Por una devoluci¨®n justa e ¨ªntegra
Tener una edad como la m¨ªa, que es la de aquellos republicanos que integramos la llamada "quinta del biber¨®n", implica haber sido espectador o actor de numerosos acontecimientos hist¨®ricos. Por eso, cuando oigo hablar de los problemas de los "papeles de Salamanca" que todav¨ªa hoy colea inexplicablemente, no puedo menos que recordar vivamente las circunstancias tr¨¢gicas de los primeros meses del a?o 1939, en que las fuerzas de ocupaci¨®n -que as¨ª se autodenominaban- empezaron a crear ese problema. Quiero decir que no soy capaz de hablar de ello, ni de o¨ªr hablar, como de una simple cuesti¨®n t¨¦cnica. Tambi¨¦n me choca la adopci¨®n por parte de los "blindadores" del almac¨¦n policial, hoy pomposamente llamado "Archivo General de la Guerra Civil de Espa?a", de la pintoresca expresi¨®n "unidad de archivo" que tanto nos suena a los catalanes a aquello de la "unidad de destino en lo universal".
La ¨²nica "unidad" que existe en ese archivo, por lo que hace referencia a la documentaci¨®n catalana reclamada, es la de su procedencia: toda ella es fruto de la expoliaci¨®n que Catalu?a sufri¨® al ser ocupada por Franco y su r¨¦gimen. Es fruto, pues, de la pol¨ªtica represiva franquista contra Catalu?a de la posguerra inmediata. Fue una pol¨ªtica que provoc¨® que centenares de miles de personas tuvieran que huir al exilio; que docenas de miles de personas fueran detenidas y encarceladas; que se celebraran miles de consejos de guerra sumar¨ªsimos, con miles de ciudadanos condenados a muerte, m¨¢s de tres mil de los cuales fueron ejecutados previo el preceptivo "enterado" del general Franco. Fue una ola represiva que vino acompa?ada por un intento de genocidio cultural contra Catalu?a que algunos prefieren ignorar aun hoy. Y finalmente, culmin¨® en la abolici¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a, que a su vez comport¨® la desaparici¨®n del Gobierno aut¨®nomo catal¨¢n y la incautaci¨®n de esa parte de su documentaci¨®n que los franquistas encontraron y que hoy est¨¢ en Salamanca junto con gran parte de la documentaci¨®n privada e institucional de la Catalu?a republicana. Habiendo vivido ese periodo tr¨¢gico de represi¨®n de la inmediata posguerra, no me cabe en la cabeza que alguien no abiertamente franquista y anticatal¨¢n pueda oponerse hoy a la devoluci¨®n de los "papeles de Salamanca" a los archivos catalanes de donde nunca debieron salir.
Es interesante remarcar que en la "unidad" del archivo, en lo que se refiere a la documentacion catalana, se encuentran documentos privados que en el a?o 1936 fueron incautados por los anarquistas de la FAI al asaltar algunos domicilios, como en el caso del l¨ªder del partido de centro-derecha catalana, Lliga Catalana, y ex ministro de la Corona, Francesc Camb¨®, que volvieron a ser incautados por las tropas franquistas en 1939. Hasta ahora se ha seguido negando la devoluci¨®n de estos documentos a los herederos del Sr. Camb¨®. Camb¨® hizo donaci¨®n al Estado de varios cuadros destinados al Museo del Prado. Pero hasta hoy el Estado se ha negado a devolver a su hija los documentos privados de su padre. He aqu¨ª una situaci¨®n escandalosa e inaceptable.
Durante a?os albergamos la esperanza de que con la recuperaci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico y auton¨®mico se recuperar¨ªa tambi¨¦n la documentaci¨®n confiscada por el franquismo, mucha de la cual poco o nada ten¨ªa que ver con la guerra civil, siendo de ¨¦pocas muy anteriores. ?La pod¨ªamos recuperar toda? No lo sab¨ªamos con seguridad porque algunos investigadores que hab¨ªan conseguido trabajar en el archivo-almac¨¦n nos informaban del deficiente trato que recib¨ªa la documentaci¨®n que era cualificada de "rojo-separatista" por los "guardianes" del recinto.
Hablando del trato deficiente hacia los archivos, no podr¨¦ olvidar nunca que tras la muerte de Franco personajes como el ministro Rodolfo Mart¨ªn Villa ordenaron la destrucci¨®n de los archivos de las organizaciones del "Movimiento". As¨ª, en el a?o 1977, poco antes de celebrarse las primeras elecciones democr¨¢ticas, se destruy¨® en Barcelona el gran archivo del Movimiento Nacional de la provincia, sito en la calle Mallorca, donde exist¨ªa documentaci¨®n muy importante sobre la represi¨®n sufrida por Catalu?a por su orden.
Interesado desde siempre por la cuesti¨®n de la conservaci¨®n de los archivos, cuando fui senador -el mes de diciembre de 1977- hice una interpelaci¨®n al Gobierno de Su¨¢rez sobre la destrucci¨®n de los archivos, que, a pesar de la recuperaci¨®n de un r¨¦gimen democr¨¢tico, continuaban produci¨¦ndose. Propuse la creaci¨®n de una comisi¨®n que se ocupara de salvarlos y organizarlos. No tuvo ¨¦xito mi iniciativa.
Paralelamente, con motivo de ese mismo debate, como senador, me interes¨¦ por la documentaci¨®n catalana existente en el almac¨¦n-archivo de Salamanca, mientras que Antoni de Senillosa, como diputado, tambi¨¦n hac¨ªa gestiones en el mismo sentido con la aprobaci¨®n expl¨ªcita de Fraga Iribarne. Los dos hablamos con los ministros de Cultura de ese periodo, Ricardo de la Cierva y Soledad Becerril. Ambos expresaron su opini¨®n que ser¨ªa justo que esa documentaci¨®n fuera devuelta a la reci¨¦n recuperada Generalitat. Y que as¨ª se har¨ªa.
Por tanto, este tema de los "papeles de Salamanca" lo arrastramos desde 1978, hace, pues, m¨¢s de veinticinco a?os. Ante esta evidencia, es l¨®gico que no podamos esperar m¨¢s. Por eso pido que no se admitan m¨¢s demoras en la actuaci¨®n de la comisi¨®n creada y espero que la decisi¨®n final que deba tomar el Gobierno espa?ol sea la devoluci¨®n ¨ªntegra de todo lo que se expoli¨®. Para conseguir que se haga justicia, conf¨ªo plenamente en el criterio y en la tarea realizada por la admirable Comissi¨® de la Dignitat, que con tanta tenacidad y objetividad defiende el derecho no s¨®lo de los expoliados, sino de todos los que queremos y amamos la democracia, la ¨¦tica archiv¨ªstica y el respeto entre los pueblos. El apoyo de centenares de intelectuales y catedr¨¢ticos de todo el mundo lo avala.
Josep Benet es historiador.
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