La ceniza de los d¨ªas
En una novela de 1993, La boda de ?ngela, relacionada con esta que acaba de publicar Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano (Langa, ?vila, 1930), el escritor castellano le dejaba decir a uno de sus personajes que "para ser escritor hay que guardar mucho silencio", y creo que es una convicci¨®n muy arraigada en este periodista, narrador y notable diarista. Jim¨¦nez Lozano es
un extraordinario escritor que tiene todas las papeletas para no estar nunca de moda, ni mucho menos ser un escritor moderno, aunque s¨ª contempor¨¢neo. Jim¨¦nez Lozano, en los ¨²ltimos a?os, ha escrito y publicado una serie de novelas, de aparente poco calado, falsamente sencillas, sin complicaciones y con las que, sin embargo, proyecta un cierto malestar de ¨ªndole moral sobre la ¨¦poca que vivimos. Sus novelas me recuerdan algo a los relatos de ese gran escritor moral que fue el siciliano Leonardo Sciascia, con quien me atrevo a encontrar ciertos paralelismos.
CARTA DE TESA
Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano
Seix Barral. Barcelona, 2004
214 p¨¢ginas. 15 euros
Carta de Tesa vuelve a traernos personajes de La boda de ?ngela, y ¨¦stos viven los amaneceres y los atardeceres de los d¨ªas con una cierta resignaci¨®n y un no menos cierto sosiego. Hay en estas p¨¢ginas, cubiertas con esa niebla castellana de las primeras horas de la ma?ana, como si fuera la ceniza de los d¨ªas, una suave melancol¨ªa, una tenue melancol¨ªa. El mundo de esta novela, tan sutil, tan elegante, tan contenida, es como el de los senadores romanos, en el poema de Cavafis, que esperan la llegada de los b¨¢rbaros, aunque ¨¦stos ya est¨¢n aqu¨ª, contamin¨¢ndonos, apoder¨¢ndose de nuestras almas. La mirada moral que Jim¨¦nez Lozano lanza a su alrededor no es del todo optimista, hay en sus historias un cierto escepticismo, no rechaza el Progreso, sino que cuestiona, narrativamente, muchas de las avanzadillas de ese Futuro, en el que ya estamos. En Carta de Tesa se narra un hecho terrible acaecido, en una peque?a ciudad innombrada, a una maestra, que sufre una brutal agresi¨®n por parte de unos alumnos. El hecho, como ocurr¨ªa en Sciascia, produce el mismo efecto propagador de una piedra arrojada h¨¢bilmente a la superficie de un mar en calma.
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