Dejen en paz al Quijote
Con eso del cuarto centenario del Quijote -libro que no ha le¨ªdo casi nadie- se est¨¢ haciendo demasiada bulla. Digo casi nadie y a ese casi le quitar¨ªa la mitad, pues si alg¨²n libro hay con f¨¢cil apariencia y dificil¨ªsima digesti¨®n es ¨¦ste, Don Quijote de la Mancha. De ah¨ª que su lectura sea ¨²nicamente apta para individuos nacidos con la literatura metida en los huesos o, m¨¢s gr¨¢ficamente, en la masa de la sangre. A quienes, por cierto, no les arriendo la ganancia, pues entre otras cosas, nunca llegar¨¢n a teniente de alcalde del Ayuntamiento de Valencia; que se les ver¨ªa el plumero antes que la pluma.
He visto por aqu¨ª una traducci¨®n abreviada del Quijote. Para ni?os. Al parecer, se pretende que nuestros cachorros tomen contacto con las letras y le cojan gusto al asunto. Deben pensar los autores que por la v¨ªa de la banalizaci¨®n se trepan monta?as. Lo que conseguir¨¢n, naturalmente, es que los cr¨ªos, cuando sean mayores, crean que han le¨ªdo y comprendido el Quijote y, por extensi¨®n, todo lo dem¨¢s. O que algunos espabilados se digan "tan gran puente para tan peque?o r¨ªo". En cualquiera de los casos, habr¨¢n contribuido al espesor mental que tan lozanamente fructifica en nuestro sistema educativo. Pero los cr¨ªos, ah. ?Cu¨¢n locamente se divirtieron con las esperp¨¦nticas haza?as del flaco Alonso y del gordo Sancho! De gentes as¨ª ser¨¢ el reino de los cielos.
Para terminarlo de fastidiar, este Quijote para ni?os est¨¢ traducido al valenciano, con lo que se le presta un flaco servicio a esta lengua. Si la poes¨ªa resiste mal la traducci¨®n, como es bien sabido, tambi¨¦n hay libros no traducibles sin mengua. Naturalmente, esto no es un juicio de valor, no quiere decirse que el valenciano no llega. Haciendo una pirueta cabr¨ªa incluso decir que es lo contrario: no llega el castellano. Demasiado idiosincr¨¢tico, demasiado impregnado hasta de los suspiros de la tierra y sus gentes. Desde esas p¨¢ginas lo universal se transmite con el susurro de las praderas, de los mont¨ªculos, de los cantos rodados. Y si no es como digo, qu¨¦ m¨¢s da. He querido poner de manifiesto lo espinoso de los juicios de valor sobre las lenguas. Ahora bien, la traducci¨®n a la que me refiero es m¨¢s bien ejecuci¨®n al amanecer del idioma valenciano. No pude pasar de la primera p¨¢gina, que para muestra basta un bot¨®n. El ritmo se rompe enseguida y los matices desaparecen. Y me pregunto si para facilitarles la lectura a los chicos la "lanza en astillero" se convierte en "pared", como si en valenciano no existiera traducci¨®n para lanza en astillero. Para el ritmo del lenguaje cervantino, eso es letal. En cuanto al vocabulario, lo que no se aprende temprano dif¨ªcilmente se aprender¨¢ en a?os m¨¢s tard¨ªos, en una cultura que tiende a reducir el habla a la m¨ªnima expresi¨®n. Las ideas se formulan con palabras, pero hemos olvidado hasta qu¨¦ punto las palabras contribuyen a la formaci¨®n de ideas.
Hemos visto un torrente de art¨ªculos en preparaci¨®n del magno acontecimiento. No caer¨¦ en la soberbia osad¨ªa de afirmar que todos yerran el tiro. Algunos son espl¨¦ndidos y otros simplemente interesantes. Pero se advierte tambi¨¦n una obsesi¨®n por decir algo nuevo y brillante sobre el Quijote. Todos Virginia Wolf. ("La literatura no es coto privado de nadie... Mi Shakespeare, no el de otro"). Nos diluir¨¢n el festejo con tantas celebraciones y encima oiremos una sarta de disparates paridos por el acuciante imperativo de la originalidad. Fatigar¨¢n al personal y conseguir¨¢n que una efem¨¦rides merecid¨ªsima acabe oliendo a propaganda incluso con acento pol¨ªtico.
Volviendo a las interpretaciones. Una de ellas exalta a Don Quijote a partir de su cobard¨ªa. Leyendo este art¨ªculo, que no es malo a pesar de su extravagante tesis, me acord¨¦ de una tesis doctoral que intentaba convencernos de que Don Quijote era comunista, aunque no militante porque entonces no exist¨ªa el partido. Pero vaya. Cuando los arrieros mantean a Sancho en el corral de la venta, Don Quijote observa la agon¨ªa de su escudero tras las bardas. Grita, insulta a los agresores, pero no interviene... porque la venta est¨¢ cerrada. "Prob¨® a subir desde el caballo a las bardas, pero estaba tan molido y quebrantado que aun apearse no pudo...". El autor del art¨ªculo, sin embargo, cita este episodio como ejemplo de la cobard¨ªa de Don Quijote. Es lo que tiene forzar los hechos para que cuadren con nuestra opini¨®n, que es prioritaria.
"Los consejos de Don Quijote son sabios y de incre¨ªble vigencia", opina don Elisario Betancur, escritor y ex presidente de Colombia. Ellos son tales que "deber¨ªan ser grabados con letras de oro en todas las salas de gobierno y de justicia del mundo actual". Ciertamente, son consejos admirables, pero no por su originalidad, que no es total. Cosa que sab¨ªa y sabe Mart¨ªn de Riquer, un sabio tan ecu¨¢nimemente enamorado del Quijote, que yo todav¨ªa utilizo su edici¨®n de la gran novela. "Sin duda alguna", escribe Riquer, "Cervantes tuvo especialmente en cuenta los cl¨¢sicos aforismos de Is¨®crates, ya vertidos en su tiempo al castellano". Y tambi¨¦n: "... parece evidente que en ellos (los consejos) pesa la influencia erasmista m¨¢s ortodoxa". Es obvio que Mart¨ªn de Riquer tambi¨¦n admira este peque?o fragmento del Quijote, pero m¨¢s por su engarce en la obra y por su maravillosa forma que por su originalidad.
Acaso tambi¨¦n por su audacia. El erasmismo espa?ol estaba ya en estado de sitio cuando se escribi¨® el Quijote y Cervantes se atrevi¨®, no obstante, a ir m¨¢s lejos que "la influencia erasmista m¨¢s ortodoxa" citada por Riquer. El gran Erasmo nunca estuvo tanto del lado de la mujer como Cervantes, quien llega incluso a justificar la infidelidad de la esposa en ciertos casos. Asimismo, Cervantes deja entrever su disconformidad con la expulsi¨®n de los moriscos. En cuanto a la relaci¨®n del hombre con Dios, en el Quijote parece que Cervantes est¨¢ m¨¢s cerca de Lutero que de Erasmo.
Quienes dicen que Shakespeare es conmemorado todos los a?os -en defensa del atosigamiento del cuarto centenario- olvidan que el autor de King Lear es un dramaturgo en plena vigencia, aunque sin la "diab¨®lica" profundidad del Quijote. Una representaci¨®n teatral no es como una lectura ¨ªntima. En cuanto a esas lecturas p¨²blicas del Quijote... Dios los perdone.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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