14-M, terrorismo y democracia
Los autores, apoyados en una encuesta, se?alan que la derrota del PP no radic¨® en los atentados del 11-M, sino que los votantes evaluaron la gesti¨®n del Gobierno en la ¨²ltima legislatura, sobre todo en pol¨ªtica exterior
Los estudios sobre el comportamiento electoral han comprobado que los votantes, aunque suelan carecer de mucha informaci¨®n sobre la pol¨ªtica, toman decisiones que no son caprichosas o arbitrarias, sino razonadas y basadas en un amplio abanico de temas. La utilizaci¨®n de distintos atajos o mecanismos para adquirir informaci¨®n les permite comportarse pr¨¢cticamente como si dispusieran de un conocimiento m¨¢s que suficiente. No hace falta, en fin, estudiarse los programas de los partidos para votar como si se hubieran le¨ªdo.
Pese a ello, algunos partidos que han gobernado, y culpan a los ciudadanos de su derrota tras unas elecciones, acostumbran precisamente a reprochar a los votantes la falta de cualquier atisbo de decisi¨®n racional o al menos razonable a la hora de valorar con sus votos la actuaci¨®n gubernamental durante la legislatura. Adem¨¢s, cuando sucede un acontecimiento relevante y de ¨²ltima hora (como los atentados del 11-M), la frontera que separa este discurso de malos perdedores de la deslegitimaci¨®n de los resultados electorales, en tanto dependientes de un estado de ¨¢nimo emocional y pasajero de los votantes, es tan delgada que no es extra?o que algunos partidos caigan en ella plena e irresponsablemente.
Las elecciones sirven para hacer responsables a los Gobiernos de sus acciones pasadas
Poco antes del 11-M, las encuestas indicaban que PP y PSOE estaban t¨¦cnicamente empatados
Para el Gobierno saliente y los dirigentes del PP, as¨ª como para ciertos sectores conservadores en Estados Unidos, las ganancias socialistas de cerca de tres millones de votos y las p¨¦rdidas populares de algo m¨¢s de un mill¨®n doscientos mil tendr¨ªan que ver exclusivamente con las viciadas reacciones a los atentados. Los espa?oles, o al menos aquellos que cambiaron su comportamiento electoral entre el 11 y el 14 de marzo, habr¨ªan cedido as¨ª al chantaje terrorista. En lugar de valorar adecuadamente su tarea de Gobierno en los ¨²ltimos cuatro a?os y la consistencia de sus propuestas, habr¨ªan votado cobarde e impulsivamente, puestos de rodillas, para evitar ser golpeados de nuevo por Al Qaeda. Esta supeditaci¨®n de la raz¨®n a la emoci¨®n en los resultados del 14-M no parece f¨¢cilmente rebatible. Para EL PA?S (24-11-2004), y por citar s¨®lo uno de los lugares en donde se ha escuchado, el supuesto de que los atentados influyeron en las elecciones es s¨®lo una "posibilidad inverificable, pero defendible".
Creemos que esa posibilidad puede comprobarse. La posici¨®n que defendemos, basada en los datos de una encuesta postelectoral realizada por Demoscopia para un grupo de investigadores universitarios, entre los que nos encontramos, se opone radicalmente a esa consideraci¨®n deslegitimadora del 14-M. Pocos d¨ªas antes del 11-M, e incluso hasta el mediod¨ªa de la v¨ªspera electoral, las encuestas indicaban que el PP y el PSOE estaban t¨¦cnicamente empatados; es decir, las diferencias entre ellos eran menores que los m¨¢rgenes de error de las encuestas. Eso quer¨ªa decir que cualquier resultado era factible: ciertamente el PP pod¨ªa haber ganado, pero tambi¨¦n cab¨ªa prever la victoria del PSOE. La reacci¨®n de los espa?oles a los atentados desequilibr¨® esa situaci¨®n. Pero no se produjo como consecuencia de la irracionalidad de unos ciudadanos conmocionados o manipulados, sino que fue mucho m¨¢s sencillo: los espa?oles decidieron su voto en base a los principales mecanismos de la democracia representativa.
En las democracias, los Gobiernos son representativos porque son elegidos. De acuerdo con la conocida como teor¨ªa del control, las elecciones sirven para hacer responsables a los Gobiernos de los resultados de sus acciones pasadas. Como anticipan la evaluaci¨®n de los votantes, los Gobiernos tienen un fuerte incentivo para desarrollar las pol¨ªticas que consideran ser¨¢n mejor valoradas por los ciudadanos. Al final de cada legislatura, los Gobiernos rinden cuentas al electorado por su gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos. El electorado valora su actuaci¨®n y vota en consecuencia.
Tras el 11-M, muchos espa?oles decantaron su voto a trav¨¦s de dos procesos complementarios. Situaron en un primer¨ªsimo plano, acaso el ¨²nico, sus opiniones sobre la pol¨ªtica exterior del Gobierno, en particular su decisi¨®n de apoyar la invasi¨®n de Irak. Y a ellas a?adieron sus percepciones sobre la gesti¨®n informativa del Gobierno hasta el mismo 14-M. Los datos son concluyentes. Seg¨²n la ya citada encuesta de Demoscopia, casi ocho de cada diez espa?oles pensaban en t¨¦rminos negativos sobre la decisi¨®n del Gobierno de apoyar la invasi¨®n de Irak; casi nueve de cada diez cre¨ªan que no respond¨ªa a la voluntad de la mayor¨ªa, y otros nueve de cada diez declaraban que esta guerra no hab¨ªa valido la pena. Esos datos resultaron incluso empeorados por la denuncia de manipulaci¨®n en el tema de las armas de destrucci¨®n masiva. Y se agravaron a¨²n m¨¢s tras los atentados: el 19% de los espa?oles responsabiliz¨® de ellos al Gobierno por su pol¨ªtica exterior. En suma, el Gobierno no sigui¨® las pol¨ªticas que demandaba la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles, y tampoco fue capaz de convencerles de su idoneidad. Cuando esta situaci¨®n ocurre, no es extra?o que sea castigado en las urnas: el 21% de los espa?oles declaraba tras las elecciones que la invasi¨®n de Irak hab¨ªa contado mucho o bastante en su voto. Y un 16% reconoc¨ªa que lo m¨¢s decisivo en su voto fue la gesti¨®n de la informaci¨®n sobre la autor¨ªa de los atentados que realiz¨® el Gobierno.
Los mecanismos de la democracia representativa han funcionado, pues, razonablemente bien. Tras los atentados, la valoraci¨®n negativa de la pol¨ªtica exterior del Gobierno del PP fue particularmente importante para movilizar a los abstencionistas y para canalizar hacia el PSOE a algunos antiguos votantes de IU y en menor medida del PP. Del mismo modo, las opiniones acerca de la gesti¨®n de la informaci¨®n sobre la autor¨ªa de los atentados explicar¨ªan tambi¨¦n el voto al PSOE de antiguos abstencionistas, pero no contar¨ªa para los votantes de IU. Pero estas reacciones s¨®lo pudieron mostrarse mediante una condici¨®n adicional que suele olvidarse con demasiada frecuencia. Se trata de la evaluaci¨®n de la gesti¨®n del Gobierno del PP a lo largo de sus cuatro a?os de mayor¨ªa absoluta. De nuevo con los datos de la encuesta de Demoscopia, todas las pol¨ªticas p¨²blicas protagonizadas por el Gobierno, excepto la econom¨ªa y el empleo, eran negativamente valoradas por los espa?oles. Las evaluaciones negativas eran especialmente intensas en las pol¨ªticas relativas a la vivienda, la emigraci¨®n, pero tambi¨¦n eran mayoritariamente cr¨ªticas en lo que hace al terrorismo, la pol¨ªtica exterior, las pol¨ªticas sociales y la educativa. Estos juicios retrospectivos se convirtieron as¨ª en una condici¨®n necesaria para que, tras la terrible conmoci¨®n de unos atentados de los que se responsabilizaba a la pol¨ªtica exterior conservadora, el PSOE recibiera a antiguos votantes de IU o del PP, convenciera a antiguos abstencionistas para que dejaran de serlo o atrajera a j¨®venes votantes.
?Qu¨¦ hubiera ocurrido si no se hubieran producido los atentados del 11-M? Con las l¨®gicas precauciones que se derivan de la imposibilidad de reconstruir el comportamiento electoral del 14-M, los an¨¢lisis contraf¨¢cticos permiten realizar aproximaciones sobre acontecimientos teni¨¦ndolos como no producidos. Para ello, hemos llevado a cabo simulaciones suponiendo que ninguno de los entrevistados en la encuesta de Demoscopia pensara que los atentados fuesen consecuencia de la pol¨ªtica del Gobierno, criticara la gesti¨®n informativa del Gobierno en los d¨ªas posteriores o las dos cosas. Los resultados indican una reducci¨®n en unos pocos puntos porcentuales del PSOE. Dados los m¨¢rgenes de error que manejan las encuestas, s¨®lo cabe concluir entonces que el ganador, ya fuera el PSOE o el PP, lo habr¨ªa hecho por un escas¨ªsimo margen. Pero esos an¨¢lisis ratifican que la parte del le¨®n del retroceso electoral del PP tendr¨ªa que ver fundamentalmente con su actuaci¨®n durante la legislatura.
El problema de la derrota del PP no radic¨®, pues, en los terribles atentados del 11-M, sino en el funcionamiento de los mecanismos b¨¢sicos de control y responsabilidad de nuestro sistema democr¨¢tico. A la hora de expresar su decisi¨®n electoral, cada uno de los ciudadanos espa?oles record¨® sin duda a las v¨ªctimas; pero todos ellos depositaron su voto con la misma libertad y capacidad que en todas las anteriores elecciones. Al decidir colectivamente castigar al PP y ofrecer el Gobierno al PSOE, los resultados del 14-M han supuesto una vuelta de tuerca en el control que los espa?oles ejercen sobre sus gobernantes y sobre las pol¨ªticas que desarrollan. Y esto es algo por lo que, a¨²n con el ¨¢nimo entristecido por tantas v¨ªctimas, debemos felicitarnos los dem¨®cratas. A la postre, tambi¨¦n los votantes espa?oles tomamos decisiones razonables.
Jos¨¦ Ram¨®n Montero es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Madrid; Ignacio Lago Pe?as es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
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