Relato del dolor y la espera
Despu¨¦s de editar dos libros maravillosos de Dino Buzzati (El secreto del bosque viejo y La famosa invasi¨®n de Sicilia por los osos) la reci¨¦n creada editorial Gadir vuelve a la carga con Un amor, una novela bien distinta de las suyas. Hay un tema recurrente en este autor que es el de la espera, representado por su obra maestra, El desierto de los t¨¢rtaros (Alianza), la impresionante historia del oficial Giovanni Drogo en la Fortaleza Bastiani esperando al enemigo que nunca llega y que debi¨® inspirar tanto la canci¨®n Zangra a Jacques Brel como Esperando a los b¨¢rbaros a Coetzee. Otro asunto recurrente es el del escenario: el campo, la naturaleza, los confines de una provincia o un reino... pero en la novela que comentamos se produce una excepci¨®n: es una novela ciudadana.
UN AMOR
Dino Buzzati
Traducci¨®n de Carlos Manzano
Gadir. Madrid, 2004
324 p¨¢ginas. 20 euros
Buzzati es un escritor sobre el que se ha hecho gravitar la sombra de Kafka. Es tambi¨¦n contempor¨¢neo de Savinio, De Chirico, Bontempelli y se le coloca igualmente la etiqueta de surrealismo, acaso por sus ambientes llenos de extra?eza. Lo kafkiano se trasluce en El desierto de los t¨¢rtaros o en el relato Los siete mensajeros (Alianza), pero no en los dos libros que cit¨¦ al inicio de esta rese?a y que son m¨¢s bien par¨¢bolas o f¨¢bulas que admiten tanto un lector infantil o adolescente como un adulto, aunque, desde luego, provocan lecturas diferentes. Yo aconsejo leerlos porque romper el tab¨² de los libros "autorizados para todos los p¨²blicos", cuando son de este porte, pueden traer la felicidad a muchos lectores adultos.
Pero est¨¢bamos en Un amor.
Es la historia de un hombre soltero, de unos cincuenta a?os, que se gana la vida holgadamente y que tiene su vida sexual resuelta por medio de las citas que concierta peri¨®dicamente con una madame de confianza. Mas hete aqu¨ª que un d¨ªa la madame le concierta una cita con una chica nueva, una tal Laide. Poco a poco el gusto, unido a la curiosidad, va creando una relaci¨®n por parte del burgu¨¦s (Antonio) que acabar¨¢ convirti¨¦ndose en dependencia. Y por la dependencia es por donde entraremos en ese mundo buzzatiano en el que la espera se convierte en destino; en este caso la espera es por la muchacha a la que ¨¦l desea y que continuamente le sume en la confusi¨®n de no saber si miente o dice la verdad hasta que eso ya no importa pues el paso siguiente, la degradaci¨®n, lo encamina hacia una obsesi¨®n angustiosa, tan perentoria como el respirar, tan dolorosa como la asfixia.
Lo que sucede es que el clima de origen kafkiano que impregna sus obras mayores no se plantea aqu¨ª como tal, no tiene ese aire incierto e inquietante caracter¨ªstico sino que, por el contrario, se sumerge en la m¨¢s decidida cotidianeidad. El relato est¨¢ contado por un narrador y por el mismo Antonio en mon¨®logo interior, voces ambas que llegan a cruzarse; con alguna excepci¨®n, como la escena del ensayo en La Scala, el relato es intimista, se ci?e a la relaci¨®n del burgu¨¦s y la protegida y siempre estamos, directa e indirectamente, en el punto de vista de ¨¦l. Laide es un personaje misterioso porque nunca sabemos cu¨¢ndo dice la verdad y cu¨¢ndo no, pero es un personaje que apenas progresa. En cambio, Antonio s¨ª; ¨¦l s¨ª va cambiando a lo largo del relato y podr¨ªa decirse que todo cuanto sucede en el transcurso del mismo est¨¢ en funci¨®n de esa mente atrapada por una obsesi¨®n que alcanza extremos de verdadera estridencia.
?l, aunque tiene una relaci¨®n carnal con ella, en realidad acaba por imaginarla para desearla; y la imagina con otros, imagina su vida cuando no est¨¢ con ¨¦l, imagina sus propios deseos tambi¨¦n; por ah¨ª, no por la cama, es por donde resulta verdaderamente atrapado y donde ella lo maltrata, pero no con sadismo sino con su propia libertad. "Siempre ella, instalada salvajemente en su cerebro, que desde su cerebro miraba a otros, telefoneaba a otros, ligaba con otros y hac¨ªa el amor con otros, entraba y sal¨ªa, part¨ªa siempre con una agitaci¨®n fren¨¦tica para sus numerosos asuntos particulares y tr¨¢ficos misteriosos".
Puesto que sabe o acepta
que ella no le ama, su imaginaci¨®n se nutre de celos. Llega a autohumillarse imagin¨¢ndola con un cliente y esa imaginaci¨®n alcanza im¨¢genes tan autolesivas (y expresivamente tan notables) como ¨¦sta: "Lo excitaba y lo besaba, sol¨ªcita, en los puntos m¨¢s sensibles y se divert¨ªa con los estremecimientos espasm¨®dicos del viejo, como una ni?a que pincha a un sapo por el gusto de verlo saltar". ?Qu¨¦ es lo que, en el fondo, espera Antonio en este ejercicio de masoquismo? Curiosamente, y ¨¦ste es el fondo de la historia, el amor. "?Qu¨¦ est¨²pido hab¨ªa sido al no haberse dado cuenta hasta entonces! ?Qu¨¦ inter¨¦s tendr¨ªan un acantilado, un bosque, una ruina, si no entra?aran una espera?". Ah, la espera, el gran tema. Esta vez, aplicado de manera cotidiana, realista, a un asunto burgu¨¦s en medio de una gran ciudad. Magn¨ªfica escritura que, sin embargo, no deja de resultar algo premiosa a ratos -nunca repetitiva, pues, cuando esto sucede, es buscando un efecto- y de eso, en mi opini¨®n, se resiente un tanto el relato. De eso y de la falta de alg¨²n escal¨®n en el ascenso de la curiosidad a la pasi¨®n obsesiva.
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