Woody Allen cuelga el 'no hay billetes' en la gira espa?ola con su banda de jazz
El cineasta y clarinetista ofrece conciertos en Madrid, Guadalajara, Barcelona y Bilbao
No es el mejor clarinetista del mundo. Hay quien opina que ni siquiera es un buen m¨²sico de jazz. ?l mismo se define como un mero aficionado que se toma en serio su hobby. Y, sin embargo, Woody Allen llena los locales donde toca junto a la New Orleans Jazz Band. As¨ª ocurri¨® ayer en Madrid con el primero de los cuatro conciertos que ofrece esta semana en Espa?a el cineasta y clarinetista. Las localidades se agotaron a escasas horas de ponerse a la venta, y aun hubo de buscar la organizaci¨®n el modo de ampliar el aforo del local, al objeto de atender la demanda.
La gira contin¨²a hoy, lunes, con un nuevo concierto en la ciudad de Guadalajara, en el teatro auditorio Antonio Buero Vallejo, con las 983 localidades vendidas, que forma parte del programa de la Junta de Castilla-La Mancha sobre el centenario del Quijote. Las actuaciones seguir¨¢n ma?ana, en Barcelona (Auditori), y el mi¨¦rcoles, en Bilbao (Palacio Euskalduna).
La pasi¨®n del cineasta de origen jud¨ªo por la m¨²sica de jazz no es ning¨²n secreto, puesto que en ninguna de sus pel¨ªculas falta la referencia al g¨¦nero, presente en la banda sonora o formando parte el jazz del meollo argumental, el caso de Sweet and lowdown (Acordes y desacuerdos). Al Woody Allen jazz¨ªstico se han dedicado prolijos estudios -el ¨²ltimo, aparecido en la revista Nickelodeon- y un documental, Wild man blues, el cual recoge la gira europea que llev¨® a cabo el neoyorquino en el a?o 1998, cuyo arranque tuvo lugar en Madrid.
Lejos de la caricatura que del primitivo jazz de Nueva Orleans realizan los conjuntos del llamado dixieland, el jazz que interpreta Allen remite con un rigor historicista a los tiempos pret¨¦ritos en que esta m¨²sica era interpretada por conjuntos de seis a siete instrumentistas en los que no hab¨ªa un solista sino que todos lo eran. Es el jazz de los pioneros, el de Jelly Roll Morton, el inventor del jazz, pues as¨ª figuraba en sus tarjetas de visita, y el de King Oliver, quien dio la alternativa al mism¨ªsimo Louis Armstrong; el jazz genuino que, en los cuarenta, retomaron los revivalistas como Eddie Condon, Bunk Johnson y Sidney Bechet, en oposici¨®n al jazz modernista de los be-boppers.
En su calidad de "aficionado disciplinado" (Allen apenas maneja los rudimentos del solfeo), no admite la menor concesi¨®n en lo que tiene que ver con su pasatiempo y su pasi¨®n: interpretar el tipo de jazz tradicional que nadie, o muy pocos, tocan, salvo ¨¦l y los miembros de su banda: Eddy Davis, el l¨ªder nominal de la misma, al banjo; Simon Wettenhall,a la trompeta; Cynthia Swayer, al piano; Conal Fowkes, al contrabajo, y Robert Garc¨ªa, a la bater¨ªa.
En el caso de Allen, se da el caso de que no s¨®lo toca el clarinete, instrumento desasistido de practicantes en el jazz contempor¨¢neo, sino que utiliza un tipo de instrumento del denominado sistema Albert, que los propios clarinetistas de Nueva Orleans desecharon por su dificultad de ejecuci¨®n. Oscar Font, autor del libro-disco Woody Allen & Jazz, de reciente aparici¨®n, y m¨²sico de jazz por s¨ª mismo, cuenta en el mismo que, puesto a documentarse sobre dicho sistema, s¨®lo hall¨® a un m¨²sico en activo que persistiera en su ejecuci¨®n: el propio Woody Allen.
Espectadores
Como m¨²sico, la actitud del Allen es equiparable a la del int¨¦rprete de m¨²sica europea antigua, con la diferencia de que ¨¦ste, con excepciones, toca su m¨²sica para el selecto grupo de los connoseiurs y Allen lo hace ante audiencias multitudinarias. Como si su mera presencia fuera motivo suficiente para mantener la atenci¨®n de un espectador que le tolera lo que sea, por ser ¨¦l quien es. Un tipo de espectador que, tambi¨¦n con excepciones, no es el habitual del jazz, sino otro muy distinto. Si Woody Allen no toca en los festivales de jazz por una mera cuesti¨®n de prudencia, o por evitar comparaciones odiosas, tampoco es requerido para hacerlo en su pa¨ªs. A¨²n hoy, sus apariciones en el modesto auditorio del caf¨¦ del hotel Carlyle, en Nueva York, concitan un mayor inter¨¦s entre las hordas de turistas japoneses de paso por la ciudad de los rascacielos que entre sus paisanos.
Mientras prepara su gran pel¨ªcula sobre jazz ("que espero realizar en un futuro no demasiado lejano"), Woody Allen contin¨²a disfrutando y haciendo disfrutar de su pasi¨®n por el jazz. Una ocasi¨®n ¨²nica para encontrarnos con un c¨®mico que se toma algunas cosas muy en serio.
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