La guerra de los papeles
"De aqu¨ª no sale un papel", dice el alcalde de Salamanca, y pone una alambrada en torno al archivo de la Guerra Civil; pero Barcelona exige que le den los papeles que le robaron. ?Qu¨¦ m¨¢s da? S¨ª, mucho: es una riqueza para el futuro, cuando Castilla sea independiente y Catalu?a tambi¨¦n. No ser¨¢n Espa?a si no quieren, pero luchan por su trozo del patrimonio espa?ol. Otras ciudades se alzan y piden lo que fue suyo, lo que algunos se llevaron. Bien, nos robamos, y robamos un poco a otros: no s¨¦ qu¨¦ hacen los tesoros precolombinos en algunos museos de aqu¨ª: el viejo oro de El Dorado, las caras de dioses y amos que ahora vemos reproducidas en las calles: son iguales los inmigrantes ind¨ªgenas a sus camafeos y esculturas: veo pasar la frente ancha, la nariz abierta, los labios grandes y bellos: no nos pedir¨¢n que se los devolvamos. S¨®lo quieren el documento que permita a otros que les exploten. El tesoro humano tiene poco inter¨¦s. Excepto lo vendible o pignorable: los ni?os que no quieren dar porque dicen que valen para trasplantes, las mujeres que se compran y venden para la prostituci¨®n. Carne y hueso: poca cosa. Papeles, oro, cobre, miniaturas, ¨®leos: el tesoro. La Guerra Civil no es de nadie, o es de todos. En el archivo hay datos hist¨®ricos, notas de cr¨ªmenes, listas, biograf¨ªas de torturados, actas de procesos infames avalados por togados militares que ensuciaron la toga, el uniforme y el crucifijo que malditos pon¨ªan en la mesa del crimen. No son suyos: son m¨ªos. Hay nombres m¨ªos en ellos, sentencias que cambiaron mi vida; no son de Salamanca ni de Barcelona, sino de todo este conjunto con tan mala suerte hist¨®rica que se puede llamar Espa?a. Los quiero. Se?ala esta codicia de un tesoro aciago, de unas letras de sangre y fuego, el a?o que se va, el que viene. Pobres canjilones que relacionamos con la astronom¨ªa y en los que dividimos nuestros d¨ªas.
Los papeles son de los empapelados. Yo no quiero que nos divida eso. S¨¦ que nos est¨¢n fragmentando y clasificando los entom¨®logos: s¨¦ que nos dividen y que yo pertenezco a Madrid, soy var¨®n, anciano, ateo, blanco y no tengo un c¨¦ntimo que no est¨¦ cercado por los bancos y otros pulpos. No quiero que me separen, ni mi biograf¨ªa ni mi cari?o, ni mi solidaridad, de los que secesionan en esta guerra tonta de las provincias espa?olas (Machado), ni que me separen leyes y costumbres de las mujeres, los j¨®venes, los indios que llegan, los moros que ahora pasan miedo. Mi humanidad.
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