Luz en Marruecos
La singular comisi¨®n de la verdad auspiciada en Marruecos por Mohamed VI es un experimento loable, sin precedentes en un universo tan desp¨®tico y opaco como el ¨¢rabe. Alrededor de 200 v¨ªctimas -ex presos pol¨ªticos, torturados, familiares de asesinados- han comenzado desde Rabat a contar sus experiencias a trav¨¦s de la televisi¨®n y la radio estatales. A lo largo de 10 semanas, y desde otras tantas ciudades marroqu¨ªes, se pretende hacer luz sobre la represi¨®n pol¨ªtica durante m¨¢s de cuarenta a?os, desde la independencia hasta la muerte de Hassan II, en 1999. El padre del rey actual fue el responsable ¨²ltimo de una larga y siniestra etapa en el pa¨ªs vecino caracterizada por una represi¨®n despiadada de cualquier forma de disidencia.
Para los marroqu¨ªes, acostumbrados a la oscuridad de una monarqu¨ªa semidivina que nunca ha debido dar explicaciones a sus s¨²bditos y menos a¨²n justificar su arbitrariedad, este ensayo de confesi¨®n p¨²blica no puede dejar de ser cat¨¢rtico. M¨¢s de 22.000 personas han solicitado reparaci¨®n al organismo estatal puesto en marcha a comienzos de este a?o para compensar a las v¨ªctimas y recuperar la memoria colectiva sobre los inicuos abusos de los a?os de plomo, que llegaron hasta casi entrado el nuevo siglo y cuyos m¨¢ximos oficiantes, a las ¨®rdenes del poder real, fueron siniestros personajes como los generales Mohamed Ufkir y Amed Dlimi o el reciente ministro del Interior, Driss Basri. En contra de lo presumible, la mayor parte de las reclamaciones no provienen de los centros urbanos, sino de zonas rurales del centro del pa¨ªs y del antiguo S¨¢hara espa?ol. Y sorprendentemente, poqu¨ªsimas del Rif, cuya rebeli¨®n contra el rey fue brutalmente reprimida en 1958.
Pero con ser tan ins¨®lito como saludable, el proceso marroqu¨ª -en la estela de otros recientes m¨¢s o menos similares en pa¨ªses como Ghana, Sierra Leona o Per¨²- tiene algunos vicios de origen por la prohibici¨®n de identificar a los asesinos o torturadores. Muchos de los sicarios que se ense?orearon de c¨¢rceles y lugares clandestinos de detenci¨®n ocupan hoy puestos relevantes en los cuerpos de seguridad o el ej¨¦rcito. Y no se puede pretender hablar de verdad o reconciliaci¨®n si quienes estuvieron durante d¨¦cadas al servicio de una pol¨ªtica represiva gozan ahora de la impunidad que otorga el secreto sobre su identidad.
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