariquitas y monjas violadas. Uno lee esas palabras y puede tener la sensaci¨®n de que una guerra civil siempre anda rumi¨¢ndose. Hay que volver para percibir que no todo el mundo habla continuamente de Maragall, de Carod, de Ibarretxe, de su plan, de un cr¨ªtico, de su carta, de la carta de apoyo, de los que firmaron, de los que no firmaron, de Aznar (oh, Dios m¨ªo, ?cu¨¢ndo se acabar¨¢ el tema Aznar?), de que Pilar Manj¨®n es de Comisiones Obreras, de si ha sido acertado que la portavoz sea de Comisiones, de si unas v¨ªctimas no mencionaron a las otras v¨ªctimas, de si es l¨®gico que una madre que ha perdido a su hijo en un atentado vaya a la peluquer¨ªa antes de hablar en p¨²blico, de si eso indica menos dolor, de si hubiera sido mejor que fuera con el pelo sucio, de si Espa?a es naci¨®n de naciones que incluyen a su vez m¨¢s naciones y as¨ª hasta el infinitivo. Hay que volver para escuchar que hay gente que sigue diciendo buenos d¨ªas, gracias y por favor. Hay que volver para darse cuenta de que la vida de la gente es dura y ajena casi siempre a lo que bulle en la gran olla medi¨¢tica. Hay que volver a Espa?a, aunque sobrevolando el oc¨¦ano uno se pregunte: ?vuelvo a Espa?a o a una naci¨®n de naciones? La respuesta es inmediata: el olor a tabaco, a caf¨¦ con leche, y la brusquedad con la que el encargado de los taxis te asignar¨¢ uno en Barajas, te lo dejar¨¢n claro: vuelves a Espa?a.
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