Infancia rota

El empleo del vocabulario cl¨¢sico de la danza tradicional vasca se hace en esta obra con bastante fluidez, poni¨¦ndolo al servicio de un sutil hilo narrativo que, m¨¢s que contar una historia, establece las im¨¢genes de unas vi?etas que son como recuerdos aislados de esas vidas rotas. Pues aunque muchos de los denominados "ni?os de la guerra" lograron salvar sus vidas, las fracturas emocionales -y hasta f¨ªsicas- que sufrieron fueron de naturaleza insuperable.

Es as¨ª que, a pesar de la alegr¨ªa saltada de esas danzas, la atm¨®sfera de la pieza es quejumbrosa y triste; las escenas empiezan y terminan sin soluci¨®n de continuidad ni con una alentadora dramaturgia: lo que cuenta es tambi¨¦n as¨ª, de la nada a la senda sin destino. Lo m¨¢s emocionante son sin duda los trozos de filmaciones hist¨®ricas, las despedidas en el puerto de Bilbao, las caritas donde el estupor se mezcla con sonrisas, la inocencia con el miedo.

A esas pel¨ªculas golpeantes, se han montado h¨¢bilmente trozos actuales de los bailarines ya caracterizados como los peque?os que recuerdan. El resultado es amable, discreto y sit¨²a al espectador en la perspectiva de aquellos sucesos que afectaron y desarraigaron a tanta gente (y a ni?os de otros sitios, no s¨®lo vascos). Sin traducci¨®n alguna del euskera al castellano se pierden muchas cosas, datos importantes que redondean la pieza.

C¨®digos

La danza patrimonial vasca posee en sus c¨®digos una enorme riqueza expositiva, tanto en lecturas individuales como de grupo. De g¨¦nesis antigua, tiene un evidente paralelismo con la danza acad¨¦mica occidental (lo que llamamos ballet cl¨¢sico) y esto se pone en liza cuando los muchachos hacen sus saltos dobles, las piruetas, todo lo que remite a una universalidad de lenguaje cor¨¦utico, como universal es el dolor de aquella emigraci¨®n forzosa, de aquellos d¨ªas brutales.