"Sab¨ªamos que nadie sal¨ªa vivo de all¨ª, y esper¨¢bamos"
El ucranio Y¨¢kov Zhivotovski cuenta su experiencia en el campo de exterminio
"Mis documentos de identidad los llevaba entre las piernas", dice Y¨¢kov Zhivotovski, un superviviente del campo de concentraci¨®n de Auschwitz , refiri¨¦ndose al pene circuncidado que le delataba como jud¨ªo. Zhivotovski, de 81 a?os, es ciudadano de Ucrania y reside en Kiev. En mayo de 1943, cuando cay¨® prisionero, era un teniente del Ej¨¦rcito de la URSS que luchaba en el norte del C¨¢ucaso. "Era oficial y hebreo y sab¨ªa que ambas cosas a la vez significaban la muerte segura si me atrapaban, de modo que cuando me vi perdido, me arranqu¨¦ los galones y enterr¨¦ mi documentaci¨®n en la trinchera". En lugar de dar su nombre completo -Y¨¢kov Ar¨®novich Zhivotovski-, con el acusador patron¨ªmico incluido, el oficial dijo llamarse Akim Sad¨ªkov, como un camarada procedente de Osetia del Norte, muerto en el frente.
"Pens¨¦ que los del norte del C¨¢ucaso y los jud¨ªos nos parec¨ªamos y que, a lo mejor, a ellos tambi¨¦n les circuncidaban. En mi casa, los tres hermanos lo fuimos", afirma en su domicilio de Kiev. Zhivotovski es del pueblo de Sokolch, en la provincia de Zhit¨®mir. Sus padres hablaban el yidish, pero no lo transmitieron a los hijos. La madre de Zhivotovski muri¨® en un gueto.
En una inspecci¨®n de prisioneros desnudos en el campo de Czestochowa, el ojo experto de los carceleros, ayudado por un profesor ruso de apellido Fokin, le identific¨® como hebreo, cuenta Zhivotovski. Sin embargo, los papeles que acompa?aron su transporte a Auschwitz en julio de 1944 no mencionaban su origen y all¨ª fue tratado como prisionero de guerra sovi¨¦tico. "En vez de llevar un uniforme a rayas, como el resto de los internados, llevaba un uniforme verdoso, y en vez de tatuarme en la mano o el brazo como a los civiles, me tatuaron en el pecho", se?ala mostrando su n¨²mero de identificaci¨®n -el 11.665-, todav¨ªa visible.
El prisionero 11.665 llevaba adem¨¢s una estrella roja cosida al uniforme, y no una estrella amarilla, pero el miedo le persegu¨ªa. "El oficial de las SS que ven¨ªa a pasarnos revista cada 15 d¨ªas nos hac¨ªa pasar desnudos junto a ¨¦l. Colocaba a su izquierda a los que iban al crematorio y a su derecha a los que se quedaban en el campo. Yo pasaba deprisa y daba un saltito para ponerme de lado y ocultar cuanto antes mi identidad".
"Cuando me preguntan c¨®mo era Auschwitz suelo decir que no me llevaban de excursi¨®n por el campo. Pasaba el tiempo en la barraca, esperando el desayuno, esperando la comida, esperando la cena". Desayuno comida y cena eran una misma cosa: agua y un trozo de pan que los prisioneros dosificaban durante el d¨ªa. "No ve¨ªamos c¨®mo quemaban a la gente en el crematorio, pero sab¨ªamos que suced¨ªa por el olor a carne chamuscada que se extend¨ªa por el campo, olor a piel y a cabello chamuscado, y tambi¨¦n por la m¨²sica... Una orquesta de hebreos polacos tocaba para que no se oyeran los gritos, y cuando sonaba la m¨²sica ya sab¨ªamos que hab¨ªa llegado un nuevo grupo de prisioneros y que iban directamente al crematorio". Zhivotovski entona un ritmo que, en otras circunstancias, evocar¨ªa una excursi¨®n por los Alpes.
De los campos de prisioneros por los que pas¨®, que fueron siete como m¨ªnimo, Zhivotovski dice que lo peor fue Auschwitz por "la constante espera de la muerte". "Sab¨ªamos que nadie sal¨ªa vivo de all¨ª, y esper¨¢bamos. Tuvimos suerte cuando un comunista alem¨¢n prisionero que nos pasaba revista nos dijo que ten¨ªa la posibilidad de meternos en una lista de 500 personas destinadas a un campo de trabajo. 'No s¨¦ lo que lo ser¨¢ de ustedes, pero, en cualquier caso, no ser¨¢ peor que aqu¨ª', nos dijo".
Tras ser liberado, en mayo de 1945, Zhivotovski tuvo que someterse a los interrogatorios del Smersh, el servicio de contrainteligencia militar. M¨¢s tarde, cuando ya se hab¨ªa incorporado a la vida civil y trabajaba en una f¨¢brica de pan en Kiev, los "¨®rganos de seguridad" volvieron a interrogarle en dos ocasiones. "Me dijeron que contara c¨®mo me hab¨ªa entregado a los nazis. En tiempos de Stalin no estaba bien visto que uno hubiera sido prisionero de los alemanes.
Zhivotovski vive hoy con su hija Faina, una contable jubilada, y la familia de ¨¦sta. "Yo gano m¨¢s que toda la familia junta", afirma. Su pensi¨®n ucrania, con los complementos asociados a sus varias condecoraciones, es de 440 grivnias (menos de 70 euros). A eso se le suman 130 euros al mes que le env¨ªa el Gobierno alem¨¢n. En las elecciones presidenciales, a diferencia de su hija, que vot¨® por Yanuk¨®vich, ¨¦l vot¨® por V¨ªktor Y¨²shenko porque su padre hab¨ªa sido prisionero en Auschwitz. Andriy Y¨²shenko, soldado del Ej¨¦rcito Rojo, fue el prisionero 11.365 de este campo. De los 14.000 prisioneros de guerra sovi¨¦ticos, que como Zhivotovski o Y¨²shenko pasaron por ese terrible lugar, viven hoy menos de un centenar.
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