La retirada sun¨ª
El anuncio del mayor de los partidos sun¨ªes de que no concurrir¨¢ a las elecciones de Irak el mes pr¨®ximo a?ade un nuevo y grave factor de incertidumbre en el horizonte inmediato del pa¨ªs ¨¢rabe ocupado. La formaci¨®n no pide el boicoteo a los comicios que deben alumbrar una Asamblea Constituyente, pero argumenta que no pueden ser representativos en las actuales condiciones de violencia incontrolada en algunas zonas.
Los iraqu¨ªes presumiblemente est¨¢n muy poco impresionados por el hecho de que Bin Laden haya declarado infiel a quien participe en las elecciones auspiciadas por EE UU. Pero saben que el insoportable grado de brutalidad cotidiana -sobre todo en las ¨¢reas sun¨ªes del centro del pa¨ªs, que las nuevas fuerzas de seguridad iraqu¨ªes son incapaces de manejar- har¨¢ peligroso votar en unos comicios de los que la minor¨ªa sun¨ª, el 20% de la poblaci¨®n, apeada del carro del poder que disfrut¨® con Sadam Husein, espera muy poco. Los dos ¨²ltimos episodios de esta incontrolable carnicer¨ªa son el asesinato ayer en Tikrit, feudo de Sadam, de una veintena de polic¨ªas y miembros de la Guardia Nacional y el ataque suicida en Bagdad, la v¨ªspera, contra la sede del m¨¢s importante partido chi¨ª, que mat¨® a 15 personas.
Todo en Irak se confabula contra los planes de Bush. La participaci¨®n de los sun¨ªes es b¨¢sica en la estrategia estadounidense para preservar una apariencia de representatividad. Si las elecciones del 30 de enero se celebran sin su cooperaci¨®n, no s¨®lo dar¨¢n una exagerada mayor¨ªa parlamentaria a los chi¨ªes, sino que la Constituci¨®n y el Gobierno resultantes carecer¨¢n de legitimidad para esa decisiva quinta parte del pa¨ªs que los sun¨ªes representan. Chi¨ªes, al sur, y kurdos, al norte, hacen el 80% de la poblaci¨®n de Irak. Juntos pueden legitimar sin duda aritm¨¦ticamente los comicios. Pero es impensable la gobernabilidad de un pa¨ªs tan roto en credos, etnias y tribus sin una suficiente presencia pol¨ªtica de los sun¨ªes. En ese escenario estar¨ªa latente el espectro del enfrentamiento civil.
Hasta tal punto las perspectivas comprometen el proyecto de la Casa Blanca que Washington estudia ya, con ning¨²n ¨¦xito conocido por el momento, la posibilidad de que, independientemente del resultado de las elecciones, se atribuyan esca?os suplementarios en el Parlamento de 275 miembros a dirigentes sun¨ªes. E incluso, como ha sugerido el todav¨ªa secretario de Estado Colin Powell, que se les otorgue un n¨²mero determinado de carteras en el futuro Gobierno. Evitar la marginalizaci¨®n electoral de los sun¨ªes es necesario. Pero la soluci¨®n in extremis que avanza Washington, con precedentes m¨¢s o menos asimilables en L¨ªbano o Ir¨¢n, entra en colisi¨®n no s¨®lo con las ambiciones de chi¨ªes y kurdos, sino con los m¨¢s elementales escr¨²pulos democr¨¢ticos.
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